Hoy es Domingo de Resurrección. Este día es un día de celebración y gozo para todos los cristianos alrededor del mundo. Es el máximo día festivo para los que han aceptado a Jesús. Hoy es el día que celebramos con júbilo y gozo que Jesús se levantó de entre los muertos venciendo así a la muerte. Y es a través de esta resurrección que tenemos la esperanza que un día, nosotros también resucitaremos para vida eterna. ¡Así que alégrate que Jesús está vivo! ¡Dale alabanzas porque Jesús resucitó! Y con este espíritu de celebración, también terminamos el libro de Marcos. Lo terminamos volviendo al versículo con que lo abrimos:
Marcos 1:1 Esta es la Buena Noticia acerca de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios.
Y como ha sido costumbre, con cada lección de este evangelio, te planteamos una pregunta. Así que hoy que es el último, no puede ser la excepción. La pregunta de hoy es: ¿Qué necesitarías para convencerte de que Jesús es el Hijo de Dios?
Hemos recorrido un largo viaje a través del evangelio de Marcos. A lo largo de su evangelio, Marcos, ha estado argumentando que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Abrió su evangelio con esta declaración y ha pasado los últimos 16 capítulos acumulando evidencia. Y nosotros hemos visto estas evidencias en cada mensaje presentado. Entonces, déjame replantear la pregunta de hoy: ¿Qué más necesitas para convencerte de que Jesús es el Hijo de Dios?
Tienes todas las pruebas de su divinidad o sea que es el Hijo de Dios y no un profeta o un buen hombre. Hoy te recordaremos las pruebas ya vistas y terminaremos con la de hoy. La primera prueba a considerar es:
El testimonio de Juan el Bautista
Marcos 1:7-8 (NTV) Juan anunciaba: «Pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de inclinarme como un esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, ¡pero él los bautizará con el Espíritu Santo!».
Juan fue el precursor de Jesus. Él solo vino a preparar el camino para que Jesús empezara su ministerio. Juan no habló de sí mismo sino de uno que era mayor que él y guió a la gente a Jesús. Fue encarcelado y decapitado por su mensaje. Nadie estaría dispuesto a morir por un impostor. Jesus tiene que ser el Hijo de Dios para que Juan, y muchos otros discípulos, estuvieran dispuestos a dar sus vidas por Jesus.
La segunda prueba que quiero que consideres es:
La afirmación del Padre
Marcos 1:11(NTV) Y una voz dijo desde el cielo: «Tú eres mi Hijo muy amado y me das gran gozo».
Esto lo afirmó y declaró el Padre cuando Jesús se bautizó. Lo hizo en público. Todos pudieron oír la voz que descendía del cielo declarando a Jesús como el Hijo de Dios. Mucho después, en el Monte de la transfiguración, Dios volvió a declarar las mismas palabras:
Marcos 9:7 (NTV) Luego una nube los cubrió y, desde la nube, una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado. Escúchenlo a él».
Las dos siguientes pruebas las combinamos:
Sus milagros y su vida sin pecado
Sus milagros son muchos y ya los vimos a través de todo el evangelio. También, tomamos por hecho que Jesús vivió una vida sin pecado. Él fue tentado pero nunca pecó.
1 Pedro 2:22 (NTV) Él nunca pecó y jamás engañó a nadie.
La última prueba y la más poderosa es:
La resurrección
La resurrección es el clímax del evangelio de Marcos. Es el clímax de todo evangelio. Evangelio significa “Buena Noticia” o “Buena Nueva”. Sin resurrección no hay buenas noticias. La muerte de Jesús sería simplemente el caso más trágico de injusticia de la historia, sin una pizca de bondad. Fue la resurrección la que cambió la forma de pensar de sus discípulos. Fue el encuentro con Cristo resucitado que los transformó de hombres cobardes y llorones que lo abandonaron y siempre discutían sobre quién sería el más grande, a hombres valientes y llenos de fe que proclamaron sin vergüenza que Jesús es el Hijo de Dios. Mas no fueron solo hombres valientes, sino que también, mujeres valientes:
Marcos 16:1-4 (NTV) El sábado al atardecer, cuando terminó el día de descanso, María Magdalena, Salomé y María, la madre de Santiago, fueron a comprar especias para el entierro, a fin de ungir el cuerpo de Jesús. El domingo por la mañana muy temprano, justo al amanecer, fueron a la tumba. En el camino, se preguntaban unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada de la tumba?»; pero cuando llegaron, se fijaron y vieron que la piedra, que era muy grande, ya estaba corrida.
Las mujeres compraron especias para el entierro. No esperaban una tumba vacía. Esperaban encontrar un cadáver. Esta unción no fue un intento de preservar el cuerpo. Los judíos no practicaban el embalsamamiento. Fue un acto de amor y devoción. Compraron las especias en la primera oportunidad que tuvieron y se dirigieron a la tumba a la primera oportunidad que fue segura (tan pronto como amaneció). No dejaron de mostrar su devoción a Jesús. Tocar un cadáver las habría hecho ceremonialmente impuras, otro sacrificio que estaban dispuestas a hacer por Jesús. ¿Qué estamos nosotros dispuestos a sacrificar por él?
