En el capítulo anterior vimos que Dios quiere ser encontrado por nosotros, y que se ha revelado en la Biblia. En los siguientes capítulos exploraremos muchos versículos de la Biblia que explican cómo iniciar una relación con Dios y cómo vivir a la luz de esa relación. Pero, ¿cómo sabemos que podemos confiar en la Biblia? ¿Por qué deberíamos escuchar sus afirmaciones? Eso es lo que cubriremos en este capítulo.
La Biblia es el libro más vendido de todos los tiempos y no se parece a ningún otro libro escrito en la historia. Ha cambiado vidas individuales y ha moldeado culturas enteras. Es un texto antiguo que afirma haber sido escrito por Dios mismo, y la prueba de su confiabilidad es sorprendentemente fuerte. Aquí hay tres razones por las que podemos confiar en lo que enseña:
Razón #1: Evidencia histórica: los manuscritos antiguos y las excavaciones arqueológicas se han acumulado a favor de la confiabilidad bíblica.
La Biblia fue escrita hace miles de años, mucho antes de las imprentas y la tecnología moderna. Fragmentos de los manuscritos del texto bíblico han soportado guerras y condiciones meteorológicas a lo largo de los siglos. Los restos que quedan representan sólo una fracción de los originales. ¿Son suficientes esos remanentes para proporcionar un testimonio confiable para los lectores de hoy en día? Y ¿cómo podemos estar seguros de que el mensaje no se ha corrompido durante milenios? La buena noticia es que el Dios que inspiró las Escrituras también es lo suficientemente poderoso como para preservar esos escritos a través de los siglos.
Considera la evidencia manuscrita. Las copias manuscritas (escritas a mano) en el mundo antiguo se escribían minuciosamente a mano, y no todas sobrevivieron a los estragos del tiempo. La fiabilidad de los escritos antiguos está determinada por el número de copias (o copias parciales) de la obra existente. Entonces, ¿cómo se compara la Biblia? Compruébalo tú mismo:
- Hoy tenemos solo 49 copias de los escritos de Aristóteles.
- “La Ilíada” de Homero le va un poco mejor, con 643 copias en existencia.
- ¡El Nuevo Testamento gana por abrumadora mayoría, con casi 5700 copias en griego y más de 19,000 copias en otros idiomas!
El Nuevo Testamento claramente tiene más evidencia manuscrita que cualquier otra obra antigua. Pero, ¿cómo sabemos que esas copias manuscritas son fieles a los originales? ¿Qué pasa si los autores humanos cambiaron el mensaje, intencionalmente o no? La arqueología moderna nos ayuda a responder a esta pregunta, gracias a los Rollos del Mar Muerto. En 1947, un pastorcillo descubrió algunos pergaminos antiguos escondidos en cuevas remotas en el Medio Oriente. Esto condujo a más descubrimientos en el área, y al final se recuperaron casi 1000 manuscritos. Se encontraron partes de casi todos los libros del Antiguo Testamento, y algunos de esos fragmentos resultaron ser casi 1000 años más viejos que los manuscritos más antiguos conocidos en ese momento. Esto ofrece una prueba perfecta para la confiabilidad de nuestras traducciones modernas. El libro de Isaías proporciona el ejemplo más convincente, ya que los Rollos del Mar Muerto contenían una copia completa de los escritos del profeta. Cuando se compara con el Texto Masorético (la copia más antigua conocida hasta ese entonces, que data de alrededor del año 800 AD), el manuscrito de Isaías de los Rollos del Mar Muerto era idéntico en un 95 %. Y las únicas diferencias eran menores, a menudo sólo variaciones en la ortografía.
Entonces, la evidencia histórica se acumula a favor de la confiabilidad de la Biblia. Pero hay más.
Razón #2: Evidencia textual. la Biblia contiene 66 libros. escritos por 40 autores a lo largo de 1500 años y, sin embargo, cuenta una historia unificada.
