Hay muchas historias en la Biblia y la Escuela Dominical es un gran lugar para aprenderlas de niño. Pero, ¿y si no estuviste allí? o ¿qué pasa si no prestaste atención? En esta serie, estamos llenando los vacíos en tu conocimiento del Antiguo Testamento, cubriendo las cosas que pueda que te perdiste en la Escuela Dominical. Hoy hablaremos de Eliseo.
Eliseo fue el sucesor de Elías escogido por Dios ya que Dios mismo le dijo a Elías que Eliseo sería su sucesor (1 Reyes 19:16). Él lo dejó todo, incluso su profesión inmediatamente cuando fue llamado por Elías (1 Reyes 19:19). Ambos profetas fueron usados poderosamente por Dios. Por si no lo sabías, un profeta era un portavoz de Dios. Las funciones de un profeta era recibir un llamado de Dios, llevar el mensaje de Dios a los hombres porque se lo ha dado Dios mismo y tiene como única prioridad llevar la Palabra de Dios a los hombres.
Tanto Elías como Eliseo realizaron muchos eventos milagrosos para mostrar el poder de Dios sobre Baal. Mientras que Elías era un profeta de juicio, la mayoría de los milagros de Elías se inclinaron a la destrucción de la vida y la muerte, Eliseo fue un profeta de la gracia. La mayoría de los milagros de Eliseo se basaron en la restauración de la vida y la sanidad. Eliseo fue un portavoz de Dios al rey de Israel. La historia de la que vamos a hablar hoy comienza con Eliseo, ofreciendo dirección y consejo al rey de Israel, Joram con respecto a una guerra que está a punto de suceder. (2 Reyes 6: 8-14). Lo que veremos en esta historia es una imagen del poder de la oración y la gran fe.
La oración nos entrena para responder con paz en lugar de miedo en medio de las pruebas de la vida. La oración no debería ser lo último que hagamos en una situación imposible; debería ser algo habitual que hagamos mientras nos entrenamos para la prueba.
Cuando el ejército arameo rodea a Eliseo, su siervo Giezi se sintió abrumado por el miedo. El ejército había rodeado la ciudad en gran número con “tropas, caballos y carros de guerra por todos lados. —¡Oh señor! ¿Qué vamos a hacer ahora?—gritó el joven a Eliseo.” (2 Reyes 6:14-15). No parecía haber escapatoria. Estaban indefensos. Esto fue demasiado para el joven Giezi. Para muchos de nosotros, nuestra respuesta sería la misma. Miedo y desesperanza, ¡pero no para Elíseo! Su respuesta ante el miedo de Giezi fue: “—¡No tengas miedo!— … —. ¡Hay más de nuestro lado que del lado de ellos!” (1 Reyes 6:16). Hay un contraste claro y obvio entre el miedo al siervo de Eliseo y la paz de Eliseo. Y es porque Eliseo era un hombre que se conectaba con Dios a través de la oración y una gran fe. Su vida de oración lo había entrenado para responder con paz en lugar de miedo en medio de las situaciones más difíciles de la vida. Él mantenía una comunión constante con Dios, no de vez en cuando.
Pero ¿Por qué el ejército arameo tenía rodeado a Eliseo? Porque el rey de Aram estaba cansado de Eliseo.. Cada vez que este rey tendía una emboscada para Israel, Eliseo se lo hacía saber al rey de Israel. Aunque el texto no lo dice directamente, obviamente fue a través de la oración habitual que obtuvo un conocimiento sobrenatural de las incursiones planeadas por el enemigo como lo vemos en 2 Reyes 6:9-10. Esto nos enseña que nosotros tenemos que tener una vida de oración y no dejarla de ultimo para cuando estemos en la prueba. En medio de las situaciones más difíciles o imposibles de la vida, tenemos muchas emociones y respuestas diferentes. Puede que el miedo, la ansiedad, y la preocupación o la duda tomen control de nosotros y no sepamos qué hacer. Sin embargo, podemos reemplazar esas emociones con paz a través de la oración.
Filipenses 4:6-7 nos dice: “No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.” Ojo, la oración no significa que todo saldrá perfectamente bien en la vida. Nuestras oraciones no son transaccionales como una máquina expendedora de dulces o refrescos. No es que cada vez estaremos diciendo “Dios arregla esto” o “Dios haz aquello”. No. La oración es una comunicación constante con Dios, pero confiando en él con el resultado que Él quiera. La oración es decir: “Dios, tu voluntad, no la mía.” Orar es decir: “Dios, tengo miedo, pero confío en ti.” Y el resultado es la paz.
La oración abre nuestros ojos a una batalla espiritual que es más real de lo que podemos ver físicamente. Para prepararnos para esa batalla, debemos ponernos la armadura de Dios, ¡y orar!
