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Puntos de conversación:
- Las familias se reúnen para compartir la alegría de las Buenas Nuevas. No podemos evitar compartir buenas noticias con las personas en nuestro “círculo íntimo”. Lucas 1:39-40
- Con la llegada de Jesús, el Espíritu Santo produce gozo con humildad. Algunas cosas locas pasaron cuando María vio a Elisabet: Elisabet profetizó, estaba llena del Espíritu Santo, ¡y el bebé dentro de ella también estaba lleno del Espíritu Santo! Lucas 1: 41-43, Lucas 1:15
- El verdadero gozo resulta en alabanza y proclamación. Para María, se desarrolló con una canción de alabanza y proclamación. Lucas 1: 46-56
El Espíritu Santo produce alegría en una persona que ha estado con Jesús. El verdadero gozo resulta en alabanza y proclamación. Así que si tu eres un seguidor de Cristo debes tener Su gozo y no solo eso, pero debes desbordar en alabanza y debes proclamar quién es Jesús. En el tema de hoy veremos una historia de cómo incluso el Cristo no nacido tuvo el poder de inducir un desbordamiento de gozo y regocijo en los corazones de quienes lo rodeaban. Y es que el gozo que Jesús trae a nuestras vidas debe resultar en alabanza y exaltación.
Eso es precisamente lo que sucedió con Maria cuando el ángel le proclama que dará a luz al Mesías prometido. Ella, a pesar de todo, se sintió gozosa y este gozo se desbordó en adoración proclamando una oración que hoy en día conocemos como El magnificat. El magnificat es un canto de alabanza. Veamos la primera parte de este canto de alabanza:
Lucas 1:46-47 María respondió: —Oh, cuánto alaba mi alma al Señor. ¡Cuánto mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador!
Si te das cuenta, esta joven esta tan gozosa que no puede quedarse callada, si no que de lo profundo de su alma nació ese canto de alegría. Y es que uno no se puede quedar callado cuando recibe tan buenas noticias, como lo son las Buenas nuevas de salvación. Y no hay que esperar las fiestas navideñas o días especiales para reunirse con la familia y compartir las Buenas nuevas de salvación con la familia, amigos u otros.
Las familias se reúnen para compartir la alegría de las Buenas Nuevas. No podemos evitar compartir buenas noticias con las personas en nuestro “círculo íntimo”.
María fue directamente a la casa de su prima Elisabet después de escuchar la noticia. No se aguantaba por compartir con su prima querida la noticia tan grande de que llevaba en su vientre a Jesus.
Mas también quería compartir la alegría de su prima Elisabet quien ya era mayor de edad pero que por fin iba a tener un hijo. El ángel Gabriel le habló del hijo de Elisabet, Juan.
En Lucas 1:19 Gabriel le dice a Zacarias, esposo de Elisabet y por lo tanto el padre de Juan que su esposa iba a tener un hijo.
Lucas 1:19 Entonces el ángel dijo: —¡Yo soy Gabriel! Estoy en la presencia misma de Dios. ¡Fue él quien me envió a darte esta buena noticia!
Y ¡qué gran noticia! Así que como dice Lucas 1:39-40 “Pocos días después, María fue de prisa a la zona montañosa de Judea, al pueblo. donde vivía Zacarías. Entró en la casa y saludó a Elisabet.” María está tan contenta que se apresura a estar con otro creyente, en este caso Elisabet, para compartir lo que Dios ha hecho en su vida.
Piensa que probablemente también estaba asustada ya que era una jovencita sin estar casada. Si José no se casaba con ella, y se sabía que estaba embarazada, corría peligro de ser apedreada a muerte. Pero aun asi corrió a alguien que compartir su misma fe para compartir su buena noticia.
Y tú, ¿te apresuras a hablar con otro creyente, ya sea familiar o amigo, y le cuentas las cosas buenas o malas de tu vida? Recuerda que otros cristianos pueden animarnos.
