Esta es nuestra tercera semana estudiando la poderosa oración del Antiguo Testamento llamada “El Shemá”. Es una oración fielmente recitada por los creyentes judíos cada mañana y tarde durante siglos. Es una oración que declara la devoción de uno a Dios y, al mismo tiempo, demuestra el carácter de Dios y nos muestra cómo responderle. Por eso, cada semana destacamos una palabra específica en la oración. Hoy, esa palabra es “amor” (“ahavá”).
Deuteronomio 6:4-5 »¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón (lev), con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Cuando normalmente pensamos en la palabra “amor”, lo primero que nos viene a la mente puede ser un afecto o sentimiento. En nuestra cultura, el amor es una emoción que se enciende y se apaga. Puede ser manipulado por personas o circunstancias. Pero la palabra “amor” en hebreo es diferente. La palabra es “ahavá”. No es sólo un sentimiento o una emoción. También está profundamente conectado con la acción. La raíz de la palabra en hebreo es “dar”, literalmente darse uno mismo. Así que este tipo de amor no es sólo algo que sientes, es algo que das o haces.
Dios nos amó y nos creó a su imagen para que podamos amar.
La semana pasada vimos que el Señor nuestro Dios es el único Dios verdadero. Cuando miramos profundamente su naturaleza y atributos, él no sólo es eterno y supremo, también es amor.
1 Juan 4:8 …Dios es Amor.
A lo largo de la Biblia, Dios nos muestra cómo es el amor genuino. No es sólo así como se explica su amor, sino que también vemos el amor de Dios en exhibición, visto en su relación de pacto con su pueblo, su constante protección y guía para ellos y sobre todo, su corazón de perdón. Dios no amaba a los israelitas porque se lo merecían. Su amor y afecto por ellos es genuino, pero se origina en quién es él, no en quiénes son ellos. Es lo que Dios siempre ha sido, lo que significa que su amor nunca cambia.
Jeremías 31:3 Hace tiempo el Señor le dijo a Israel: «Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con amor inagotable te acerqué a mí.
Considerando que la palabra “ahava” significa “dar”, Dios eternamente se da a los demás. Su amor no es sólo un sentimiento sino que es central a su actividad.
Deuteronomio 4:37 Debido a que él amó a tus antepasados, quiso bendecir a sus descendientes, así que él mismo te sacó de Egipto con un gran despliegue de poder.
Volvamos a lo que leemos en el Shemá: porque Dios nos ama, nosotros también podemos amar.
Génesis 1:27 Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.
Si Dios es amor, también podemos saber amar de esa manera porque fuimos creados a Su imagen. Recuerda, no se trata sólo del lado emocional de conocer a Dios. No es sólo lo que sientes al tener una relación con el.
Más que un sentimiento, nuestro amor por Dios se demuestra en acción.
¿Recuerdas el dicho: una acción habla más que mil palabras? Eso se aplica a nuestra definición de amor. Decirle a alguien que lo amas es dulce, pero no significa nada si son solo palabras. Si realmente amas o no a esa persona lo demuestras con tu comportamiento hacia ella. Lo mismo se aplica a nuestro amor por Dios. Podemos amar con afecto, con pasión, con sentimientos cálidos hacia él. La adoración ayuda a cultivar y expresar eso. Pero si amamos a Dios como dice el Shemá, ponemos en acción nuestro amor por Dios.
Deuteronomio 10:12-13 nos muestra esto. »Y ahora, Israel, ¿qué requiere el Señor tu Dios de ti? Solo requiere que temas al Señor tu Dios, que vivas de la manera que le agrada y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma. Debes obedecer siempre los mandatos y los decretos del Señor que te entrego hoy para tu propio bien.
Pero aquí está la cuestión. Estamos hechos a imagen de Dios. Eso nos da la capacidad de amar a otras personas. Es más, estamos llamados no sólo a amar a Dios en acción, sino también a mostrar el amor de Dios a los demás. Jesús dejó esto claro en su conversación con los líderes judíos. Ésta era la élite religiosa, que nunca habría perdido la oportunidad de orar el Shemá:
Mateo 22:37-39 Jesús contestó: —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Jesús está citando el Shemá aquí. Él está diciendo debes amar a Dios con todo lo que tienes. Pero luego añadió algo que también era muy importante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. ¡La mayoría de nosotros nos amamos mucho a nosotros mismos! Invertimos mucho en nosotros mismos. Estamos muy atentos a nuestros propios deseos y necesidades. Jesús dice: ama a tu prójimo con la misma atención y cuidado. De hecho, la Biblia dice que puedes decir que amas a Dios, pero si no amas a otras personas, esa afirmación es vacía.
