Todos se ponen ansiosos en algún momento de la vida y, en el mundo actual, la ansiedad ataca más que nunca. Según la CDC (el centro de control de las enfermedades, sus siglas en inglés),
casi el 10 % de los niños de 3 a 17 años fueron diagnosticados con un trastorno de ansiedad entre 2016 y 2019: ¡casi 6 millones de jóvenes! Y esta estadística solo cuenta los diagnósticos oficiales. El número real de niños que luchan contra la ansiedad es ciertamente mucho mayor.
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española: la ansiedad es un “estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.” Los estudiantes se preocupan por los amigos, sus gustos y el futuro. Los adultos se preocupan por el matrimonio, los hijos y las finanzas. El ritmo de vida es más rápido que nunca, y los humanos no fueron diseñados para manejar a tanta velocidad. No es de extrañar que todos estemos tan estresados.
Así es como funciona el ciclo de la ansiedad: algo desencadena un pensamiento ansioso e inmediatamente lo escondes o lo niegas. Tratas de evadirlo. Desafortunadamente, la evasión funciona a corto plazo y te brinda un alivio temporal de la preocupación. Pero inevitablemente conduce a más ansiedad a largo plazo, desencadenando el ciclo nuevamente.
El secreto
La ansiedad se ha convertido en una epidemia entre personas de todas las edades, pero no pierdas toda esperanza. La Biblia ofrece paz a los seguidores de Jesús y revela un secreto simple para cualquiera que tenga oídos para escuchar.
Al igual que 1 Corintios 13 ha venido a ser conocido como el “capítulo del amor” en la Biblia, Filipenses 4 es el “capítulo de la ansiedad”. De hecho, consulta estas estadísticas: ¡la Biblia es el libro más destacado de Kindle y Filipenses 4:6–7 es el pasaje más destacado de la Biblia! Esto es lo que dice:
Filipenses 4:6-7 (NTV) No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.
Este pasaje nos da el secreto para vencer la ansiedad: reemplaza tus viejos hábitos que producen ansiedad con nuevos hábitos que producen paz. Esto reemplaza el “ciclo de la ansiedad” con lo que llamaremos el “ciclo de paz”. Tiene cuatro pasos simples y sencillos.
Derrota la preocupación
Pablo escribe, “No se preocupen por nada…” El paso 1, entonces, es derrocar la preocupación. Esto no significa esconderla, sino tomar autoridad sobre esta. Reconoce la ansiedad por lo que es y prepárate para superarla. Rechaza su control sobre tu mente y tu vida. Elige no quedarte atrapado en el ciclo de la ansiedad.
Pablo dice que nada es digno de tu preocupación. ¿Lo crees? Es muy fácil convencernos de que vale la pena preocuparse por el objeto de nuestra reflexión, ya sean amigos, hijos, dinero o reputación. Pero no lo es. Nada lo es.
Piensa en lo que causó la ansiedad de los cristianos en Filipos. Estaban preocupados por el encarcelamiento de Pablo (Fil. 1:12) y por su propio sufrimiento (Fil.1:29) y todo esto por el bien de compartir el evangelio. ¿La respuesta de Pablo? No se preocupen. Ni siquiera eso es motivo de preocupación. Si no vale la pena preocuparse por las cosas eternas, ¿qué dice eso sobre las cosas temporales? La preocupación es una decisión, y el mensaje de Pablo es claro: no te preocupes por nada.
Reemplázala con oración
Pablo continúa diciendo: “…en cambio, oren por todo”. El paso 2 es reemplazar la ansiedad con la oración. El enemigo quiere que te preocupes, así que dale la vuelta a esta táctica suya. He aquí cómo: en lugar de dejar que tus preocupaciones desencadenen el ciclo de la ansiedad, ¡deja que desencadenen la oración! Cada vez que te sientas ansioso, ora. Deja que tu día se llene de oraciones cortas, poderosas y que combatan la ansiedad.
La oración es más que juntar las manos e inclinar la cabeza. No tienes que estancarte con “Vuestra majestad” al hablarle a Dios y puede ocurrir en cualquier lugar, en cualquier momento. Ora cuando estés conduciendo tu auto o mientras estés acostado en la cama. Ora antes de una reunión importante o después de una conversación difícil. Ora durante 30 segundos o 30 minutos. Tu oración no necesita ser formal o elegante. De hecho, las oraciones más poderosas son las que se oran con desesperación. Deja que la ansiedad desencadene ese tipo de oración. El pueblo de Israel entendió esto. Al borde de un ataque enemigo, el rey Josafat lanzó una oración desesperada y provocada por la ansiedad:
2 Crónicas 20:12 (NTV) »Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».
Qué oración tan simple y honesta. Solo admite que no tienes ni idea de que hacer. Luego pídele ayuda a Dios. Esto es lo que aprenderás, tal como lo hizo Israel ese día: la batalla no es tuya, sino de Dios, como Dios les dijo en respuesta:
2 Crónicas 20:15 (NTV) Dijo: «¡Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios.
Verbaliza tus necesidades
Después, Pablo se vuelve específico: “Díganle a Dios lo que necesitan…” El paso 3 es verbalizar tus necesidades. Ser específico con Dios sobre lo que necesitas puede ser una excelente manera de evaluar tu ansiedad con calma y objetividad. Probablemente la situación no sea tan desesperante o aterradora como crees. Así que ponlo sobre la mesa y deja que Dios se entere. Ponlo todo ante Dios.
Escribir en un diario es una gran manera de hacer esto. Escribe lo que te molesta y por qué. Valientemente haz conocer tus peticiones a Dios. No se enojará ni se decepcionará. No le sorprende que no puedas manejarlo por tu cuenta. En realidad, él sabe lo que necesitas más que tú. Pero hay algo poderoso en ponerlo en palabras por ti mismo.
Agradece a Dios por las victorias
Finalmente, Pablo dice “… y denle gracias por todo lo que él ha hecho“. El paso 4 es agradecer a Dios por las victorias en tu vida. Incluso en medio de nuestras pruebas más aterradoras, todavía hay mucho por lo que estar agradecido. Cuando te sientas abrumado por pensamientos ansiosos y sientas que tus preocupaciones son demasiadas para soportarlas, vuelve a concentrarte en tus bendiciones. Haz una lista y sigue añadiendo lo que Dios hace por ti. Esto es lo que hizo el salmista:
Salmos 34:1-3 (NTV) Alabaré al Señor en todo tiempo; a cada momento pronunciaré sus alabanzas. Solo en el Señor me jactaré; que todos los indefensos cobren ánimo. Vengan, hablemos de las grandezas del Señor; exaltemos juntos su nombre.
Este es el simple secreto para vencer la ansiedad, tomado directamente de Filipenses 4:6-7: Elimina la preocupación y reemplázala con la oración. Dile a Dios lo que necesitas y dale las gracias por las victorias. Haz esto una y otra vez, cada vez que la ansiedad se desencadene en tu vida. Haz de esto un hábito, y eventualmente te dará paz, que es lo opuesto a la ansiedad:
Filipenses 4:7 (NTV) Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.