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Puntos de conversación:
- Hoy hablaremos sobre cómo superar tu pasado vergonzoso para experimentar la libertad que podemos tener en Cristo. Veremos el ejemplo de David en la historia de Betsabé y Urías. 2 Samuel 11:1-4
- El mundo se deleita con los pecadores atrevidos que desprecian la Palabra de Dios y no esperan castigo alguno. Eso se llama “desvergüenza” y no es nada nuevo. Romanos 1:24-32
- En el otro extremo del espectro está la “vergüenza”: el quedarse atrapado en la culpa ya sea viviendo en ella o tratando de salir de ella con tu buen comportamiento. Esto también es malo.
- David es un ejemplo de una persona que podría haberse quedado estancado en su comportamiento vergonzoso. En lugar de eso, se aferró a Dios y siguió adelante en la vida para experimentar la paz. Salmos 51:1-3,9-10
- La vergüenza sólo es buena cuando nos lleva a Cristo. Él tomó nuestra vergüenza en la cruz y nos liberó de la condenación. Romanos 7:24-8:1
Estamos hablando de la resiliencia. Dijimos que la resiliencia es aprovechar las emociones difíciles para fortalecer la fe. La difícil emoción que trataremos hoy es la vergüenza. La vergüenza, a la vez encierra la culpabilidad y la condenación. Así que hoy trataremos de enseñarte cómo superar tu pasado vergonzoso para experimentar la libertad que podemos tener en Cristo. Veremos el ejemplo de David en la historia de Betsabé y Urías.
Sé que estás pensando que la vergüenza siempre es mala y que nunca es buena. ¡Pero no tan rápido! Piensa en la desvergüenza:
El mundo se deleita con los pecadores atrevidos que desprecian la Palabra de Dios y no esperan castigo alguno.
Eso se llama “desvergüenza” y no es nada nuevo. Desde siempre, hemos pensado que un Dios tan bueno no nos va a castigar por “vivir la vida”. El consejo del mundo allá afuera es el dicho que conocemos muy bien: “Disfruta de la vida. Vida solo hay una.” O el más famoso: “Haz lo que sientas en tu corazón.” Y ya sabemos que este no es un buen consejo. Es más, la Biblia dice que el corazón es lo más engañoso que hay
Jeremias 17:9 »El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es?
Por eso la Biblia nos advierte que cuidemos nuestro corazón
Proverbios 4:23 (NTV) Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.
En el otro extremo del espectro está la “vergüenza”: el quedarse atrapado en la culpa ya sea viviendo en ella o tratando de salir de ella con tu buen comportamiento.
Esto también es malo. Nuestra cultura celebra al hábil asesino a sangre fría, al ladrón audaz y al justiciero moralista. También le aplaude al artista discográfico malhablado, al rebelde creativo, al comediante blasfemo, a la actriz desnuda, a la “pareja glamorosa” fornicadora. Además, celebra al atleta que se adora a sí mismo, al místico ocultista, y similares. Quizás el ejemplo más claro en nuestros días haya sido el movimiento de la homosexualidad desde ser algo casi universalmente visto como vergonzoso a algo que debería ser motivo de deleite y orgullo. El movimiento por los derechos de los homosexuales busca no sólo la tolerancia de lo que Dios llama pecado, sino la celebración en toda la sociedad” (Ligonier “Nuestro mundo desvergonzado”).
Mira lo que la Biblia dice al respecto:
Efesios 5:12 NTV Es vergonzoso siquiera hablar de las cosas que la gente malvada hace en secreto.
Romanos 1:24 (NTV) Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí.
Romanos 1:27 (NTV) Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro de sí el castigo que merecían.
Romanos 1:32 (NTV) Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan.
La vergüenza sigue un patrón. Es una progresión. Te explico. Primero, uno empieza pecando con un sentimiento de vergüenza. Luego te lleva a pecar sin un sentimiento de culpa ni vergüenza. Y terminas animando a otros a hacer lo mismo. ¿¡Esto no describe la cultura actual!? Mas antes que sigamos, hagamos un hincapié para definir la palabra vergüenza. Vergüenza, según la RAE (Real academia de la lengua española) es una “Turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante.”