Mas no solo se trata de compartir con las personas de nuestro círculo íntimo si no con los que no conocen de Jesus. No se trata de ir y compartir lo malo que nos pasa con los que no conocen de Jesus. Eso se hace con los cristianos maduros. Pero si, debemos apresurarnos con valentía a compartir las Buenas Nuevas con los incrédulos. Ellos necesitan saber de Jesús y de lo que hizo en la cruz para que ellos puedan ser salvos.
Con la llegada de Jesús, el Espíritu Santo produce gozo con humildad.
La verdad es que cuando tenemos a Jesús en nuestras vidas, no solo debemos desbordar su gozo si no que este gozo debe llenarnos de humildad también. La arrogancia ni la jactancia tienen cabida en una vida que está llena del gozo que proviene del Espíritu Santo. Los seguidores de Jesús deben ser las personas más gozosas y humildes a pesar de las situaciones de la vida.
María fue un ejemplo de una persona llena del gozo del Espíritu pero también de humildad. Ella se llama asi misma la sierva de Dios. Y eso es lo que somos como seguidores de Cristo: somos siervos. Somos personas llamadas a servir a los demás.
Pero volviendo a la historia, María llegó donde su pariente Elisabet. Y estando con ella pasan algunas cosas locas o fuera de lo común. Elisabet profetizó. Ella estaba llena del Espíritu Santo. Y no solo eso, si no que ¡el bebé dentro de ella también estaba lleno del Espíritu Santo!
Lucas 1:41-43 Al escuchar el saludo de María, el bebé de Elisabet saltó en su vientre y Elisabet se llenó del Espíritu Santo. Elisabet dio un grito de alegría y le exclamó a María: —Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y tu hijo es bendito. ¿Por qué tengo este honor, que la madre de mi Señor venga a visitarme?
¡Elisabet fue llena del Espíritu a la venida de Jesús no nacido! ¡Jesús no había nacido todavía y ya se estaba manifestando en la vida de otros a través del Espíritu Santo! Y es que el Espíritu Santo provoca alegría que lleva a la adoración y a compartir las Nuevas buenas de salvación. Esto lo vemos claramente en
Hechos 2 donde el Espíritu Santo llena a los creyentes por primera vez. Y, ellos, como respuesta ¡proclaman las obras poderosas de Dios!
Elisabet le dice a Maria que al solo escuchar su saludo, el bebe (Juan) “saltó de alegría” (Lucas 1:44-45). Esto es algo del otro mundo aunque no debería ser una sorpresa ya que antes de que pasara se había profetizado en Lucas 1:15. Juan estaba lleno del Espíritu y se regocijaba. ¡El Espíritu Santo lo impulsó a patear!
Nosotros también somos llenos del Espíritu y del fruto del Espíritu cuando Jesús entra en nuestras vidas.
¿Dónde está nuestro gozo? Aquí vemos el gozo ejemplificado en esta historia. Juan no había ni nacido y se estaba moviendo de gozo por sentir cerca a Su Salvador, que ¡también estaba dentro del vientre de su madre! ¡Esta es la evidencia cristiana de que la vida comienza en la concepción y la personalidad se atribuye a los bebés que están por nacer! Un “feto” ya es un bebé; un ser vivo y por eso el aborto es asesinato. La Biblia dice que desde el vientre de nuestra madre, o sea antes de nacer, hemos sido escogidos por Dios (Jeremías 1:5). Eso es precisamente lo que pasaba con Juan. Él había sido apartado para el servicio de proclamar y preparar el camino del Señor. Juan sabia muy bien que había sido escogido y apartado desde antes de nacer con el propósito de preparar el camino para Jesús:
Juan 3:29-30 Es el novio quien se casa con la novia, y el amigo del novio simplemente se alegra de poder estar al lado del novio y oír sus votos. Por lo tanto, oír que él tiene éxito me llena de alegría. Él debe tener cada vez más importancia y yo, menos.
¡Mira que humildad de este hombre! El proclama que Jesus debe tener más importancia que él mismo. El gozo y la valentía de Juan se vieron nuevamente cuando declaró públicamente que él no era ni digno de desatar las sandalias de los pies de Jesus. Esto es lo que el Espíritu Santo hace en nuestras vidas: nos llena de gozo y nos hace humildes.
