Cada vez que que pecas, es algo malo y te convierte culpable ante Dios, ya sea que lo sientas o no. Pero existe algo como “culpa buena” y ” culpa mala”
Todos sabemos que el pecar es malo y es que el pecado te hace culpable ante Dios. Esto es porque eliges tu propio camino en lugar de seguir a Dios – sea que te sientas culpable o no. Pero hoy no hablaremos de la culpa en sí, sino de los sentimientos de culpa que trae consigo el pecado. Ahí es donde entra lo de culpa buena y culpa mala.
LA CULPA MALA ES LA ACUSACIÓN Y LA CONDENACIÓN.
La culpa mala es la obra del diablo. Su nombre – Satanás – literalmente significa “el acusador”.
Apocalipsis 12:10 (NTV) Pues el acusador de nuestros hermanos —el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche— ha sido lanzado a la tierra.
Parte del trabajo de Satanás es acusar a los cristianos. Nos acusa delante de Dios. El libro de Job es un buen ejemplo de esto. Pero no solo nos acusa delante de Dios, sino también nos acusa en nuestros propios corazones.
Satanás usa la culpa mala para paralizarte en tu pecado. Te dice lo fracasado que eres. La culpa mala te deja revolcado en tus pecados y errores sin esperanza. Y la verdad es que nuestro pecado merece la condena. Pero Satanás quiere que nos quedemos allí. Él quiere que pensemos que nuestro pecado es demasiado grande para la redención de Dios. Quiere mantenerte cautivo en el pasado, que huyas y te escondas de Dios en vergüenza. De esa manera nunca experimentarás las promesas de Dios ni será fructífero para Dios en tu mundo.
LA CULPA BUENA ES UNA CONVICCIÓN PIADOSA Y SANTA.
Esto es algo que el Espíritu Santo hace en nuestras vidas.
Juan 16:08 (NTV) y cuando él [el Espíritu Santo] venga, convencerá al mundo de pecado y de la justicia de Dios y del juicio que viene.
Parte de la obra del Espíritu es traer el pecado a la luz para convencer a una persona de que su pecado es realmente malo. Puede que esto no suene muy diferente de la acusación del diablo. Pero hay una diferencia.
2 Corintios 7:10 (NTV) Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
En otras palabras, hay una especie de tristeza por el pecado que viene de Dios, que nos aleja del pecado y nos conduce al arrepentimiento. Esto significa un cambio del corazón y de la actitud hacia nuestro pecado. Ese es el primer paso hacia la transformación verdadera.
Esa es la diferencia entre culpa buena y culpa mala. Una lleva a la redención y la otra conduce a la desesperación.
LA CONVICCIÓN PIADOSA / SANTA NOS LLEVA A LA CRUZ.
Porque es en la cruz es donde podemos ser reconciliados con Dios. Dios no sólo está dispuesto a perdonar tus pecados sino que Él anhela hacerlo.
Isaías 30:18 (NTV) Así que el Señor esperará a que ustedes acudan a él para mostrarles su amor y su compasión.
Claramente se nos dice que Dios está listo para perdonarnos tan pronto estemos dispuestos a venir a Él. Dios no quiere que nos revolquemos en la culpa y la autocompasión. En cambio, la convicción del Espíritu nos hace que traigamos nuestro quebrantamiento y culpa a Él, dónde podemos confesar nuestro pecado y sentirnos culpables, y luego mirar hacia la cruz y dejarlo ahí. En ese momento, Dios toma nuestra culpa y nuestro pecado y lo lava gracias a Jesús y a su sacrificio en la cruz.
Romanos 8:1-2 (NTV) Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; y porque ustedes pertenecen a él, el poder del Espíritu que da vida los[b] ha libertado del poder del pecado, que lleva a la muerte.
Gracias a lo que Jesús hizo por nosotros, no importa que tan fuerte sean las acusaciones de Satanás. No importa si dice la verdad acerca de nuestro pecado y nuestro pasado. Nuestro pecado ha sido pagado. Pero tenemos que creerle a Dios por su promesa de gracia para recibir el perdón y comenzar a caminar en la libertad de la condenación que Jesús ganó para nosotros en la cruz. Ahí es donde la buena clase de culpa nos conducirá siempre.
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