Ya sea que estés empleado en las fuerzas laborales, asistas a la escuela o trabajes como una ama de casa/padre que se queda en casa, la Biblia describe una serie de razones por las que trabajamos.
Nosotros trabajamos para mantener a nuestras familias.
El trabajo es un medio que Dios ha designado para proporcionarnos sustento a nosotros y a los miembros de nuestra familia inmediata que pueda que depender de nosotros. 1 Timoteo 5: 8 dice: “Aquellos que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos. Los versículos circundantes dejan claro que “cuidar” significa proveer los medios económicos necesarios para nuestras familias.
Trabajamos para ayudar a los necesitados.
El trabajo no es sólo un medio para proveer para nuestras propias necesidades. Muchas personas en nuestra comunidad no pueden trabajar y por lo tanto no pueden mantenerse a sí mismos, incluidos los huérfanos, las viudas de edad avanzada, los discapacitados y otros. Efesios 4:28 dice: “Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad.” Somos llamados a trabajar duro en lo que hacemos para que tengamos la suficiente provisión para dar generosamente a los que menos tienen.
Trabajamos para hacer relucir el potencial en la creación de Dios.
Cuando Dios creó a Adán, lo puso en el Jardín del Edén con un trabajo que hacer. Génesis 2:15 dice: “El Señor Dios puso al hombre en el jardín de Edén para que se ocupara de él y lo custodiara.” El trabajo de Adán de cuidar el jardín refleja el propósito que Dios le dio a toda la humanidad en el momento de la creación original. Génesis 1: 27-28 lo describe así:
Así que Dios creó a los seres humanos[a] a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó. Luego Dios los bendijo con las siguientes palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense. Llenen la tierra y gobiernen sobre ella. Reinen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que corren por el suelo».
Dios le dio a la humanidad la autoridad y la responsabilidad de gobernar y someter a Su creación. Este es el origen del trabajo. La creación original contenía toda la materia prima para el desarrollo de la cultura humana. Pero Dios le asignó a los seres humanos que sacaran a relucir el potencial inherente en esa materia prima. Por ejemplo, Dios creó a los animales, pero tomó esfuerzo humano para domesticarlos. Dios hizo los minerales, pero los metales tuvieron que ser creados a través de la actividad humana. Lo mismo es cierto para la agricultura, la arquitectura, las herramientas y máquinas, el arte, la educación, el gobierno y la tecnología de todo tipo. Todo esto era latente en la creación. Requiere de trabajo para continuar desarrollando lo que Dios hizo originalmente. Así, el trabajo es parte del mandato de Dios a la humanidad y es central para su plan original.
Trabajamos para superar la maldición del pecado.
En Génesis 3, Adán y Eva se rebelaron contra Dios y una maldición cayó sobre la buena creación de Dios. Como resultado, el trabajo se convirtió en trabajo doloroso y arduo (ver Génesis 3: 17-19). El principio del trabajo no fue quitado, pero se hizo difícil lograrlo, requiriendo una gran energía para superar obstáculos significativos. Como resultado de esta maldición, todo tiende a caer en caos en lugar de orden. (¡Trata de no cuidar de tu jardín durante seis meses y verás!) Se necesita trabajo para mantener un cierto nivel de orden en el mundo.