El verdadero gozo resulta en alabanza y proclamación. Para María, se desarrolló con una canción de alabanza y proclamación.
Nosotros, como María, podemos tener alegría pero no cualquier clase de alegría, si no el gozo, como ya dijimos, que proviene de tener a Jesús. Es un gozo que viene del Espíritu Santo por la misericordia, la gracia y la fidelidad de Dios. Esta alabanza debe fluir libremente de nuestra alma. Y así como el gozo brotó de María en una canción de alabanza, el gozo debe brotar de nosotros en alabanza y proclamación. En otras palabras, debemos proclamar la grandeza de Jesús.
María era una pecadora que necesitaba un Salvador como todos los demás. Y lo proclama en su canto, conocido como el Magnificat. Veámoslo:
Lucas 1:46-49 María respondió:
—Oh, cuánto alaba mi alma al Señor.
¡Cuánto mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador!
Pues se fijó en su humilde sierva,
y de ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bendita.
Pues el Poderoso es santo
y ha hecho grandes cosas por mí.
En este canto vemos que ella dice que Jesús es su Salvador. Ella conoce su depravación y pobreza espiritual. ¡La gracia de Dios (su favor no merecido) la ha cambiado para siempre!
Sigamos leyendo el Magnificat:
Lucas 1:50-53 Él muestra misericordia de generación en generación a todos los que le temen.
¡Su brazo poderoso ha hecho cosas tremendas!
Dispersó a los orgullosos y a los altaneros.
A príncipes derrocó de sus tronos
y exaltó a los humildes.
Al hambriento llenó de cosas buenas
y a los ricos despidió con las manos vacías.
María declara que Dios es misericordioso con los humildes y arrepentidos. Al contrario, los opresores orgullosos y arrogantes de su tiempo y del nuestro serán tratados con severidad porque Dios ama al humilde. Además, dice que Dios es fiel a su pueblo y cumple sus promesas como vemos en las últimas palabras del El Magnificat:
Lucas 1:54-55 Ayudó a su siervo Israel
y no se olvidó de ser misericordioso.
Pues lo prometió a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus descendientes para siempre.
Como vemos, el Magnificat es un poema o canción del Espíritu. María no solo se llena de tal gozo si no que también es valiente en su alabanza y proclamación. Valiente porque se atreve a hablar de los orgullos y de los príncipes, o sea de los que están en el poder.
En conclusión, repito la idea principal de este artículo: el Espíritu Santo produce alegría en una persona que ha estado con Jesús. El verdadero gozo resulta en alabanza y proclamación. Y ya que las Buenas nuevas o sea el Evangelio nos da gozo para adorar también nos da valor para evangelizar:
Hechos 4:12 ¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos. Los miembros del Concilio quedaron asombrados cuando vieron el valor de Pedro y de Juan, porque veían que eran hombres comunes sin ninguna preparación especial en las Escrituras. También los identificaron como hombres que habían estado con Jesús.
Los discípulos sin educación que habían estado con Jesús salieron y trastornaron el mundo. Aun pasando persecución, ¡todavía proclamaron a Jesús como Señor! Todos los seguidores de Jesús deben ejemplificar el gozo que conduce a la valentía. Tú debes resaltar entre los demás. ¿Es tu gozo fácil de ver en un mundo lleno de personas comunes?
- ¿Cuál es tu reacción inicial al tema? ¿Qué te llamó a la atención?
- Lee Lucas 1: 39-45. ¿Cómo crees que fue la conversación entre estas dos mujeres que sabían de los niños milagrosos que llevaban dentro?
- Comparte un milagro que Dios haya hecho en tu vida. ¿Quién está en tu círculo íntimo de “buenas noticias”?
- Lee Lucas 1: 46-55. Identifica todo lo que la oración de María dice sobre Dios y sobre ella. ¿Crees que ella entendió todo lo que iba a pasar por Jesús? Explica.
- ¿Hay algún paso que debas tomar basado en el tema de hoy?