La última vez vimos lo que les pasó a los discípulos en Pentecostés. Hubo un estruendo de un viento y lenguas de fuego representando el Espíritu de Dios. Hablaron milagrosamente en otros idiomas, declarando alabanzas a Dios. La gente estaba confundida y algunos incluso se burlaban.
Hoy veremos la respuesta de Pedro. ¡Hasta dónde ha llegado! Anteriormente había sido un hombre violento que se dejaba ir por la ira (cortó la oreja de uno de los soldados que vinieron a arrestar a Jesús). Negó a su Maestro. Ahora va a explicar lo que está pasando. Presta atención a su uso de las Escrituras.
Jesús había abierto antes sus mentes para comprender lo que sucedería en este preciso momento. Luego pasó 40 días antes de su ascensión enseñándoles. Seguramente esto es parte de su preparación. Pero la otra parte es el poder del Espíritu Santo.
Hechos 1:8 (NTV) pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes…
En las próximas dos semanas vamos a desglosar la explicación de Pedro. En parte estaba respondiendo a su propia pregunta hecha en el capítulo 2, versículo 12:
Hechos 2:12 (NTV) Quedaron allí, maravillados y perplejos. «¿Qué querrá decir esto?», se preguntaban unos a otros.
Algunos respondieron: ¡significa que han estado bebiendo! Pedro lo refuta de inmediato. Pero más que eso, se levanta predicando el primer sermón de la historia de la iglesia primitiva. Este fue el comienzo de la era de la iglesia. Una nueva era que redefiniría las cosas.
El pueblo de Dios se expandiría desde Israel hasta la iglesia actual. La relación con Dios ahora se volvería personal. Anteriormente, era una relación corporativa, mediada a través de líderes, sacerdotes, etc. Ahora es personal, mediado por Dios Espíritu. Eso era parte del significado de las lenguas de fuego que cayeron sobre ellos individualmente. Y por eso hoy, al tomar la primera parte del sermón de Pedro, vamos a responder esta pregunta: ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas hoy en día?
El Espíritu Santo es Dios, por eso siempre ha estado activo. Empero su actividad es diferente en nuestras vidas hoy en comparación con los tiempos del Antiguo Testamento. Y todo empezó el día de Pentecostés hace 2000 años.
Más llegaremos allí en un segundo, pero primero tenemos que comenzar con una historia del AT.
En el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo fue dado para seleccionar individuos para tareas específicas. En los días de Moisés, Dios compartió su Espíritu con 70 ancianos de Israel para ayudar a Moisés con la carga del ministerio.
Números 11:16-17 (NTV) Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo para que permanezcan junto a ti. Yo descenderé y allí hablaré contigo. Tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos también. Llevarán la carga del pueblo junto contigo, y de esa manera no tendrás que soportarla tú solo.
Números 11:25 (NTV) Después el Señor descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.
Números 11:26-28 (NTV) Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento. Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!». Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó: —Moisés, mi señor, ¡detenlos!
¡Josué, él ayudante de Moisés, que luego le convirtió en su suplente, era un joven sin experiencia y por eso actuó de esa manera! Quería que Moisés detuviera a estos ancianos que no habían ido al tabernáculo, pero lo que Josué no entendía es que no era cosa de Moisés. ¡Era cosa de Dios! Y es que el derrama de Su Espíritu a quien él quiere, donde quiere y como quiere! No hay nada que nosotros podamos hacer para recibirlo. Josué le dice ¡detenlos! Pero al contrario,
Moisés anhelaba el día en que todos pudieran recibir el Espíritu Santo. Joel profetizó que algún día llegaría este día.
Dividamos este punto. Veamos primero la parte de que
Moisés anhelaba el día en que todos pudieran recibir el Espíritu Santo.
Números 11:29 (NTV) Pero Moisés respondió: —¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del Señor fueran profetas y que el Señor pusiera su Espíritu sobre todos.
Moisés entendió el gran peso de la profecía. Era hablar a la gente por Dios y llamarlos a ser obedientes a él. Por eso deseaba que todos pudieran relacionarse así con Dios. Pero simplemente no era la realidad (todavía). Veamos lo que les dijo Dios despues de mandar a Su Espíritu a los ancianos:
Números 12:6-7 (NTV) y el Señor les habló: «Escuchen lo que voy a decir: »Si hubiera profetas entre ustedes, yo, el Señor, me revelaría en visiones; les hablaría en sueños. Pero no con mi siervo Moisés. De toda mi casa, él es en quien confío.
¡Guau! Entonces en cierta manera es cosa de confianza.¡Que afortunados somos nosotros de que ahora viva dentro de nosotros! En esos días el Espíritu Santo descendía generalmente sobre un grupo de personas pero con un propósito específico. Solo Moisés era el privilegiado de que Dios le hablara directamente a él.
