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Puntos de conversación:
- La imagen de Jesús en Getsemaní nos muestra el lado humano de Cristo. Sé honesto y vulnerable en la oración, compartiendo tu corazón con un Dios personal. Marcos 14:32-35
- A veces nuestros deseos no se alinean con la voluntad de Dios y esto no siempre es pecado. Debes estar dispuesto a someterte a la voluntad de Dios, incluso si eso significa sufrir. Marcos 14:36, Romanos 8:15-17
- Los discípulos tenían espíritus dispuestos pero cuerpos débiles. Jesús modeló algo diferente: alguien que dejó que el espíritu venciera la debilidad de la carne. Marcos 14:37-41
- Después de derramar dos veces su corazón ante el Padre, Jesús estaba listo para lo que le esperaba. Al final del día, debemos seguir adelante, confiando en que se hará la voluntad de Dios. Marcos 14:42
Hoy veremos la famosa historia de Jesús en el huerto de Getsemaní. Está a unos momentos de su traición y muerte, y lo sabe. Sus acciones –y, en contraste, las acciones de sus discípulos– nos dan una idea de nuestra pregunta del día:
¿Cómo debes orar en tu momento de necesidad?
Quizás esto sea exactamente lo que algunos de ustedes necesitan aprender hoy. Estás en un momento de necesidad con tus emociones: combatiendo con la ansiedad y/o la depresión. Posiblemente estés teniendo problemas financieros o en tu matrimonio. Quizás tu necesidad es que estés buscando cónyuge. Sea cual sea tu necesidad hoy, dejame decirte que no estás solo. Jesús también tuvo su momento de necesidad. Y eso es lo que veremos hoy.
La imagen de Jesús en Getsemaní nos muestra el lado humano de Cristo. Sé honesto y vulnerable en la oración, compartiendo tu corazón con un Dios personal.
Marcos 14:32-34 (NTV) Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense aquí mientras yo voy a orar». Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y angustiarse profundamente. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo».
Nota, que Jesús se aparta del grupo de discípulos, llevando consigo sólo a tres de ellos. Estos tres hombres formaban su “círculo íntimo” de amigos. Jesús los consideraba sus amigos de confianza y lo muestra cuando les confiesa sus verdaderos sentimientos. Su alma está destrozada por la tristeza. ¡Jesús se sentía tan triste hasta el punto de sentirse morir! Estos tres amigos están viendo a Jesus como nunca lo habia visto: vulnerable. Y en su gran angustia y profundo dolor les dice “Quédense aquí y velen conmigo”.
No quería que oraran CON él, no se trataba de tener una reunión de oración, sino que quería que oraran POR él. Deseaba que estuvieran disponibles para él mientras sostenía su conversación angustiosa con el Padre. Esto lo deducimos cuando les dice “velen conmigo”. Jesús sólo quería su compañía y saber que estaban con él. ¿Te identificas?
Pero aquí está la parte más interesante: Jesús “comenzó a afligirse y angustiarse profundamente. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte.” Los dos verbos traducidos como ‘afligido y angustiado’ describen una emoción extremadamente aguda. Fueron emociones de desconcierto, miedo, incertidumbre y ansiedad, que en ningún otro lugar se describen en términos tan vívidos como aquí. ¿Por qué tanta angustia y aflicción? Esto va en contra de lo que esperamos de Jesús: mesurado, confiado, en paz. Lo que estaban viendo los discípulos, y lo que nosotros estamos apreciando también, es la imagen de Jesús en el Getsemaní que nos muestra el lado humano de Cristo.
Él les está mostrando su humanidad en su totalidad. Hasta este punto, ellos han conocido a un hombre fuerte, de tal autoridad que hasta la naturaleza y los mismos demonios se someten a él. Han visto a un hombre seguro de sí mismo por ser el Hijo de Dios que con solo su mera palabra sanaba a las personas y resucitaba muertos. Más en este momento, están viendo a un hombre quebrantado y destrozado.
Entonces, el Getsemaní, como dice el Comentario bíblico del expositor, “revela la humanidad de Jesús con una fidelidad asombrosa… [y] Lejos de navegar serenamente a través de sus pruebas como un [ser] superior que no se preocupa por este mundo, está casi muerto de angustia.’”. Esto va muy de acuerdo con la unión hipostática. Por si no tienes ni idea de que estoy hablando, te explico. El Concilio de Calcedonia, celebrado en el año 451 d.C., afirmó la doctrina de la unión hipostática, declarando que Jesucristo es “perfecto en Dios y también perfecto en humanidad; él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, de alma y cuerpo razonables [racionales]”. Esta formulación reconciliaba los aspectos aparentemente paradójicos de que Jesús era al mismo tiempo plenamente divino y plenamente humano.
El concilio también condenó varias herejías, incluido el nestorianismo, que enfatizaba la distinción entre las naturalezas divina y humana de Cristo hasta el punto de sugerir que eran dos personas separadas. La Definición Calcedonia, la declaración de fe producida por el concilio, rechazó este punto de vista y afirmó la unidad de la persona de Cristo. Lo importante aquí, aparte de este punto doctrinal, es que Jesus, al sentirse de esta manera no solo mostró su humanidad sino que por ello se puede empatizar con nosotros como dice el libro de Hebreos.
Hebreos 4:15-16 (NTV) Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.
La otra razón por la cual su aflicción y angustia fue tan profunda y abrumadora no porque Jesús tuviera miedo de morir, sino porque tendría que absorber la ira de Dios por nuestro bien. Dios no cancelaría su ira contra la humanidad, la derramaría en Jesús. Jesús recibiría nuestro castigo por nuestro pecado. Sigamos leyendo para escuchar su oración honesta, cruda y desgarrante en el Getsemaní.
Marcos 14:35-36 (NTV) Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le esperaba. «Abba, Padre—clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
Escucha la oración de Jesús. Le pide al Padre que “Si fuera posible”. En otras palabras, está pidiendo otra salida, otro camino o manera de llevar a cabo el propósito pero que evite el sufrimiento que él tendrá que pasar. ¿Alguna vez has orado de esta manera? ¿Estás orando de esta manera ahora mismo? Si, si, la oración de Jesús te beneficiará mucho.
Cuando Jesús está clamando aquí por otra salida si fuere posible, puede que se esté recordando el caso de Abraham e Isaac. Si recordamos, a la hora en que Abraham levantó el cuchillo para matar a su hijo Dios proporcionó una “salida” proveyendo un carnero para el sacrificio. Recordemos que “Abraham llamó a aquel lugar Yahveh-jireh (que significa el Señor proveerá)” (Génesis 22:9-14). Esta era una promesa. ¿Será que Jesús esperaba que el Padre proveerá también para él?
Tal vez, en este momento de su oración, Jesús estaba pensando en la hambruna en Egipto. En este ejemplo, Dios usó a José para llevar a los israelitas a Gosén (Génesis 47:2-6) ¿Había otra manera en que Dios podría perdonar los pecados de los seres humanos así como perdonó a los hermanos de José y los salvó del hambre? Aparentemente no. Había que pagar un precio. Dios no podía simplemente hacer borrón y cuenta nueva con un acto de su elección, porque eso violaría su justicia y santidad.
Jesús le recuerda al Padre que “…todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí.” Si es cierto. Todo es posible para Dios. Con una excepción: no es posible que Dios actúe de forma contraria a su naturaleza. No es posible que Dios NO sea santo o justo. Por lo tanto, en un sentido real, no le era posible a Dios tomar la copa del sufrimiento de Jesús, si quería lograr la redención. Un Dios justo no puede pasar por alto el pecado. Su justicia clama por un castigo.
Y este castigo cayó totalmente en Jesús. Y él lo sabe muy bien. Por eso, a pesar que se siente angustiado y afligido en su carne, sabe que la voluntad del Padre debe cumplirse por eso agrega “Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía.” Jesús quería ver otra salida, pero aun así estaba más que dispuesto a que la voluntad de Dios se cumpliera aún sobre la suya. Él está dispuesto a sobreponer la voluntad de Dios aunque él tenga que sufrir hasta la muerte. Y si, fue literalmente hasta la muerte. Y una muerte horrenda. Todo por salvarnos. Era la única manera de que nosotros pudiéramos recibir salvación. La petición de Jesús de que Dios proveyera otra manera para llevar a cabo su plan de redención nos enseña que…
A veces nuestros deseos no se alinean con la voluntad de Dios y esto no siempre es pecado. Debes estar dispuesto a someterte a la voluntad de Dios, incluso si eso significa sufrir.
