Hoy finalmente continuamos con nuestra serie de Hechos. Pasamos diciembre en una serie navideña. Luego, en enero vimos la Política del Reino. Si recuerdan, nos quedamos con la “ronda rápida”, cubriendo un capítulo a la vez del libro de los Hechos. Hoy retomamos en Hechos capítulo 18 con la pregunta: ¿Cuándo deberías “sacudirte el polvo” y seguir adelante?
Vamos a ver esto en acción en el texto de hoy, pero primero debemos retroceder y ver de dónde viene esta expresión en la ética cristiana. Viene de la enseñanza de Jesús a sus discípulos cuando los envió a predicar:
Lucas 9:5 (NTV) Y si en algún pueblo se niegan a recibirlos, sacúdanse el polvo de los pies al salir para mostrar que abandonan a esas personas a su suerte».
Este gesto simbólico pretendía demostrar que los mensajeros habían cumplido con su deber y ya no eran responsables del rechazo del pueblo. Era una señal del juicio divino, que indicaba que aquellos que se negaban a escuchar eran responsables de su propia condición espiritual. ¡Esto parece duro! Pero tal vez hayas estado en esa posición: un familiar que ha rechazado a Jesús o un compañero de trabajo con el que has intentado compartir de Jesús. Tal vez sea alguien con un corazón testarudo y rebelde en temas candentes como lo son el aborto provocado y el cambio de género y la sexualidad.
En nuestro tema de hoy responderemos dos preguntas importantes: ¿Cuándo deberías seguir adelante cuando alguien rechaza el evangelio? y ¿Cuándo deberías quedarte e invertir tiempo y energías?
Hechos 18:1-3 (NTV) Después Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. 2 Allí conoció a un judío llamado Aquila, nacido en la región del Ponto, quien estaba recién llegado de Italia junto con su esposa, Priscila. Habían salido de Italia cuando Claudio César deportó de Roma a todos los judíos. 3 Pablo se quedó a vivir y a trabajar con ellos, porque eran fabricantes de carpas al igual que él.
Si hacemos memoria, Hechos 2 nos menciona que hubo judíos del Ponto que el día de Pentecostés se convirtieron. Quizás Aquila fuera uno de ellos. Aquila era fabricante de tiendas de profesión. Probablemente tuvo mucha experiencia viviendo en su producto en sus viajes. Si los sumamos todos, viajó 4.500 millas. Eso es una locura en ese tiempo. Aquila, junto con su esposa, ayudaron a Pablo en su misión:
Romanos 16:3-5 (NTV) Den mis saludos a Priscila y Aquila, mis colaboradores en el ministerio de Cristo Jesús. 4 De hecho, ellos una vez arriesgaron la vida por mí. Yo les estoy agradecido, igual que todas las iglesias de los gentiles. 5 Den también mis saludos a la iglesia que se reúne en el hogar de ellos. …
¿Qué hizo en todos esos viajes? Tenía un trabajo regular (era fabricante de tiendas de campaña). A la misma vez, compartía el evangelio. El punto es que era normativo hacer discípulos en la iglesia primitiva. No era sólo para los “profesionales” como Pablo (¡quién por cierto no era un profesional!). ¡Y no sólo HOMBRES tampoco! Priscilla, la esposa de Aquila, es mencionada primero 4 de 6 veces. ¡Las mujeres también hicieron discípulos!
Entonces todos deben prestar atención a la siguiente parte. Dado que se supone que todos debemos ser “enviados”, todos necesitamos saber cuándo seguir adelante y dejar atrás nuestro empeño?
Cuando Pablo enfrentó oposición en la sinagoga, sacudió el polvo de su ropa y redirigió sus esfuerzos hacia los gentiles. Sacudir el polvo no significa darse por vencido con alguien; significa reconocer cuándo redirigir tus esfuerzos.
Hechos 18:4-6 (NTV) Cada día de descanso, Pablo se encontraba en la sinagoga tratando de persuadir tanto a judíos como a griegos. 5 Después de que Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo pasó todo el tiempo predicando la palabra. Testificaba a los judíos que Jesús era el Mesías; 6 pero cuando ellos se opusieron y lo insultaron, Pablo se sacudió el polvo de su ropa y dijo: «La sangre de ustedes está sobre sus propias cabezas; yo soy inocente. De ahora en adelante iré a predicar a los gentiles».
Esto claramente proviene de las enseñanzas de Jesús, como dijimos al principio. Pero aquí está lo curioso: tiene raíces judías. Los judíos se sacudían el polvo de los pies al salir de Territorios gentiles antes de entrar en Tierra Santa para evitar traer consigo contaminación “inmunda”. Simbolizaba una separación de aquellos que se consideraban fuera del pacto de Dios.
¡Pero Jesús tomó esta idea judía y le dio la vuelta! Sus discípulos estaban compartiendo la Buena Nueva con los judíos. Entonces les decía: si los judíos rechazaban su mensaje… ¿¡Trátenlos como gentiles!?
Pon esto en el contexto de lo que estamos aprendiendo en Hechos. Se está formando una nueva comunidad de Dios. Ahora son judíos junto a gentiles, ¡impensable! Aún más impensable es el hecho de que ¡habia más gentiles que judíos! No porque Dios esté en contra de los judíos, sino porque los judíos están rechazando a Dios.