En medio del temor del siguiente Giezi, Eliseo oró y Dios respondió esa oración. 2 Reyes 6:17 dice que “Entonces Eliseo oró: «Oh Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea!». Así que el Señor abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena de caballos y carros de fuego. Observa que no oró “Dios ayúdalo a vencer sus temores”. Ni “Dios, muéstrale lo que puedes hacer.” Su oración fue: “Dios, abre sus ojos y déjale ver”. Esto es interesante porque nuevamente muchas veces oramos transaccionalmente (como si fuera una transición monetaria) En lugar de orar: “Dios muéstrame tu camino.” Eliseo oró para que Dios mostrara a su siervo Su camino. No era que el joven era ciego físicamente, si no que estaba ciego espiritualmente. Orar de esta manera abrió los ojos de su sirviente a una realidad espiritual. Lo que vio fue algo extremadamente milagroso. ¡Era el ejército de ángeles de Dios listo para la batalla! En nuestra forma natural, física, estamos en sintonía con nuestros sentidos. Si vemos, oímos, probamos, olemos algo, debe ser real. Si no lo vemos no es real.
Entonces, en medio de esta circunstancia en la que están parados ante este ejército con miedo, es comprensible que Giezi tiemble de miedo. Pero Eliseo sabía que había más. Sabía que Dios estaba preparado para la batalla. ¿Sabías que hay una realidad espiritual que está más allá de lo que podemos ver y comprender? Hay una batalla espiritual en curso por nuestras vidas y si eres un hijo de Dios, ¡Él está allí en medio de la pelea! Pablo nos dice en Efesios 6:12 que “no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” Y una de las formas en que podemos tener éxito en esta lucha espiritual es a través de la oración. Otra forma, como sigue diciendo Efesios 6;13-17. es poniéndonos “todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes.” Y luego da un listado de diferentes piezas haciendo referencia a una armadura militar romana. De lo que habla aquí es a lo que llamamos “la armadura de Dios”.
Las partes de esta armadura son: el cinturón de la verdad, la coraza de la justicia de Dios, el calzado de la paz (el evangelio), el escudo de la fe, el casco de la salvación, y la espada del Espíritu (la Palabra). Y es que constantemente estamos luchando contra las fuerzas espirituales de este mundo de hoy. Más lo importante es que Dios está luchando con nosotros. Después de hacernos saber que estamos en una lucha espiritual y de instarnos a ponernos la armadura de Dios para mantenernos en pie y darnos una descripción de cada parte de esta armadura Pablo termina este pasaje diciendo: “Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.” (v 18). Porque la oración, como hemos estado viendo, es una parte fundamental para mantenernos firmes y crecer en la batalla. Solo estando en comunión y relación con Dios, es que podemos ser victoriosos. Otra razón por la cual la oración es importante es porque:
La oración nos somete a un Dios que puede hacer lo que quiera, cuando quiera, como quiera. La historia de Eliseo terminó con un giro inesperado, y así es como puede resultar también en nuestra historia.
En esta historia vemos todo tipo de cosas que parecen imposibles porque Dios puede hacer lo imposible. Fue a través de las oraciones valientes y atrevidas de Eliseo que ¡Dios hizo exactamente eso! Luego de que orara por su siervo, Eliseo oró para que Dios cegara al ejército (v 18), y Dios lo hizo. Una vez ciegos, les dice que estaban en el lugar equivocado y los lleva a Samaria (v 19) donde estaba el rey de Israel. Luego, le pidió a Dios que les abriera los ojos nuevamente y ellos se dan cuenta de ¡donde están! El rey le pregunta a Eliseo si debería matarlos a todos. Estarás pensando, sí, ¡justicia! ¡Dios va a acabar con sus enemigos! ¡Se lo merecen! Pero Dios le dice que no. Dios hace algo que para muchos de nosotros parece humanamente ridículo. Perdonó a los que querían dañar a su pueblo. Entonces, el rey les perdonó la vida, los alimentó. y los envió a casa.
Al principio, este ejército estaba rodeando a Eliseo y a su casa. Su sirviente Gieze solo ve al ejército enemigo que es mucho y no puede ver al ejército de ángeles. Esto es porque sus ojos espirituales no se habían abierto a la realidad del mundo espiritual que nos rodea. Muchos de nosotros todavía estamos ciegos a esta realidad. Pero nuestros ojos se abrirán cuando vivamos una vida de oración. Es a través de la oración que venceremos las pruebas y dificultades. Pero no se trata de una oración de vez en cuando, o solo cuando necesitamos un milagro. Debemos mantenernos en oración para poder entrenarnos para cuando llegue la prueba.
A lo mejor hoy necesitas un milagro, algo extraordinario, imposible. Tal vez necesitamos ayuda para superar algo que creemos que no podemos vencer. Quizás lo que necesitamos es más fe. Fe en saber que los caminos de Dios están muy por encima de los nuestros. Que para Dios nada es imposible. Entonces ora. Cuando oramos, exhibimos ese tipo de fe. Nos estamos sometiendo al hecho de que Dios tiene la capacidad de hacer lo que quiera … cuando quiera … como quiera. La oración resalta nuestra fe en que Dios tiene la capacidad de hacer lo que parece humanamente imposible. La oración nos ayuda a experimentar el poder que proviene de tener una gran fe.