1 Juan 4:20 Si alguien dice: «Amo a Dios», pero odia a otro creyente, esa persona es mentirosa pues, si no amamos a quienes podemos ver, ¿cómo vamos a amar a Dios, a quien no podemos ver?
Así que seamos prácticos por un momento: ¿cómo amamos a Dios? Le tenemos un profundo y reverente respeto y honor. Lo ponemos en primer lugar en todo nuestro ser. Vivimos nuestras vidas de una manera que le agrada. (Por cierto, descubrimos lo que agrada a Dios al leer sus prioridades en su palabra, la Biblia.) ¿Y cómo amamos a otras personas? Les hablamos de Jesús. Mentoreamos a nuestra familia y amigos. Demostramos formas prácticas de intervenir y satisfacer las necesidades materiales de las personas.
Esta es la verdad: si decimos que amamos a Dios pero no seguimos lo que él dice, entonces en realidad no lo amamos, sin importar lo que digamos. Si dices que amas a Dios pero no le obedeces y no te importa lo que a Él le importa, entonces cualquier afirmación que hagas acerca de amar a Dios no es real: no importa cómo te sientas o lo que digas. Así como su amor por nosotros, nuestro amor por Dios debe ser más que un sentimiento, se demuestra en acción.
Eso me hace pensar en la acción más significativa que Dios tomó para demostrar la realidad de su amor por nosotros.
Dios demostró su amor por nosotros de la manera más costosa.
Juan 3:16 »Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Aquí está esa palabra “dar” de nuevo. Es el corazón de “ahavá”. Y es lo que Dios hizo por nosotros. Verás, al principio, Dios nos creó para tener una relación con él, para experimentar su amor perfecto y amarlo a cambio. Pero decidimos darle la espalda y desobedecerlo. A través de nuestros primeros padres, el pecado entró en el mundo, todos lo heredamos y todos lo practicamos. Ese pecado nos separa de Dios.
Romanos 3:23 Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
Dice que TODOS han pecado y se han quedado cortos. Hay un abismo entre nosotros y Dios, un abismo que nosotros mismos hemos creado. Un Dios justo y santo tiene todo el derecho de juzgar a quienes lo desobedecen. De hecho, no sería justo si no lo hiciera. Según la Biblia, ese juicio es muerte.
Romanos 6:23 Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.
Lo que el pecado paga es la muerte. Pero Dios ama tanto a su pueblo que tomó medidas para que pudiéramos reconciliarnos con él. Él intercambió nuestra muerte por la de su amado Hijo.
Romanos 5:8 pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
Jesús demostró su amor al morir voluntariamente en la cruz por los pecadores. Para las personas que eran sus enemigos. Eso es “ahavá”. Eso es amor.
Jesús era completamente Dios, pero también era completamente humano. Tenía emociones humanas. Antes de morir, mientras iba a la cruz, luchó. Fue difícil. Estaba presa del miedo y la ansiedad. ¿Qué pasaría si – en el último minuto – Jesús pensara: “¡No me gusta esto, esto es difícil! Odio este sentimiento, no me gusta hacer esto”. Si hubiera basado su decisión únicamente en sus sentimientos, ninguno de nosotros sería jamás perdonado de nuestros pecados. Todos estaríamos irremediablemente condenados al infierno, porque Jesús nunca habría actuado. Pero en cambio, estaba más interesado en hacer la voluntad del Padre que en seguir sus propios sentimientos. Entonces Jesús mostró que el amor es lo que una persona elige hacer, no sólo lo que siente. Así fue como Dios actuó hacia nosotros. Así es como expresamos nuestro amor por Dios y por los demás.
Lo que aprendemos hoy es que Dios nos ama primero, para que nosotros podamos amarlo también. Estamos hechos a su imagen, para que podamos amar a los demás también. Entendiendo, por supuesto, que el amor se prueba por lo que hacemos por Dios Y por las personas que nos rodean. El mayor ejemplo de ello es cómo Jesús entregó su propia vida. Cómo tomó sobre sí nuestro pecado para que pudiéramos estar bien con Dios.
Queremos invitarte a recibir hoy su amor. Comienza cuando admites tu necesidad y reconoces todas las formas en que has fallado en obedecer a Dios, en amarlo y en amar a los demás. Entonces simplemente le pides misericordia. Jesús ya hizo todo para que nuestro pecado fuera perdonado y para que estemos bien con Dios. Él pagó por nosotros en la cruz. Puedes confiar en él y en su trabajo terminado. Expresa esa confianza a través de la oración, pidiéndole a Jesús que te perdone y luego hazlo Señor de su vida para que te ayude a vivir de una manera nueva que lo honre a él.
Ver también:
Él amor es una decisión, no solo un sentimiento