¿Puedes ver cómo esto puede ser malo o bueno? Es malo por la desvergüenza, un extremo del espectro como vimos en el primer punto. Aquí es donde el enemigo te quiere: “¿Qué? ¿Qué pecado?” El diablo quiere que tengas ¡Una actitud desvergonzada! Que peques como si no fuera nada del otro mundo. Sobretodo, que no te importe. Que ya no sientas vergüenza por actuar pecaminosamente. Quiere que tengas una actitud deshonrosa. Y se llega a eso por la progresión de la que hablamos antes. Cometes el mismo pecado sin arrepentirse verdaderamente, que se llega a convertir como algo normal. La Biblia le llama a esto cauterización de la conciencia. En otras palabras, has cauterizado o “quemado” la conciencia con tu actitud desvergonzada que ya no sientes reprensión ni arrepentimiento.
Pero también es malo quedarte en la vergüenza. Esta emoción está en el otro extremo del espectro porque te quedas atrapado en la vergüenza. Esto es igual de útil para el enemigo. ¿La razón? Porque te causa autodesprecio, depresión, ansiedad, etc. No puedes soportar la culpa, así que eventualmente dejas de tratar de no pecar. Esto NO es ser resiliente. Ser resiliente es que pecas, pero te arrepientes, le pides perdón a Dios y sigues adelante. Sin embargo, para muchos, el hecho de dejar de tratar de pecar eventualmente conduce a la desvergüenza. O intentas lidiar con la carga de la culpa por tu cuenta. Así que intentas “pagar” la culpa de tu vergüenza siendo una mejor persona. Intentas tomar por la fuerza lo que sólo puedes obtener por gracia. Otros medican la vergüenza. En lugar de tratar con la raíz del problema, prefieren medicarse para lidiar con la depresión que el sentimiento de culpa o vergüenza causa.
Entonces, ¿cómo podría la vergüenza ser BUENA? Respuesta: cuando la vergüenza nos lleva a Cristo. Esta respuesta no está en el espectro de la vergüenza que va en una línea horizontal; en un extremo tienes la vergüenza y en el otro la desvergüenza. Cuando la vergüenza nos lleva a Cristo subimos a otro plano, a otro nivel. Es una dimensión completamente nueva. Mira lo que expresa el apóstol Pablo al reconocer que en no podía con su pecado por sí mismo:
Romanos 7:24-25 (NTV) ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Así que ya ven: en mi mente de verdad quiero obedecer la ley de Dios, pero a causa de mi naturaleza pecaminosa, soy esclavo del pecado.
El reconoció que solo en Jesucristo encontraba libertad para su vergüenza. Él aceptaba la gracia de la salvación y liberación gratuita de Jesus. Reconoció que por sus propias acciones él era un desgraciado. Pero también reconoció que solo en Cristo ya no había condenación por su acciones vergonzosas y pecaminosas.
Romanos 8:1 (NTV) Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús;
Ahora, con todo lo expuesto en mente, veamos a David y cómo él manejó la vergüenza de una manera que le ayudó a superarla.
David es un ejemplo de una persona que podría haberse quedado estancado en su comportamiento vergonzoso. En lugar de eso, se aferró a Dios y siguió adelante en la vida para experimentar la paz.
2 Samuel 11:1-4 En la primavera, cuando los reyes suelen salir a la guerra, David envió a Joab y al ejército israelita para pelear contra los amonitas. Destruyeron al ejército amonita y sitiaron la ciudad de Rabá. Sin embargo, David se quedó en Jerusalén. Una tarde, después del descanso del mediodía, David se levantó de la cama y subió a caminar por la azotea del palacio. Mientras miraba hacia la ciudad, vio a una mujer de belleza singular que estaba bañándose. Luego envió a alguien para que averiguara quién era la mujer y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita». Así que David envió mensajeros para que la trajeran y cuando llegó al palacio, se acostó con ella. Luego ella regresó a su casa. (Betsabé recién había terminado los ritos de purificación posteriores a su período menstrual).