Es un testimonio poderoso que todos los evangelios registran que las mujeres fueron las primeras en escuchar y ver la buena nueva de la resurrección. Si estuvieras inventando esta historia, nunca escribirías ni dijeras que las mujeres fueron las primeras en confesar la resurrección. Su testimonio no hubiera sido admisible ante el tribunal en esa época. Así que, si la resurrección fuera una falacia, una invención de los discípulos, hubieran dicho que fueron un par de discípulos los que llegaron temprano a la tumba.
Las mujeres estaban preocupadas porque no sabían como iban a entrar a la tumba. En ese tiempo, los muertos se enterraban en cuevas y se sellaba la entrada con una piedra enorme. Entonces, ¿quién quitaría la piedra? Sabemos por el evangelio de Mateo que hubo un terremoto y un ángel fue quien hizo rodar la piedra y luego se sentó sobre ella. También sabemos por el evangelio de Mateo que los guardias romanos que habían sido asignados para custodiar la tumba temblaron de miedo y se desmayaron al ver al ángel. Marcos identifica al ángel cómo un “joven vestido con un manto blanco.”
Marcos 16:5-7 (NTV) Cuando entraron en la tumba, vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho. Las mujeres estaban asustadas, pero el ángel les dijo: «No se alarmen. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo. Ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir».
El ángel retó a las mujeres a ver por sí mismas que el cuerpo no estaba allí: “Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo”. Él quería que ellas vieran con sus propios ojos que Jesús ya no estaba en la tumba. El testimonio de testigos presenciales es mucho más poderoso que los rumores. Cuando vemos algo con nuestros propios ojos hay un nivel de prueba y convicción que va mucho más allá de escuchar que algo es verdad.
Antes de terminar, quiero hacer una aclaración entre resurrección versus resucitación. La resurrección se refiere a volver o regresar a la vida de manera gloriosa y transformada. La resurrección implica un cambio fundamental en la naturaleza del cuerpo. La resurrección promete una vida eterna y una comunión con Dios.
La resucitación es una reanimación y se refiere a traer de vuelta a la vida a una persona en su cuerpo mortal original. No implica una transformación gloriosa ni una vida eterna.
Jesús es el primero en resucitar (de resurrección). Hubo reanimaciones en la Biblia antes de Jesús: Elías resucitó (de resucitación) o reanimó de entre los muertos al hijo de la viuda de Sarepta, al igual que Eliseo hizo con el hijo de la sunamita, y Jesús a la hija de Jairo y a Lazaro. Todos ellos fueron vueltos a la vida pero todos murieron de nuevo. Jesús no fue reanimado. Él resucitó. Regresó a la vida para no morir nunca más. Esto nunca antes se había visto en la historia. Jesus fue el primero ¡Pero no será el último! Todo creyente va a experimentar una resurrección a la vida eterna. Así es como Pablo escribe sobre esto en 1 Corintios 15:
1 Corintios 15:20-23 (NTV) Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron. Así que, ya ven, tal como la muerte entró en el mundo por medio de un hombre, ahora la resurrección de los muertos ha comenzado por medio de otro hombre. Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva; pero esta resurrección tiene un orden: Cristo fue resucitado como el primero de la cosecha, luego todos los que pertenecen a Cristo serán resucitados cuando él regrese.
A las mujeres se les ordena que vayan y anuncien la Buena Noticia de que Jesús resucitó Tenemos ese mismo mandato. Era contracultural enviar mujeres a ser las primeras en salir a la misión. Se les dice específicamente que vayan y le cuenten a los discípulos y hace un hincapié: que también le comuniquen la noticia a Pedro. ¿Acaso Pedro se había retirado por vergüenza de haber negado a Jesús tres veces? ¿Tal vez los otros discípulos lo habían condenado al aislamiento porque había fallado en el momento en que había sido tan inflexible en que moriría con Jesús? Se suponía que él era la roca, pero se había desmoronado como una galleta. No sabemos cual es la razón.
Una breve aclaración: los manuscritos más antiguos de Marcos, terminan en el versículo ocho que dice:
Marcos 16:8 (NTV) Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas.
Sin embargo, los manuscritos más tardíos, terminan, unos con un final breve agregado al versículo 8, que lee:
Marcos 16:8 (NTV) Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas. Luego ellas informaron todo eso a Pedro y a sus compañeros brevemente. Tiempo después, Jesús mismo los envió del oriente al occidente con el sagrado e inagotable mensaje de salvación que da vida eterna. Amén.
Y otros manuscritos tienen 20 versículos. Algunas versiones, como la Reina Valera, termina con el versículo 29, pero no tiene la segunda parte del versículo 8.
Sin embargo, esto no quita al hecho importante y radical del mensaje:
¡Jesús es el Hijo de Dios! Él vivió una vida sin pecado, tiene el mismo poder que el Padre para hacer milagros, prodigios y señales. El mismo Dios Padre declaró que Jesus era su Hijo. Sobre todo, Jesus es el único que hasta el día de hoy ha resucitado de entre los muertos, y sigue vivo, sentado a la diestra de Dios Padre. Esto nos da esperanza que nosotros también algún día, resucitaremos a la vida eterna para vivir con Jesús en el cielo.
Ver también: