Los cristianos tienden a pensar en las guerras culturales en términos de “nosotros” contra “ellos”. Es cierto que porque seguimos a Jesús, somos extranjeros en este mundo. También es cierto que la cultura predominante se opondrá a nuestras creencias y valores más importantes. Pero aunque denunciar ideas y fuerzas en la sociedad que nos rodea es más fácil, la guerra cultural no es solo una batalla que peleamos en el exterior. Es una guerra de carácter que debemos ganar primero por dentro. 1 Pedro 4 aborda tanto nuestras actitudes como nuestros hábitos para mostrarnos cómo ganar la guerra interna.
Busca de Dios.
En el versículo 2, Pedro nos advierte que no desperdiciemos nuestra vida persiguiendo nuestros propios deseos. En cambio, dice: “Estén ansiosos por hacer la voluntad de Dios”. Aquí es donde comienza el carácter como hijos de Dios: con la elección de poner lo que Dios quiere primero sobre lo que nosotros queremos. El versículo 1 nos dice que las pruebas tienen el poder de ayudarnos a vencer el pecado. Dios usa las dificultades para purificar nuestras vidas y desarrollar madurez (Santiago 1:2-4; Romanos 5:3-4). Pero las pruebas solo son transformadoras cuando ponemos a Dios primero. Si no estamos buscando de Dios, las pruebas solo nos amargarán, no nos harán mejores. Ganamos la guerra interna cuando elegimos responder a las dificultades enfocándonos en Dios y su voluntad.
No participes en la destrucción.
La audiencia de Pedro vivía en una cultura marcada por inmoralidad y pasiones sexuales, parrandas, borracheras, fiestas desenfrenadas (3). Esos valores y prácticas también son bastante comunes en nuestra cultura. La mayoría de nosotros hemos sumergido al menos un dedo del pie en esa corriente, mientras que algunos de nosotros nos hemos sumergido en ella. Pero Pedro advierte que esas aguas son peligrosas, como una inundación destructivas y descontroladas (4). Nuestra cultura ofrece muchas tentaciones para pecar. Lo vemos normalizado en medios de entretenimiento de todo tipo. Nuestros propios corazones pueden llevarnos hacia la orilla del agua. Pero Pedro dice: “En el pasado, han tenido más que suficiente de las cosas perversas” (3). En otras palabras, él está diciendo: ya han tenido suficiente de eso en su pasado. Entonces ganamos la guerra interna cuando trazamos un límite que simplemente no cruzaremos, sin importar lo que digan los demás.
Profundiza en tus oraciones.
A medida que aumentaba el antagonismo hacia los cristianos en el imperio romano, debió sentirse como si el fin del mundo estuviera cerca (7). De seguro lo fue para aquellos que se convirtieron en mártires de Cristo. Pedro no estaba equivocado sobre el final. La Biblia enseña que Jesús podría regresar muy pronto para terminar las cosas, o nuestras propias vidas podrían terminar en cualquier momento. Simplemente no sabemos el momento de ninguno de los dos eventos. Es por eso que los cristianos siempre han vivido con un sentido de urgencia. Con eso en mente, Pedro dice: “sean serios y disciplinados en sus oraciones” (7). Está hablando de la oración sería y no casual, sino enfocada e intencional. Entonces, cuando sientas la presión de la cultura sobre ti, ponte de rodillas. La oración es vital si esperas mantenerte fuerte bajo la presión externa y si quieres ganar la guerra de carácter en tu propio corazón.
Muestra amor de maneras prácticas.
Cuando nos sentimos asediados por el mundo, muchos de nosotros nos aislamos de los demás y nos volvemos egocéntricos. Pero Pedro nos llama a una mejor opción, a vivir “demostrando profundo amor unos a otros”. Primero, esto significa soportar y perdonar a los demás. En el versículo 8, “el amor cubre gran cantidad de pecados”, en el sentido de que el amor es paciente con las faltas de los demás (ver Proverbios 12:10). No somos rápidos para ofendernos o armar un escándalo cuando otros se equivocan o fallan. Segundo, amor significa hospitalidad (9). En la Biblia, la hospitalidad no es principalmente de los amigos que se invitan a cenar. Se trata de usar tus recursos, como tu hogar o tu comida, para cuidar a las personas necesitadas. Ambas expresiones de amor van en contra de nuestro egoísmo. Por eso, cuando actuamos de esta manera, estamos ganando la guerra interior.
Usa tus dones espirituales.
Los versículos 10-11 se basan en la idea de amarse unos a otros. No todos tienen recursos materiales para compartir con los necesitados. Pero todos tenemos habilidades que podemos usar para ayudarnos unos a otros (10). Pedro señala en el versículo 10 que todo cristiano tiene un don espiritual, que viene de Dios, y que hay muchos dones diferentes. Pero todas las habilidades que Dios nos da se pueden dividir en dos grandes grupos. Hay dones de hablar y dones de ayudar (11). Algunas personas son buenas con las palabras. Entre otras cosas, pueden tener la capacidad de enseñar, consolar, animar, desafiar o evangelizar. Otros son buenos con ayuda práctica. Pueden tener la capacidad de preparar comidas, arreglar cosas, organizar eventos, manejar dinero, resolver problemas prácticos, mostrar compasión y más. Servir a los demás es una parte muy importante del desarrollo del carácter, porque nos ayuda a darnos cuenta de que la vida no se trata solo de nosotros. Cuando salimos de nosotros mismos para servir a los demás, estamos ganando la guerra interior.
El último versículo de 1 Pedro 4 lo resume: “,,,sigan haciendo lo correcto y confíenle su vida a Dios, quien los creó, pues él nunca les fallará.”. Para ganar la guerra interior, aférrate a estas dos prioridades. A medida que te comprometes a confiar y obedecer a Dios, el tipo de actitudes y hábitos a los que se refiere Pedro tomarán forma en tu vida. Podemos o no tener éxito en influir en los valores y creencias de la cultura que nos rodea. Pero podemos ganar la guerra de carácter dentro de nuestras propias almas.