David, se acuesta con Betsabé a pesar que sabía que estaba casada con Urias quien estaba en el campo de batalla. Ella queda embarazada. ¡Qué vergüenza doble!: ¡Se suponía que estaba haciendo guerra con sus guerreros! Ahora deja embarazada a una de las esposas de estos hombres. Pero la cosa se pone peor. Manda llamar a Urías e intenta que se acueste con su esposa para que el hijo que espera se lo pueda achacar a él. David está tratando de encubrir su pecado; algo que nunca funciona. Sin embargo, Urías es demasiado honorable y no disfrutará de su esposa mientras sus amigos pelean en el campo de batalla (!ay! para David).
Entonces David se siente aún más avergonzado y envía a Urías a su muerte en el frente de batalla. Detengámonos un momento aquí. ¿Hay alguna esperanza para este tipo? Muchos pensaríamos que no. Vemos que va de mal en peor. Primero, estaba de holgazán en su palacio en vez de estar en el campo de batalla dirigiendo a sus guerreros. Segundo, ve a una mujer bonita y la desea (lascivia). Tercero, sabiendo que la mujer está casada, la manda a llamar y fornica con ella. Cuarto, asesina a sangre fría a uno de sus guerreros fieles por esconder su propio pecado. Algunos de ustedes podrían estar pensando en las palabras de Pablo: “qué desgraciado…” Mas Dios no piensa como nosotros. Dios le envió un regalo en forma de alguien que le dice la verdad. Esto es tan poderoso que vale la pena leer el texto completo:
2 Samuel 12:1-7 (NTV) Por lo tanto, el Señor envió al profeta Natán para que le contara a David la siguiente historia: —Había dos hombres en cierta ciudad; uno era rico y el otro, pobre. El hombre rico poseía muchas ovejas, y ganado en cantidad. El pobre no tenía nada, solo una pequeña oveja que había comprado. Él crio esa ovejita, la cual creció junto con sus hijos. La ovejita comía del mismo plato del dueño y bebía de su vaso, y él la acunaba como a una hija. Cierto día llegó una visita a la casa del hombre rico. Pero en lugar de matar un animal de su propio rebaño o de su propia manada, tomó la ovejita del hombre pobre, la mató y la preparó para su invitado. Entonces David se puso furioso. —¡Tan cierto como que el Señor vive—juró—, cualquier hombre que haga semejante cosa merece la muerte! Debe reparar el daño dándole al hombre pobre cuatro ovejas por la que le robó y por no haber tenido compasión. Entonces Natán le dijo a David: —¡Tú eres ese hombre! …
¿Cómo manejarías esto? Piensa en como tú reaccionarías si alguien viene y te confronta con tu pecado. Sé honesto contigo mismo. Pueda que tú estés en los zapatos de David. Este podrías ser tú ahora mismo. Y al igual que David, no te enojas sino que estas sintiendo convicción por tu pecado. El Espíritu Santo te está redarguyendo por tu pecado, pero sobre todo, te llama al arrepentimiento.
La condenación es diferente. Te condena y no te da ninguna oportunidad.Pero Dios quiere dar segundas oportunidades. La clave es cómo respondes a alguien que dice la verdad. David respondió humildemente a la reprensión.
2 Samuel 12:13-14 (NTV) Entonces David confesó a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán respondió —Sí, pero el Señor te ha perdonado, y no morirás por este pecado. Sin embargo, como has mostrado un total desprecio por la palabra del Señor con lo que hiciste, tu hijo morirá.
Dios nos perdona cuando nos arrepentimos. Pero no siempre se pueden escapar las consecuencias del pecado. Puedes escapar del sentimiento de vergüenza que si no lo superas puede durar toda la vida. Miremos como David responde a la consecuencia de su pecado: él ayuna y ora toda la semana. Sin embargo, el niño muere. Este resultado no era nada nuevo para él. Dios se lo había dicho de antemano. David acepta las consecuencias de su pecado y lo suelta. 2 Samuel 12:20 (NTV) De inmediato David se levantó del suelo, se lavó, se puso lociones y se cambió de ropa. Luego fue al tabernáculo a adorar al Señor y después volvió al palacio donde le sirvieron comida y comió.
