¿Cuántas veces has comprado una comida, como una hamburguesa, que en la tele se ve deliciosa, grande y fresca pero cuando la compras la realidad es otra? Bueno, en cierto sentido, así es exactamente lo que hace el pecado: es un gran publicista falso. Te anuncia una cosa pero la expectativa no coincide con la realidad porque la realidad es distorsionada.
Hoy hablaremos del pecado de la lujuria o la lascivia como también se le conoce. Cuando la mayoría de nosotros pensamos en la lujuria, supongo que pensamos en la lujuria sexual. Y es que una definición de lujuria dice exactamente eso: un fuerte sentimiento de deseo sexual. Pero es más que eso.
La lujuria es un camino falso hacia la satisfacción sexual, que convierte lo bueno en algo egoísta.
Y es que cuando deseas a alguien lujuriosa mente estás objetivando a esa persona para tu propio placer egoísta. Y se, que estaras pensando porque este tema está tomando este rumbo un poco sexual. Bueno, porque es sexo tamien es parte de nuestra vida. ¿Alguna vez te has preguntado por qué hay una connotación tan negativa con el sexo cuando se trata del cristianismo? Muchos dicen que los cristianos decimos que el sexo es malo. Que Jesús nunca habló de sexo, o tal vez al crecer hubo mucha vergüenza y culpa en torno a este tema. ¡Pero la Biblia y Jesús dicen que el sexo es algo bueno!
De hecho, hay un libro completo que habla de manera bastante gráfica sobre lo bueno y emocionante que es el sexo: Cantar de los Cantares. Además, este tema aparece desde el primer capítulo del primer libro de la Biblia, Dios les dijo esto a Adán y Eva: “Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella….»” Génesis 1:28
En otras palabras, Dios está diciendo tengan sexo, tengan hijos. ¡Es una bendición! Siempre y cuando sea dentro del matrimonio. Dios no tenía que hacer del sexo una bendición; podría haber sido un acto sin alegría y sin intimidad, ¡pero Dios lo diseñó para que fuera bueno! Jesús hizo eco de este pasaje exacto miles de años después. —Y agregó—: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo” Mateo 19:5 Esta palabra “unidos” se refiere a la intimidad sexual . Entonces, esto es lo que sabemos: el sexo es algo bueno creado por Dios. Sin embargo, también necesitamos saber que el sexo ha sido tragiversado y abusado. Recuerda: el pecado toma las cosas buenas y las pervierte. La lujuria es pecado porque toma algo desinteresado y lo convierte en algo egoísta.
Cuando alguien te atrae de una manera lujuriosa, la prioridad eres tú y tus necesidades que es lo opuesto a lo que fue destinado el sexo: a ser desinteresado. En la raíz de la lujuria estás objetivando (usando como un objeto) a alguien para tu propio placer egoísta. Esto incluso puede suceder en el matrimonio: usamos a la otra persona para obtener lo que queremos sin pensar en lo que la otra persona necesita o desea.
Entonces, ¿cuál es la línea divisoria entre la lujuria y la atracción? En 2 Samuel 11 se encuentra uno de los ejemplos más famosos de lujuria en la Biblia. Y el protagonista es David o el rey David como es conocido. El está en su palacio en vez de estar en el campo de batalla, y sube a la azotea y ve a una mujer casada pero muy bella y la desea. Pero esto no es solo una atracción. Lee 2 Samuel 11:2-4 y toda la historia para que tengas una mejor idea de lo que estoy hablando. Aquí podemos ver claramente que David se equivocó y pecó.
Pero ¿dónde entra en juego la lujuria? No cuando David vio a la mujer y le atrajo sino cuando David decidió hacer algo al respecto. El nota la belleza de Betsabé, fue una respuesta natural pero elegir hacer algo al respecto fue una respuesta lujuriosa. Una persona dijo que la diferencia entre lujuria y atracción es de cinco segundos. No podemos elegir si pensamos que alguien es atractivo o no, pero si podemos optar por pensar en ello y en otros pensamientos lujuriosos, que, como vemos, se convirtieron en algo mucho más hasta en asesinato. Y es que, lastimosamente:
La lujuria tiene un impacto mayor de lo que pensamos: físico, emocional, relacional y espiritualmente.
David vio a Betsabé, la deseo, esencialmente la persiguió, la hizo venir al palacio, se acostó con ella y la dejó embarazada. Y en vez de enfrentar su pecado trató de encubrirlo.Descubrió quién era el marido de Betsabe, Urias, alguien que era parte de su ejército. David lo mandó a llamar del campo de batalla para que viniera a su casa, se acostara con su esposa para después no dudara de que él era quien había dejado embarazada a Betsabe. Pero como este hombre era un soldado fiel no quiso ir a su casa mientras sus compañeros estaban en la guerra. Entonces, David lo envió de regreso a la guerra, lo puso en la línea del frente y ordenó al general que retirara a todas las tropas, excepto a Urías, para que lo mataran.