La Biblia es el proyecto de escritura más impresionante en la historia del mundo. Piénsalo: Moisés, un esclavo judío criado en la casa de un faraón, escribió los primeros cinco libros. Juan, un pescador convertido en revolucionario, escribió los últimos cuatro libros. En el medio había libros y cartas escritas por pastores, reyes, profetas, recaudadores de impuestos, médicos y más. Y el autor más prolífico del Nuevo Testamento fue Pablo, un fariseo religioso que persiguió celosamente a los seguidores de Jesús antes de unirse a ellos. La mayoría de estos autores nunca se conocieron, y muchos de ellos no tenían ni idea de los otros libros y cartas que eventualmente se incluirían en la Biblia. Sus escritos abarcaron diferentes culturas e idiomas a lo largo de 15 siglos y, sin embargo, la Biblia se lee asombrosamente como una sola historia. De principio a fin se trata de Jesús, y la profecía cumplida es el pegamento que lo mantiene unido. Tomemos sólo algunos ejemplos:
- De las 12 tribus de Israel, se predijo sorprendentemente que Judá sería la tribu de la cual vendría Jesús, que es exactamente lo que sucedió. Génesis 49:10, Mateo 1:1-3
- Estaba profetizado que Jesús nacería en Belén, y así sucedió, aunque su madre ni siquiera vivía allí. Miqueas 5:2, Lucas 2:1,4
- Los profetas escribieron con asombrosa precisión sobre la tortura y muerte de Jesús cientos de años antes de que sucediera, exactamente como se predijo. Salmo 22, Isaías 53
Fue por este tipo de profecías que Jesús pronunció estas palabras a los líderes religiosos de su época: “Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí!” (Juan 5:39). La Biblia cuenta una historia asombrosa porque al fin de cuentas, fue inspirada por el Dios de la historia humana.
Esta evidencia textual lleva a nuestra prueba final:
Razón #3: evidencia personal: la Biblia es, en última instancia, acerca de Jesús, y el cambio de vida de sus seguidores es la prueba más convincente de su mensaje.
Tomemos sólo tres ejemplos del Nuevo Testamento, comenzando con Pedro. Cuando Jesús fue juzgado antes de su crucifixión, una sirvienta notó a Pedro y lo acusó de ser un seguidor de Jesús. Pedro lo negó tres veces, alejándose con un increíble sentido de culpa y vergüenza (Lucas 22:56-59). Pero ese no fue el final de su historia, porque días después Jesús resucitado se sentó a desayunar con Pedro y lo reafirmó tres veces (Juan 21:15-19). Pedro pasó a ser un pilar de la iglesia cristiana, y eventualmente entregó su vida por Jesús. También considera a Tomás “el incrédulo”. Se perdió el encuentro con Jesús resucitado con los otros discípulos y expresó su duda de que realmente hubieran visto al Cristo resucitado. Pero muy pronto vio a Jesús por sí mismo y profesó su fe en él (Juan 20:25-28). También, Tomás acabó muriendo por su fe. Luego está Pablo, un fariseo de fariseos (Filipenses 3:5) cuya misión en la vida era perseguir a los seguidores de Jesús. Luego, conoció a Jesús y se unió a ese mismo grupo de discípulos inadaptados. Pablo hizo que la misión de su vida fuera difundir las Buenas Nuevas acerca de Jesús y él también murió como mártir. No hay forma de explicar estas vidas cambiadas, excepto concluir que el mensaje acerca de Jesús, junto con cada palabra de la Biblia, verdaderamente es inspirado por Dios.
Pero ninguna cantidad de evidencia puede vencer una actitud incrédula. Al final del día, confiar en la confiabilidad de la Biblia se reduce a tu voluntad de creer en el Dios detrás de la Biblia. Jesús señaló este punto un día mientras enseñaba en los atrios del Templo:
Juan 7:16-17 “Mi mensaje no es mío sino que proviene de Dios, quien me envió. Todo el que quiera hacer la voluntad de Dios sabrá si lo que enseño proviene de Dios o solo hablo por mi propia cuenta.”.
Si no estás dispuesto a someterte a la voluntad de Dios, tu búsqueda habrá terminado antes de que siquiera hayas comenzado. Pero si estás dispuesto a venir a Dios en sus términos y tomarle la palabra, entonces Jesús promete que descubrirás la verdad. Las enseñanzas de Jesús, y de hecho todas las enseñanzas de la Biblia, son de Dios, no del hombre. Y así podemos confiar en la Biblia en nuestra búsqueda de Dios.
Pero aún más que confiar en las palabras de Dios en la Biblia, necesitamos saber si podemos confiar en el corazón de Dios hacia las personas. Eso es lo que cubriremos en la próxima lección.