Estamos en la cuarta lección de la serie:“Disciplinas para avanzar”. Hoy hablaremos sobre 3 de las disciplinas que son menos conocidas. La gente no suele oír hablar de estas – las que estamos llamando – disciplinas de tomarte tu tiempo. Necesitamos bajarle la velocidad al ritmo de vivir. Parece que es la norma el vivir a la carrera de la sociedad actual. Andamos a mil por horas en un vaivén de actividades que terminamos con ansiedad o pánico. Estamos tan afanados que se nos olvida tomarnos un respiro. Aquí es donde estás tres disciplinas entran en juego.
Tomate tu tiempo
Una vida apresurada nos impide estar lo suficientemente presentes como para amar a Dios y a las personas. “Reducir la velocidad” y tomarse el tiempo es ponernos intencionalmente en situaciones que nos enseñan a esperar. Vamos tan de prisa que se nos olvida detenernos y apreciar esas cosas que traen paz y satisfacción.
Vivir una vida apresurada te impide estar presente y amar a los demás y a Dios. Estamos tan enfocados en lo que hay que hacer que nuestro cerebro trabaja a mil por horas. Así que hoy aprenderemos a esperar para poder enfocar nuestras prioridades. Se que esta idea de esperar es un poco contraproducente ya que queremos aprovechar el tiempo al máximo. Sin embargo date la oportunidad de ponerse en situaciones en las que tienes que esperar. Por ejemplo, intenta manejar en el carril lento cuando vayas en la autopista. Es muy difícil, especialmente para los que les gusta correr a alta velocidad. Más tratalo. Te enseñara paciencia.
Quizás diga, eso es demasiado para mi. Entonces, comienza pequeno. Cuando vayas a la tienda, deja de tratar de adivinar cuál es la línea que avanza más rápido. De todas maneras, sí lo notas, terminas en la más lenta. Tomarte el tiempo es donde dices: “Voy a pararme intencionalmente en la línea larga.” Se que a algunos les da un poco de ansiedad con solo pensarlo. Pero ese es el punto: te estás enseñando a ti mismo y te estás obligando a disminuir la velocidad.
Aprovecha esas y otras oportunidades para acelerar tu velocidad y practicar la disciplina espiritual de tomarte el tiempo. Durante esos momentos en los que estás esperando, puedes poner tus pensamientos en orden. Puedes meditar en algún versículo bíblico que leíste y te impactó. Date tiempo para procesar lo que Dios quiso decirte. También, puedes pensar en lo que tu cónyuge o tu hijo quiso decirte a la hora del desayuno. Estabas tan de prisa en la mañana que ni siquiera te diste la oportunamente de entablar una conversación con ellos. Mira lo que Jesús tiene que decir al respecto:
Mateo 17:1-3 Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como la luz. De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.
A este relato se conoce como la :transfiguración” porque Jesús se transforma ante estos tres discípulos. Jesús quería alejarlos de la multitud y del ajetreo del ministerio para revelarse a ellos. Les estaba enseñando a disminuir la velocidad y a tomarse su tiempo porque quería que experimentaran un encuentro más cercano con el. Quería que la relación entre ellos fuera más fuerte. Quería que lo vieran de una manera nueva. A veces, la rutina diaria puede llevarnos a acostumbrarnos a ver a Dios y a nuestros seres queridos como algo común. Damos por sentado nuestra relación con Dios que ya no nos sorprendemos de su grandeza. Tampoco vemos lo especial que es nuestra familia.
Imagina lo maravilloso y sorprendente que habrá sido este momento de “Transfiguración”. Fue un momento increíble. ¿Te imaginas estar allí con Pedro, Santiago y Juan? Jesús se está revelando a ellos de una manera nueva e indescriptible. Bueno, a medida que comiences a tomar en serio las disciplinas espirituales en tu vida, tú también empezarás a ver a Jesús de una manera fresca y nueva. Por consiguiente, empezarás a apreciar a tus seres queridos también. Pero esto sucederá sí eres intencional en tomarte tu tiempo.
Veamos la reacción de Pedro a este suceso tan increíble:
Mateo 17:4-5 Pedro exclamó: «Señor, ¡es maravilloso que estemos aquí! Si deseas, haré tres enramadas como recordatorios: una para ti, una para Moisés y la otra para Elías». No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él».
En medio de este momento tan hermoso, Pedro, en lugar de tomarse su tiempo y estar presente en el momento en que están viviendo hace algo con lo que muchos podemos relacionarnos. Petro tiene que entrar en acción y hacer algo. El quiere hacer unas enramadas o sea tres lugares para pasar la noche. Pero Dios el Padre lo interrumpe. No deja que Pedro termine de hablar. Es como que Dios le esta diciendo a Pedro: “oye, muchacho, no tan de prisa, parale, ¡Escúchalo!”
No es que lo que Pedro estaba sugiriendo fuera malo. Las cosas que a veces llenan nuestro día a día no son necesariamente malas. ¡Pero nos mantienen ocupados! Y nos perdemos de estar presentes y disfrutar del momento. Quiero pensar que Dios Padre le está diciendo: “¡basta! Solo quiero que estés presente. Te estoy revelando a mi hijo de esta manera increíble y nueva. Solo quiero que lo escuches.’ Dios dice: }Lo amo y quiero que TÚ lo ames”.
Así que estar presente trata de amor. Tiene que ver con escuchar. No se trata de la eficiencia. John Ortberg dijo en su libro La vida que siempre has querido: “El amor y la prisa son fundamentalmente incompatibles. El amor siempre lleva tiempo, y el tiempo es algo que las personas apuradas no tienen.“ Esas palabras parten el corazón. Vamos tan deprisa que no nos tomamos el tiempo para amar a Dios ni a nuestros hijos. No nos percatamos de que el tiempo pase volando y cuando menos lo sentimos, nuestros hijos han crecido. Luego dejan nuestro hogar y no supimos amarlos cuando estaban en nuestro regazo. Así que amar es detenerte.
Estar a solas
Estar a solas es nuestra segunda disciplina espiritual relacionada con controlar el ritmo de vida y disminuir la prisa con que vivimos. Una vida saturada le da al mundo permiso para moldearnos en su molde. “Estar a solas” es retirarse del constante bombardeo de estímulos para dejar que Dios nos transforme.
Cuando siempre estás rodeado de gente y de cosas que te estimulan, estás permitiendo que la gente, las cosa o sea todo lo de afuera te moldee a su manera. Estás tan saturado con las cosas de afuera que de repente la perspectiva bíblica te parece anticuada. Sin darte cuenta, empiezas a pensar como piensa el mundo. Las cosas con las que la sociedad no cristiana te bombardea día a día, poco a poco empieza a tener más sentido que la Palabra de Dios.
Esto sucede paulatinamente porque nunca pasas tiempo a solas. Sin ruidos. Sin nada que perturbe tú mente y corazón. No te das tiempo para estar a solas con Dios en oración y en la lectura de la Biblia. Tu alma necesita estar a solas para escuchar lo que Dios dice acerca de tu vida o la situación que estás pasando. De lo contrario, el mundo simplemente te obligará a ajustarse a su molde. Sin pensarlo, empezarás a actuar como los demás actúan y no le permitirás a que Dios te moldee y transforme a su imagen.
Romanos 12:2 No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. …
Nuestra manera de pensar debe ser moldeada por la Palabra de Dios y o por las costumbres del mundo. Esto pasará cuando empecemos a pasar tiempo a solas. Debemos apartar un momento diario para apartarnos de los quehaceres de la rutina diaria para pasar con Dios. Desconéctate del mundo. Jesús mismo se desconecto del mundo y sus quehaceres para pasar tiempo con Dios el Padre. Jesús pasaba mucho tiempo haciendo milagros y enseñando. Tenía días tan ocupados que hasta se olvidaba de comer. En Mateo 6 vemos que Jesús había tenido una semana ocupadísima. Primero, Jesús es rechazado en Nazaret. Luego envía a sus 12 discípulos. Luego su amigo y primo Juan el Bautista es decapitado. Así que aquí estoy seguro de que Jesús está increíblemente triste por esta pérdida. Él está viviendo una de esas semanas agotadoras emocional y físicamente. Leamos el pasaje.
Marcos 6:30-31 Los apóstoles regresaron de su viaje y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Entonces Jesús les dijo: «Vayamos solos a un lugar tranquilo para descansar un rato». Lo dijo porque había tanta gente que iba y venía que Jesús y sus apóstoles no tenían tiempo ni para comer.
¡Los discípulos están emocionados! Es como cuando nuestros hijos regresan a casa, y tienes muchas cosas que hacer, pero ellos están tratando de contarte todo lo que ha estado sucediendo en sus vidas. Te sientes abrumado. Así se siente Jesús. Entonces él sugiere que tienen que desconectarse de todo. Desafortunadamente, no tienen la oportunidad de hacerlo porque la gente los encuentra (aquí es donde Jesús alimenta a los 5.000). Pasemos al versículo 45 para ver que pasa después.
Marcos 6:45-46 Inmediatamente después, Jesús insistió en que sus discípulos regresaran a la barca y comenzaran a cruzar el lago hacia Betsaida mientras él enviaba a la gente a casa. Después de despedirse de la gente, subió a las colinas para orar a solas.
Por fin Jesús pudo lograr lo que tanto necesitaba: estar a solas. Fijate que Jesús es un gran ejemplo de un hombre justo e increíblemente espiritual. Pero necesitaba desconectarse del ajetreo de la vida. Algunos de ustedes necesitan desconectarse, pero no lo hacen porque sienten que es una decisión egoísta. No lo es. A veces necesitamos desenchufarse para poder renovarnos.
Jesús hizo el tiempo para escapar y pasar un tiempo a solas. Esto era por su salud mental. Sí, no tomaba tiempo para estar a solas, como cualquier persona, podría volverse loco con tanta presión. Si Jesús lo necesitaba, entonces tú también lo necesitas. Todos lo necesitamos aún hoy más que nunca.
Entonces, te preguntarás: “¿cómo hago para estar a solas?. Tengo muchas responsabilidades; hijos, trabajo, etc..” Trata de estar a solas aunque sea unos 5 a 10 minutos al día. Programa tu alarma por la mañana para levantarte un poco más temprano. No tienes que estar ausente necesariamente o irte fuera de casa. Toma algo de tiempo a solas antes de que los niños o tu cónyuge se levanten. Tal vez se te haga imposible en la mañana. entonces busca un tiempo después que todos se hayan acostado. También puedes hacerlo durante tu hora de almuerzo. Aparte a comer tú solo. Un poco de tiempo a solas todos los días es útil, es importante hacerlo porque es bueno para tu alma. Hazlo un hábito diario.. Te desafío a que hagas algo de tiempo en tu vida para que estés a solas. Si no lo haces, el mundo y las multitudes seguirán moldeándote a su manera.
Guarda silencio
Una vida egoísta nos tienta a usar nuestras palabras para controlar las cosas. “Guardar silencio” es elegir no hablar para poder escuchar a Dios y aprender a someterse a él.
Muchos nos vemos en la necesidad de hablar todo el tiempo. El silencio se nos hace incómodo. Estamos tan acostumbrados a tener siempre ruido alrededor ya sea música, podcasts, la tele, conversaciones, etc. Más déjame decirte que el silencio es hermoso. El silencio es elegir no hablar para que puedas escuchar a Dios y aprender a someterte a él.
No se trata de no hablar. Estás decidiendo ni siquiera dejar que la gente te hable. Ni siquiera estás escuchando música o alguna otra cosa. Solo hay silencio. Richard Foster, autor de Celebración de las disciplinas escribió lo siguiente: “Una razón por la que no podemos soportar permanecer en silencio es que nos hace sentir tan impotentes. Estamos tan acostumbrados a confiar en las palabras para administrar y controlar a los demás.” Esto sí es fuerte. Se usan las palabras para tener control. Con tus palabras, quieres controlar a tus amigos, tu cónyuge, tus hijos, compañeros del trabajo y ¡hasta a Dios! En tu relación con Dios, estás tratando de controlarlo con todas tus palabras todo el tiempo. Piensas que con hablar y hablar, Dios tiene que darte o hacer lo que le pides.
El silencio debe ser parte de tu vida de oración. Es callando que das espacio para que Dios te hable. No dejes que túuoración se convierta en una lista de supermercado: Señor quiero esto, necesito aquello, dame esto, etc. Dios ya sabe lo que necesitas. Calla. No intentes controlarlo ni convencerlo de algo. Aprende la disciplina espiritual de guardar silencio para poder escucharlo.
Eclesiastés 5:1- 2 Cuando entres en la casa de Dios, abre los oídos y cierra la boca. El que presenta ofrendas a Dios sin pensar hace mal. No hagas promesas a la ligera y no te apresures a presentar tus asuntos delante de Dios. Después de todo, Dios está en el cielo, y tú estás aquí en la tierra. Por lo tanto, que sean pocas tus palabras.
Si lidias con la ansiedad a diario. necesitas practicar el silencio. La ansiedad sucede muchas veces porque tratas de controlar las cosas y las situaciones. Dejale todo eso a Dios. No te coloques en el lugar de Dios. Entrégale el control de tú vida a Dios. Y esto sucede cuando guardas silencio delante de él y escuchas lo que tiene que decirte a través de Su Palabra.
Comienza guardando silencio por solo 5 minutos. No pongas música ni nada. Quédate en silencio sin ruido y sin palabras. Al igual que el ayuno, empieza poco a poco. Sera difícil. Pero poco a poco esos 5 minutos se convertirán en 10, y esos 10 en 20. Así, poco a poco, te estarás conectando más con Jesus. Verás lo que Dios te habla en el silencio. Tu relación con Dios crecerá más. Y no solo eso. Tus relaciones con tus amigos, esposo e hijos también mejorará porque aprenderás a escucharlos a ellos también. No trataras de salir adelante con una respuesta a una pregunta no terminada. Aprenderás a ponerles atención y a tener una conversación entre dos, como debe ser.
Así que aprende a disminuir la velocidad en que vas, toma tiempo para estar a solas y guarda silencio. Dios quiere que te quedes quieto. No trates de controlar las cosas en túuvida.
Salmos 46:10 «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios! …».