Entonces Pablo toma una cosa judía: sacudir el polvo de los territorios gentiles. Y le da la vuelta: ¡sacúdete el polvo de los territorios judíos y vete a los gentiles! Es así como Hechos 18 responde a nuestra pregunta: ¿Cuándo deberíamos “sacudir el polvo” y seguir adelante?
La respuesta es cuando la persona tiene el corazón terco y no está dispuesto a escuchar. Dios no impondrá Su verdad a nadie, nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Esto es tan difícil cuando se trata de alguien a quien amamos. Por eso Jesús siempre decía: “el que tiene oídos para oír, que oiga…” Esas son las personas; las que oyen, en las que Jesús invirtió su tiempo, energías y más. Lo vemos en un tipo llamado Apolos.
Apolos era un maestro talentoso, pero carecía de una comprensión completa del evangelio. Sin embargo, su corazón enseñable nos muestra que los dones de una persona no son el factor principal para la inversión, sino su voluntad de aprender y crecer.
Terminamos el sermón saltando hasta el final del capítulo y mirando a Apolos. Este es un ejemplo de un tipo que está listo para que se invierta en él. Es por una cualidad que tiene que simplemente llamaremos “El factor Apolos”. A ver si puedes detectarlo
Hechos 18:24-26 (NTV) Mientras tanto, un judío llamado Apolos—un orador elocuente que conocía bien las Escrituras—llegó a Éfeso desde la ciudad de Alejandría, en Egipto. 25 Había recibido enseñanza en el camino del Señor y les enseñó a otros acerca de Jesús con espíritu entusiasta y con precisión. Sin embargo, él solo sabía acerca del bautismo de Juan. 26 Cuando Priscila y Aquila lo escucharon predicar con valentía en la sinagoga, lo llevaron aparte y le explicaron el camino de Dios con aún más precisión.
En primer lugar, este hombre tenía dones increíbles: orador elocuente, conocía bien las Escrituras y enseñó a otros acerca de Jesús con un espíritu entusiasta y con precisión. ¿Quién no querría esos dones? Algunos lo llaman el factor “X” o “ese algo especial”. Nosotros lo llamaremos “el factor Apolos”.
Pero no es el factor Apolos lo que lo hizo digno de que Priscila y Aquila invirtieran su tiempo y energías en él. Te explico el Factor Apolos. Este hombre tenía un corazón enseñable (oídos para oír). A pesar de todos sus dones, se había perdido algo importante. El “sólo sabía del bautismo de Juan”. No estoy exactamente seguro de lo que esto significa. Quizás no entendió que el bautismo de los creyentes es diferente.
Priscila y Aquila le mostraron lo que le faltaba, y el escuchó. Nada de sacudir el polvo, nada de seguir adelante, sino dos cosas: primero, lo llevaron aparte (no le tiraron tomates podridos durante su sermón ni lo abuchearon o avergonzaron). Segundo, le explicaron el camino de Dios de una manera clara y más exacta.
Lo sobresaliente que vemos aquí es que Apolo tuvo la actitud de corazón de recibir instrucción. Eso hace que valga la pena invertir en una persona. Y contigo, ¿vale la pena invertir tiempo y energía?
Dios respeta la elección humana y no impone su verdad a nadie, así que nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Cuando alguien tiene un corazón terco y reacio, que rechaza la verdad, es hora de seguir adelante.
Necesitamos terminar con una observación más sobre sacudir el polvo y “seguir adelante”. Esta expresión simboliza aceptación y responsabilidad. Quiere decir que yo, como portador del evangelio, acepto que hice mi parte: compartí la verdad. Ahora tú, al que le comparto, eres responsable de rechazarla.
Suena tan definitivo y tan duro. Puede que digas que no suena como el Jesús que conoces. Pero si porque cada quien tiene la responsabilidad de aceptar o rechazar el evangelio de salvación. Sin embargo mira esto:
Hechos 18:19-21 (NTV) Primero se detuvieron en el puerto de Éfeso, donde Pablo dejó a los demás. Mientras estuvo en Éfeso, fue a la sinagoga para razonar con los judíos. 20 Le pidieron que se quedara más tiempo, pero él se negó. 21 Al irse, sin embargo, dijo: «Si Dios quiere, regresaré». Entonces zarpó de Éfeso.
Este es el hombre que se sacudió el polvo de la ropa y dijo: “De ahora en adelante iré a predicar a los gentiles”. (v6). 13 versículos después está de regreso en la sinagoga, compartiendo nuevamente con los judíos. Esto refleja el corazón de Dios por las personas. Quiere que todos escuchen. Sigue dándole oportunidades a la gente.
La verdad es que nunca “seguimos adelante” del todo, ni siquiera con un familiar que ha rechazado a Jesús o con un compañero de trabajo con el que has intentado compartir el evangelio. Mucho menos con alguien con un corazón testarudo y rebelde en temas candentes. Dios siempre puede cambiar un corazón. Por eso no quemamos puentes, incluso después de haber dicho o hecho todo lo que podamos. Sacudir el polvo no significa darse por vencido con alguien; significa reconocer cuándo redirigir tus esfuerzos y volver a hablarle de Jesús en otro momento. Pablo lo dijo más tarde así:
2 Corintios 5:20 (NTV) Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!».