El Sermón del Monte (Mateo 5-7) es el primero, y el más famoso, de cinco discursos largos de Jesús registrados en el evangelio de Mateo. El tema central de este discurso es la vida en el reino de Jesús. Nos enseña a vivir como seguidores de Jesús nuestro Rey.
La parte central del Sermón del Monte (Mateo 5:21-48) consiste en lo que los eruditos llaman las seis “antítesis” (opuestos). En cada caso, Jesús hace un contraste: “Han oído… pero yo digo…” Jesús deconstruye seis veces cómo se enseñaba y entendía la Ley del Antiguo Testamento en ese momento a la luz de su propio entendimiento. Esto tiene sentido a la luz de Mateo 5:17, donde Jesús dijo: “No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos.” Jesús es el cumplimiento de la Ley. Primero, todo en el Antiguo Testamento apuntaba hacia él. Segundo, como Hijo de Dios tiene autoridad sobre la Ley, y su interpretación es la palabra final.
El primer tema que plantea Jesús, en Mateo 5:21-26, es el asesinato. La Ley del Antiguo Testamento era clara acerca de quitar la vida a un inocente. Pero, ¿qué pasa con los pensamientos y actitudes homicidas que yacen bajo la superficie de nuestros corazones?
El asesinato es solo la punta del iceberg del enojo, pero hay más que se esconde debajo de la superficie.
Jesús comienza diciendo: “Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No asesines. Si cometes asesinato quedarás sujeto a juicio’”. Esto es cierto. Los Diez Mandamientos prohíben el asesinato. Pero para Jesús, el asunto no se limita a la acción externa de quitar la vida. A pesar de lo serio que es, quiere que consideremos el problema del corazón que impulsa el asesinato. La mayoría de nosotros nunca cometerá un asesinato. Pero es muy probable que experimentemos la ira, que Jesús revela como la raíz de la emoción detrás del asesinato: “¡aun si te enojas con alguien, ¡quedarás sujeto a juicio!”.
El impulso básico de la ira es hacer que alguien pague por su ofensa contra nosotros. La ira justa es rara. Muy a menudo, nuestra ira es una respuesta egoísta a ser insultado o frustrado de alguna manera. En respuesta, queremos infligir dolor haciendo o diciendo algo hiriente para esa persona. Jesús da dos ejemplos de esto en Mateo 5:22.
El primero es insultar. “Si llamas a alguien idiota, corres peligro de que te lleven ante el tribunal”. Esto está por encima de la superficie porque sus consecuencias son visibles. Mientras que el asesinato le quita la vida a alguien, la calumnia se relaciona porque le quita la dignidad y el valor. Lo llamamos “asesinato del carácter” por una razón.
El segundo ejemplo es maldecir. “si maldices a alguien, corres peligro de caer en los fuegos del infierno.”. Esto generalmente (no siempre) está debajo de la superficie, porque nuestros pensamientos de odio nunca pueden expresarse abiertamente. Pero participa de la misma actitud e intención que el asesinato, la violencia o la calumnia. Lo mismo ocurre con otras formas de ira interna, como la agresión pasiva.
La clave para vencer el enojo es verse a sí mismo como el ofensor, no como el ofendido.
En Mateo 5:23-24, Jesús agrega un giro sorprendente. Si estás adorando en el templo y recuerdas que alguien tiene algo contra ti, Jesús dice que vayas de inmediato y lo corrijas. Esperaríamos que dijera: “Si tienes algo en contra de alguien…” Pero Jesús cambia el guión para recordarnos que la ira y el odio funcionan en ambos sentidos. Nuestra primera respuesta será la preocupación por lo que alguien ha hecho para enfadarnos. Pero rara vez consideramos cómo hemos despertado la ira en otra persona, o cómo nuestra ira los ha perjudicado. Este es un principio radical del reino de Jesús: mirar primero las cosas desde la perspectiva de la otra persona, no solo desde la nuestra.
Una vez más, Jesús da dos ejemplos de esto. Cuando dice: “y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti” (Mateo 5:23), la palabra “alguien” es literalmente “un hermano”. Esto implica a alguien con quien tienes una relación, tal vez otro seguidor de Jesús. En cambio, en Mateo 5:25 habla de “tu adversario” que te está llevando a juicio. En ambos casos, Jesús le está hablando a su audiencia como si fueran los ofensores, no los ofendidos.
El camino de Jesús va más allá del enojo hacia la reconciliación; de lo contrario, serás tú quien pague el precio.
Ya sea un “hermano” o un “adversario”, la reconciliación es la prioridad de Jesús, porque la reconciliación reconstruye lo que la ira destruye. En Mateo 5:23-24, él señala que las relaciones reconciliadas son mucho más importantes que los actos externos de piedad o adoración religiosa. En Mateo 5:25, subraya la urgencia de la reconciliación: “resuelvan rápidamente las diferencias”.
No tenemos control sobre cómo una persona podría responder a nuestros intentos de reconciliación. Es por eso que muchas personas ni siquiera se molestan en tratar. Pero Romanos 12:18 dice que debemos esforzarnos: “Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.”. Eso puede ser difícil, pero cuando buscamos vivir en paz, reflejamos el corazón de Jesús, quien se sacrificó por nosotros cuando éramos enemigos de Dios (Romanos 5:1; Colosenses 1:20).
Hemos visto que la ira a menudo trata de hacer que la otra persona pague. Pero Jesús termina esta sección con otro giro cuando señala que somos nosotros quienes finalmente pagamos por nuestra propia ira. Si no arreglamos nuestras diferencias con nuestro adversario rápidamente, “te aseguro que no te pondrán en libertad hasta que hayas pagado el último centavo” (Mateo 5:26).
Aquí hay una realidad aleccionadora: nuestras actitudes tienen consecuencias. Ningún tribunal de justicia castigó jamás a alguien por un delito mental (o sea en el pensamiento). Pero Dios sabe lo que se esconde debajo de la superficie. Los pensamientos e intenciones homicidas nos exponen al juicio de Dios (Mateo 5:22). En el próximo capítulo, Jesús lo hace personal con mayor fuerza (Mateo 6:14-15): “si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.”. Las relaciones reconciliadas son tan importantes que la falta de voluntad para perdonar es una prueba de fuego de la realidad de la fe de una persona.
Entonces, en esta primera antítesis, Jesús revela la verdadera dirección de la ley de Dios cuando se trata del asesinato. Por supuesto, el asesinato está mal. Pero también lo la intención detrás del asesinato. La ira es un asesinato que está bajo la superficie, porque refleja el deseo asesino de hacer que la gente pague por sus ofensas contra nosotros. Pero en el reino de Jesús, la ira debe dar paso a la reconciliación.