No siempre es pecado querer algo más o algo diferente a la voluntad de Dios. El pecado está en rechazar conscientemente la voluntad de Dios. Jesús nunca pecó, pero aquí expresa un deseo verdadero que no se alinea con la voluntad del Padre. Mira el lenguaje personal y sin formalidades que usa con el Padre en los versículos 35-36 que leímos: “Abba, Padre”. Jesús le está llamando en una forma de cariño al Padre. ¡Le está diciendo “papito”! ¿Oras tú de esta manera? De una manera informal y suplicante. Si no lo haces, empieza. Mira lo que nos dice el apóstol Pablo:
Romanos 8:15 (NTV) Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre».
Más observa cómo Pablo termina el pensamiento:
Romanos 8:17 (NTV) Así que como somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herederos junto con Cristo de la gloria de Dios; pero si vamos a participar de su gloria, también debemos participar de su sufrimiento.
Pablo nos está recordando que tenemos todos los beneficios de un heredero, pero esto también incluye “participar de su sufrimiento” al igual que Jesús. Jesús no desea pasar por ese trago amargo. Deseaba fervientemente que el Padre le proporcionará otra solución. Con eso no peco porque si, si deseaba otra solución, pero siempre estuvo dispuesto a que se hiciera la voluntad de Dios. Le pide a su “Papi” que quite la copa de sufrimiento de él, pero le reitera: “Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía”. Esa es la actitud que debemos tener: estar dispuestos hasta sufrir con tal que la voluntad de Dios se haga y no la nuestra.
Ésta es la esencia de la oración justa y santa. Es expresar tu corazón a un Dios personal. Un Dios que no está distante, sino al lado tuyo a través de hasta el mínimo detalle de tu vida. Una vez que le has dicho cómo te sientes o lo que deseas, entonces sométete a Su voluntad pase lo que pase. La “sumisión” parece que es una mala palabra hoy en día. Nadie está dispuesto a someterse a ninguna clase de autoridad. Todos quieren vivir su vida como les parezca sin querer rendir cuentas ni a Dios.
Algo interesante de notar es que “esta copa de sufrimiento” que está pidiendo que pase de él, es la misma copa a la que les preguntó a sus discípulos si estaban dispuestas a participar de ella haya en el capítulo 10 de Marcos (Marcos 10:38-39). Ellos dijeron sí, pero ya vimos que todos lo abandonaron a la hora que fue apresado. Porque esta copa de sufrimiento se refería a su muerte. En el Antiguo Testamento la “copa de la ira de Dios” representaba el castigo y el juicio. Y Jesús iba a recibir ese juicio y castigo en una cruz terminando así con su vida.
Y no es que Jesús tuviera miedo a morir. Eso no era lo que le causaba tanta angustia, dolor y tristeza. Lo que él temía era la separación con el Padre. Ellos siempre han sido uno. Pero en el instante en que Jesus estuviera en la cruz cargando todo el pecado del mundo se separaría de el Padre. Esto a causa de que un Dios tan Santo y Puro no puede ver el pecado. Solo el pecado nos separa de Dios. Por eso Jesús clama en la cruz “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46). Pero esto es tema para otro día.
Volvamos a la oración de Jesús que es lo que estamos analizando. En esta oración vemos una lucha interna muy fuerte que está viviendo Jesús. El Comentario del Pilar del Nuevo Testamento comenta que el “Getsemaní… nos presenta una interacción exclusivamente humana entre el corazón del Hijo y la voluntad del Padre. La oración de Jesús no es el resultado de una tranquila absorción en una presencia divina que lo abarca todo, sino de una intensa lucha con la terrible realidad de la voluntad de Dios y lo que significa someterse plenamente a ella.” Literalmente, Jesús estaba sufriendo amargamente por querer cumplir la voluntad de Dios. Sabía lo que tenía que hacer pero a la misma vez no quería hacerlo de la manera que Dios había planeado.
Todo esto está pasando mientras “sus amigos” están durmiendo cómodamente.
Los discípulos tenían espíritus dispuestos pero cuerpos débiles. Jesús modeló algo diferente: alguien que dejó que el espíritu venciera la debilidad de la carne.
Marcos 14:37-38 (NTV) Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo a Pedro: «Simón, ¿estás dormido? ¿No pudiste velar conmigo ni siquiera una hora? Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
¡Qué triste la actitud de los que estaban más cercanos a él! Se entiende que todo esto estaba ocurriendo a una hora muy avanzada. Dormir es comprensible dada la hora, el estrés del día, etc. Sin embargo, tenían una tarea que podrían haber cumplido. Y era acompañarlo a través de la oración. En este momento tan duro, Jesús necesita de la oración de sus amigos queridos. Y les dice: los entiendo. Se que están cansadisimos pero “velen y oren”.