Nota la reacción en cadena de la lujuria de David: comete adulterio, miente, engaña, conspira y hace que un hombre inocente sea asesinado. Esta lujuria no fue solo un acto físico, era mucho más que eso. La lujuria comienza pequeña, pero se vuelve un gigante. Mira lo que dijo Jesus en Mateo 5:28-29 Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Por lo tanto, si tu ojo—incluso tu ojo bueno—te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Claramente se ve que esto es más que un problema físico; es emocional y espiritual. ¿Está Jesús diciendo que literalmente te saques el ojo o te cortes la mano? No. Uso ejemplos extremos para mostrar la seriedad del tema. ¿Es la lujuria peor que otros pecados? No, pero es un gran problema que, si no se atiende, se convertirá en un problema aún mayor. Y este es el punto que Jesús está haciendo: es mejor sacrificarse ahora que sufrir más tarde.
Un gran instigador de la lujuria hoy en día es la pronografía, una industria de $100 mil millones de dólares al año. Aquí hay algunas estadísticas: a mayo de 2021, los sitios de pornografía recibieron más tráfico de sitios web en los EE. UU. Que Twitter, Instagram, Netflix, Pinterest y LinkedIn juntos. Solo en 2019, se consumió el equivalente a casi 6.650 siglos de pornografía en uno de los sitios de pornografía más grandes del mundo. La edad promedio cuando los niños ven pornografía por primera vez es a los 11. Un tercio de los adictos a la pornografía son mujeres. Verdaderamente es algo que nos afecta a todos, directa e indirectamente.
La lujuria, y realmente todo pecado, afecta todas las áreas de nuestra vida y es por eso que Pablo destaca la importancia de que Dios nos cure de múltiples maneras: “Ahora, que el Dios de paz los haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva.” 1 Tesalonicenses 5:23
Si vamos a tener la victoria en la batalla de la lujuria, debemos darnos cuenta de que afecta todas las áreas de nuestra vida: física, mental, relacional y espiritual. Tenemos que tomarlo en serio, no minimizarlo. Y la manera de hacerlo va a ser difícil para muchos de nosotros, tenemos que confesarlo.
La lujuria se alimenta del secreto y se muere de hambre en la transparencia. El camino a la sanación comienza con la confesión, primero a Dios y luego a los demás
Si no estás matando a la lujuria, la estás alimentando – no hay un terreno neutral Hay mucho que podemos hacer para combatir la lujuria en nuestras vidas como ir al gimnasio con un amigo, apaga todos los aparatos electrónicos a las 8 p.m., eliminar tus redes sociales, poner bloqueos en tu teléfono / computadora, etc.
Sin embargo, el primer paso y el más importante en el proceso es la confesión. Cuando se trata de la lujuria, muchos de nosotros nos avergonzamos y nos da pena admitir que luchamos con ella, no es como el orgullo o la codicia. Hay más vergüenza social asociada con la lujuria pero está bien admitir que no tienes todo bajo control en esta área. Confiésalo. No lo niegues si no reconoces que tienes un problema. 1 Juan 1:9 dice; “pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”
Hay dos tipos de confesión: a Dios y a los demás. La mayoría se lo confesamos a Dios, que es lo más importante, pero no debemos detenernos allí, debemos confesarlo a los demás como aconseja Santiago (Santiago 5:16): “Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. …”
Nota, el fruto de la confesión en estos versículos es el perdón y la sanidad. Dios es capaz y fiel de perdonar cualquier cosa, sin importar cuán malo pensemos que es nuestro pecado. Él fue a la cruz, tomó nuestro pecado y vergüenza sobre sí mismo, murió la muerte que tú y yo merecíamos, y resucitó de la tumba al tercer día, para que pudieras ser perdonados y pasar una eternidad con él.
Tal vez te has ocultado tu lujuria de tu familia, amigos y/o aquellos que se preocupan por ti. Pero la prisión en la que estás viviendo al mantener este pecado oculto es mucho peor que el dolor de confesarlo y comenzar el camino hacia la sanidad. Proverbios 28:13 dice: “Los que encubren sus pecados no prosperarán, pero si los confiesan y los abandonan, recibirán misericordia.” Cuanto más tiempo esté oculto a Dios y a los demás, más difícil será confesarlo y pasarás más tiempo sin experimentar la libertad y la curación.
Trae esta lucha con la lujuria a Dios y se perdonado. Ora para que Él le revele Su misericordia, sanidad, la fuerza y los recursos para lograr una victoria constante en esta área. También ora para que Él le dé el valor de abrirte a las personas más cercanas a ti, ya sea un cónyuge, un amigo, un mentor, un pastor, para pedir perdón y comenzar el camino de la sanidad.
Para aquellos que puedan ser los destinatarios de que alguien se abra con ellos: si alguien tiene el valor de pedir perdón y confesarte contigo, trátalo como Cristo nos trata a todos los pecadores: con gracia, misericordia y amor.