Ahora veamos la parte b del punto 2:
Joel profetizó que algún día llegaría este día.
Este día en que Dios derramara de Su Espíritu a todas las personas y no solo a un grupo selecto de personas o a un individuo. Posteriormente, mucho después de Moises y la entrada a la tierra prometida, después de un periodo de jueces y luego una monarquía, el profeta Joel predijo una nueva era:
Joel 2:28-29 (NTV) »Entonces, después de hacer todas esas cosas, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes tendrán visiones. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los sirvientes, hombres y mujeres por igual.
Este regalo había sido prometido desde el Antiguo Testamento y reiterado por Jesús antes de ascender al cielo. En la lección anterior, vimos que esta promesa se cumplió en el Pentecostés. Dios derramó su Espíritu Santo sobre todos los que estaban allí. Más lo maravilloso es que no se quedó entre las cuatro paredes de ese lugar. Su Espíritu es para todos los que reciben a Jesús: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos; sin importar la raza ni color. ¡Qué regalo más grande!
Después que el Espíritu desciende, Pedro se levanta emparedado para hablar de Jesús (recordemos que para eso es que recibimos el poder del Espíritu Santo). Esta fue la Escritura, la de Joel que hemos leído, la que Pedro citaría en su primer sermón. Echémosle un vistazo ahora.
¡El sermón de Pedro declara que este día finalmente había llegado! El Espíritu Santo fue derramado sobre cada creyente, cambiando para siempre la forma en que Dios se relaciona con su pueblo.
Pedro se levanta con toda autoridad y empieza a dar su primer sermón. Hoy solamente veremos la primera parte de este sermón. No faltes a la segunda parte. Leamos lo que dice en su sermón:
Hechos 2:14-20 (NTV) Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y gritó a la multitud: «¡Escuchen con atención, todos ustedes, compatriotas judíos y residentes de Jerusalén! No se equivoquen. Estas personas no están borrachas, como algunos de ustedes suponen. Las nueve de la mañana es demasiado temprano para emborracharse. No, lo que ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo: “En los últimos días—dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus jóvenes tendrán visiones, y sus ancianos tendrán sueños. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos—hombres y mujeres por igual— y profetizarán. Y haré maravillas arriba en los cielos y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y nubes de humo. El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre antes de que llegue el grande y glorioso día del Señor. …
Este era el plan de Dios desde el principio: que Su Espíritu estuviera en toda persona que le entrega su vida. Desde el Antiguo Testamento, las piezas venían moviéndose para que este gran hecho sucediera en el Pentecostés.
La semana pasada vimos que el bautismo con el Espíritu Santo fortaleció a la gente común y corriente para compartir la Buena Nueva con la gente.
¡Pero el Espíritu Santo hace mucho más que eso! Aquí volvamos a la historia de Moisés: Dios derramó su Espíritu en los ancianos para que ayudaran a Moisés. Moisés estaba cansado y frustrado. Su frustración provino de las quejas del pueblo en el desierto. Ellos se quejaban por todo a pesar de las maravillas y prodigios que Dios había hecho entre ellos y por ellos. Todos tenían corazones duros y él sentía el peso de ello. Esa es una parte del papel del Espíritu Santo:
Ezequiel 36:26-27 (NTV) Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo. Pondré mi Espíritu en ustedes para que sigan mis decretos y se aseguren de obedecer mis ordenanzas.
Para aclararlo, parte del papel del Espíritu Santo es hacer un corazón nuevo, tierno y receptivo para que sigamos sus decretos y obedezcamos sus ordenanzas o sea a Su verdad. Entonces, la respuesta a nuestra pregunta de hoy: ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en nuestras vidas hoy en día?
A parte de cambiar nuestro corazón para que podamos seguir sus decretos y obedecer sus ordenanzas,
El ministerio del Espíritu Santo es triple:
- convence a los no creyentes
Juan 16:8 (NTV) Y cuando él venga, convencerá al mundo de su pecado, de la justicia de Dios y del juicio venidero.
Juan 16:13 (NTV) Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. …
Juan 16:14 (NTV) Me glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí.
Para resumir, el propósito del Espíritu Santo es para darnos poder para ser testigos de Jesús y hablarle a los demás de él. El papel del Espíritu Santo es para convencernos de nuestro pecado, y para guiarnos a toda la verdad y para glorificar a Jesús.
La última parte del pasaje de Hechos, versículo 21, la cubriremos la próxima semana, porque el Espíritu Santo es solo la parte 1 del sermón de Pedro. La segunda parte trata sobre Jesús.
Hechos 2:21 (NTV) Pero todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”.