Estos verbos son verbos imperativos, o sea son una orden. Debemos estar alertas (velen) o sea, bien despiertos espiritualmente y orando. ¿Para qué? Allí mismo se nos dice porque. “para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.” En otras palabras, nuestro espíritu o sea mi ser interior está dispuesto a hacer lo correcto y no pecar, pero mi cuerpo humano no porque es débil. Y es débil porque anhela lo malo, los placeres de la carne (Gálatas 5:16-23). Y es en oración que sometemos nuestros cuerpos a la voluntad de Dios. Después de darles la orden de velar y orar, Jesús vuelve a apartarse para orar.
Después de derramar dos veces su corazón ante el Padre, Jesús estaba listo para lo que le esperaba. Al final del día, debemos seguir adelante, confiando en que se hará la voluntad de Dios.
Marcos 14:39-40 (NTV) Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración que antes. Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.
Algo interesante que sobresale aquí es que Jesús hizo la misma oración que antes. Leamosla en detalle:
Marcos 14:36 (NTV) «Abba, Padre—clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
Después de orar la misma oración dos veces, regresó a sus discípulos
Marcos 14:41-42 (NTV) Cuando volvió a ellos por tercera vez, les dijo: «Adelante, duerman, descansen; pero no, la hora ha llegado. El Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores. Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».
Las palabras “adelante, duerman, descansen” son palabras irónicas. Es como decirles: “si claro, descansen y duerman ya que eso es lo importante para ustedes.” Esta frase hasta parece un poco exasperada. Posible que jesus este un poco decepcionado y molesto con sus discípulos ya que no pudieron hacer lo que les pido que hicieran por él. Esto muestra un increíble contraste entre Jesús y sus amigos. Jesús está angustiado; ¡Sus discípulos roncan!
Pero después viene el clímax del relato: “El Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores.” Luego añade: “levántense, vamos.” Aquí ya vemos a un Jesús resuelto y listo para afrontar lo que viene. Esta es la resolución que surge de la oración correcta que agrada a Dios. Está diciendo: vamos, hagamos lo que hay que hacer. Dios, estoy sometido a ti pase lo que pase. Tu voluntad, no la mía. Jesus.
El “vamos” que pronuncia en ningún momento es de huida sino es un “vamos” valiente y decidido. Él sabía que el plan redentor debía llevarse a cabo de esta manera tan cruel y agobiadora. Así que se levanta, fortalecido por la oración, decidido a cumplir la voluntad de Dios. Él va a encontrarse con Judas que lo ha vendido y entregado. Él va rumbo a su destino sabiendo que se está cumpliendo la voluntad mayor de Dios y no la suya. Él se está sometiendo humilde y completamente a lo dicho por el Padre no importando las dolorosas consecuencias ni el agobiante sufrimiento.
Cerremos con la pregunta del inicio: ¿Cómo debes orar en tu momento de necesidad? Y la respuesta, después de haber hablado del momento más intenso de gran necesidad de Jesús es: se honesto y vulnerable delante de tu Padre. No temas compartir lo que hay en tu corazón con un Dios personal y relacional. Sobre todo, debes estar dispuesto a someterte a su voluntad aun cuando hacerlo te lleve a sufrir. Después, sigue adelante, confiando en que se hará la voluntad de Dios y todo obrara para bien.
Ver también
- Lea los puntos de discusión anteriores como grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son sus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
- Comparte sobre un momento en el que clamaste desesperadamente a Dios pidiendo ayuda. ¿Qué tan difícil es para ti ser vulnerable con Dios en esos duros momentos?
- Jesús pidió a sus discípulos que oraran por él. ¿Quién está en tu “círculo íntimo” en tus momentos de necesidad?
- ¿Por qué Jesús estaba en tal agonía en el huerto de Getsemaní? ¿Es sorprendente que estuviera tan destrozado por la tristeza? Explica.
- ¿Por qué no le fue posible a Jesús evitar ir a la cruz?
- Los discípulos no oraron por Jesús en su momento de necesidad. ¿Alguna vez has hecho eso? Explica.
- ¿Qué has aprendido de Jesús acerca de orar en tu momento de necesidad? Haz una lista.