David es libre de su culpa, vergüenza y condenación. Dios le da una segunda oportunidad y lo bendice con otro hijo, Salomón. El nombre significa “Dios es su paz”. Esta es la lección que David aprendió en el Tabernáculo: soltar su vergüenza porque Dios lo perdonó y recibir la paz de Dios. Y es que la vergüenza lo estaba consumiendo. Leamos dos pasajes donde su vergüenza lo carcomía día y noche.
Salmos 51:1-3 (NTV) Ten misericordia de mí, oh Dios, debido a tu amor inagotable; a causa de tu gran compasión, borra la mancha de mis pecados. Lávame de la culpa hasta que quede limpio y purifícame de mis pecados. Pues reconozco mis rebeliones; día y noche me persiguen.
Salmos 51:9-10 (NTV) No sigas mirando mis pecados; quita la mancha de mi culpa. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
La vergüenza sólo es buena cuando nos lleva a Cristo. Él tomó nuestra vergüenza en la cruz y nos liberó de la condenación.
Vemos que la vergüenza llevó a David a arrepentirse y a pedirle perdón a Dios. Él tuvo convicción de que había pecado y se arrepintió. Después que el bebé muere. David deja de ayunar y de orar. Se levanta y come. Él aceptó que su pecado tuvo consecuencias y las aceptó. Pero también aceptó el perdón de Dios por su pecado y soltó el sentimiento de vergüenza. Dios lo había perdonado así que no tenía que seguir cargando con la vergüenza de su pecado. Su vergüenza lo llevó al perdón.
La vergüenza de colgar de una cruz, llevó a Jesús al gozo perfecto de volver al Padre y al gozo de poder cumplir su misión para salvar la humanidad de su pecado.
Hebreos 12:1-2 (NTV) …quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe. Debido al gozo que le esperaba, Jesús soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que esta representaba. …
Jesús fue avergonzado en la cruz, aunque no hizo nada malo.
Ahora, para cerrar, hablemos de la diferencia entre condenación y convicción.
Romanos 8:1 (NTV) Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús;
La Biblia dice que ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo. Esto es para los que han aceptado a Jesús como su Salvador y le han pedido perdón por sus pecados. La condenación viene cuando somos hallados culpables y nos dan una condena (condena = condenación). Satanás aprovecha tu vergüenza para alejarte de Dios y así ser condenado; o sea recibir condenación a un castigo eterno. Más el Espíritu Santo aprovecha tu vergüenza para señalarte la cruz. Te da convicción de que has pecado y necesitas venir a la cruz para arrepentirte y pedir perdón. Esa es la diferencia. La condenación te condena. La convicción te lleva a pedir perdón a Jesús para salvación.
Entonces no permitas que la vergüenza te lleve a alejarte de Dios y por lo tanto a la condenación. Sácale provecho a la vergüenza. Que esta te lleve a la convicción que debes arrepentirte y pedirle perdón a Dios. Una vez que lo haces, acepta Su perdón y no peques más. Luego, libérate de la verguenza que una vez que Jesus te perdona se olvida de tus pecados. La Biblia dice que los sepulta en lo profundo de la mar.
Ver también:
- ¿Comparte algunos ejemplos de “desvergüenza” en el mundo actual. Haz una lista.
- ¿Alguna vez te has quedado atrapado en la culpa? Si es así, ¿qué estrategia fallida probaste: avanzar hacia la desvergüenza o tratar de “tomar por la fuerza lo que sólo se puede obtener por gracia”? Explica.
- Resume la historia de David y Betsabé. ¿Cómo crees que David logró superar su vergonzoso pasado?
- Lee Romanos 8:1. ¿Qué significa que “no hay condenación” para los cristianos? ¿Se aplica a los no cristianos?
- ¿Cuál es la diferencia entre condenación y convicción? ¿Ser libres de la culpa significa que podemos hacer lo que queramos? Explica.