Impuestos para el César (Marcos 12:13-17)

En un artículo titulado “Una vida de impuestos: ¿Cuánto pagarán los estadounidenses en impuestos a lo largo de su vida?”, dice que el contribuyente estadounidense promedio gastará el 33.23% de sus ingresos en impuestos. Eso es $532,910 de ingresos promedio de por vida de $1,571,244. El gobierno de Los Estados Unidos recaudó más de 4,9 billones de dólares en impuestos en 2022. Finlandia, Japón y Dinamarca tienen las tasas impositivas más altas. Los países que son un paraíso fiscal son Las Bahamas, Irlanda y Suiza. ¿Alguien quiere iniciar una iglesia Alpine en Las Bahamas? (broma). Nacimos en este sistema impositivo y, hasta cierto punto, lo aceptamos tal como es. Queramos o no, los impuestos son parte de toda nuestra vida. Así que la pregunta para considerar hoy es: ¿Se toman los impuestos más en serio que el diezmo?

Asi, como los impuestos son un tema incómodo para muchos hoy en día, lo mismo ocurrió con los judíos de aquella época. Los varones mayores de veinte años eran responsables de pagar anualmente un impuesto al templo que sustentaba el funcionamiento del templo judío. Además del impuesto del templo, se esperaba que los judíos diezmaran de sus ingresos para sustentar a los sacerdotes.

El conflicto para los judíos surgió con el nuevo impuesto imperial romano que debía pagarse con un denario. Un denario era una moneda de plata romana que llevaba el busto semidivino de Tiberio César (14-37 d.C.) con una inscripción abreviada en latín, Tiberius Caesar Divi Augusti Filius Augustus (“Tiberio César Augusto, Hijo del Divino Augusto”). El reverso tenía una imagen de la madre de Tiberio, Livia, y la inscripción Pontifex Maximus (“Sumo Sacerdote”).

En un mundo en el que el favor de los dioses se consideraba esencial para el éxito de Roma, gran parte de la vida religiosa estaba estrechamente vinculada al Estado. No sorprende, entonces, que los ingresos fiscales ayudaran a sostener una serie de templos y festivales. De hecho, una expresión adecuada de esta conexión religiosa la ofrece la ubicación central en Roma del Templo de Saturno, donde se guardaban los ingresos fiscales.

Por lo tanto, para algunos judíos el pago de este impuesto planteaba un doble problema. Primero, creían que pagarlo era una admisión del derecho romano a gobernar. Y dos, pagarlo era una sumisión no sólo a Roma sino a sus dioses. Incluso había quienes creían que si poseías la moneda romana te estabas sometiendo a Roma y a sus dioses. De hecho, algunos años más tarde, como resultado de estos impuestos, Judas el Galileo fundó una causa rebelde que creció hasta convertirse en el movimiento zelote. Con el tiempo, sumió a la nación en una rebelión contra Roma, que resultó en la aniquilación tanto de la nación judía como de los rebeldes.

Con esto como trasfondo, nuestro pasaje de esta mañana y las siguientes dos historias que cubren 11:27 – 12:44 tienen más sentido.  En aquella época a los fariseos no les gustaba pagar este impuesto romano pero no se oponían activamente a él, mientras que los herodianos (partido político público que se distinguía de los fariseos y saduceos por el hecho de que eran y habían sido sinceramente amigos de Herodes el Grande, el rey de los judíos, y de su dinastía.) no tenía objeciones al respecto.

Estos son los dos grupos que encontramos en nuestro pasaje de hoy viniendo a Jesús. 

Pregunta sobre los impuestos

Jesús no huye de las preguntas difíciles, ni nosotros tampoco deberíamos hacerlo. El pasaje que veremos hoy, abre con una pregunta hecha a Jesús y diseñada como una trampa por los líderes religiosos.

Marcos 12:13-15 (NTV) Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.  —Maestro—dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?  ¿Debemos o no pagarlos? …

Esta pregunta tenía como objetivo poner a Jesús en una posición sin salida.Si Jesús afirmaba que si se debía pagar los impuestos romanos, ofendería a sus seguidores. Si los rechaza, enfrentaría cargos de traición y sería arrestado.  

Muchas veces podemos encontrarnos en una situación similar. Si respondemos de una manera, se nos verá alineándonos con una determinada posición (ya sea que la apoyemos o no) y si respondemos de otra manera, se nos verá como que no estamos en el redil. Entonces, para evitar tal encrucijada, simplemente no nos involucramos. Pero eso no fue lo que hizo Jesús. No rechazó las conferencias de prensa. No dijo: “no comentarios” o “no más preguntas”. Se comprometió con aquellos que lo oponían contestando a sus preguntas. No deberíamos temer hacer lo mismo. Considera lo que dice Lucas 12:11-12, Santiago 1:5 y 14:26 donde nos dice que Él nos dará las palabras que decir.

Imagen estampada

César puede ser digno de una moneda pero Dios es digno de nuestros corazones. La imagen de Dios está estampada en cada corazón humano. Las monedas llevan la imagen del emperador, pero los humanos llevan la imagen de Dios. Con esto en mente, veamos la respuesta de Jesús a la pregunta de los fariseos y los herodianos:

Marcos 12:15-17 (NTV)  Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo: —¿Por qué intentan atraparme? Muéstrenme una moneda romana, y les diré. Cuando se la dieron, les preguntó: —¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda? —Al César—contestaron. —Bien —dijo Jesús—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios. Su respuesta los dejó totalmente asombrados.

Dice que Jesús vio a través de su hipocresía. ¿Cuál fue su hipocresía? ¡Haciendo una pregunta cuando llevaban monedas romanas en sus bolsillos! “Al mostrarle una a Jesús, ya habían respondido su propia pregunta. Al utilizar las monedas de César, reconocían tácitamente la autoridad de César y, por tanto, su obligación de pagar el impuesto” (Comentario bíblico del expositor: Edición abreviada – 2 volúmenes). ¡Es interesante que Jesús no tuviera una moneda romana! Pero los fariseos sí la tenían. 

No es una coincidencia que Jesús use la misma palabra para dibujo (imagen) como lo hace en Génesis 1:26. La misma palabra utilizada para la creación de la humanidad a imagen de Dios. Si las monedas llevan la imagen de César, entonces pertenecen a César. ¡Pero la humanidad, que lleva la imagen de Dios, pertenece a Dios! Otros pasajes brindan información adicional sobre nuestro deber para con César, nuestro deber para con los gobernantes bajo los cuales nos encontramos:

Romanos 13:7 Ustedes den a cada uno lo que le deben: paguen los impuestos y demás aranceles a quien corresponda, y den respeto y honra a los que están en autoridad.

1 Timoteo 2:2-4 Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad.

1 Pedro 2:15, 17 La voluntad de Dios es que la vida honorable de ustedes haga callar a la gente ignorante que los acusa sin fundamento alguno…. Respeten a todos….

Hay un tema aquí: paguemos nuestros impuestos para que otros vean a Jesús en nosotros. Ellos verán la imagen de Dios estampada en nosotros. Pero la cosa no termina allí, aunque a menudo nos detenemos solo en esa parte después del papel de César. Con respecto a esto, el Comentario de Pilar del Nuevo Testamento comenta que “El aspecto no menos interesante de la brillante respuesta de Jesús es que no se detiene en la pregunta que se le hace. El deber para con el César es superado por el deber para con Dios.” En otras palabras, debemos pensar en que se le debe a Dios.

Si César es digno de una moneda entonces Dios es digno de nuestros corazones. La imagen de Dios está estampada en cada corazón humano. Pensemos en la pregunta con la que abrimos: ¿Tomas los impuestos más en serio que el diezmo? Y es que dar trae implicaciones. Las Escrituras dejan claro que las donaciones financieras son una expresión de nuestro corazón. Revela nuestra motivación para dar. Dios el Padre dio a Su Hijo para poder tener una relación con nosotros, y el Hijo dio Su vida a cambio de nuestra vida. 

¿Qué nivel de gratitud debería impulsar esto dentro de nosotros? El Santo e Infinito Creador del Universo haciéndose carne y sangre para salvar a un pueblo pecador y rebelde. ¿Cuál es la única respuesta adecuada? Creo que la respuesta está en las palabras de Pablo cuando dice en  Gálatas 2:20: “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.”. 

¡Nuestra gratitud debe ser nuestra vida, todo lo que somos y todo lo que tenemos! No puede sino manifestarse en un corazón alegre y agradecido que incluye nuestras donaciones financieras. Si alguien no tuviera otra evidencia que nuestros registros financieros, ¿concluiría que tenemos un corazón agradecido hacia nuestro Salvador y que vivimos para Él?

Pablo dice en 2 Corintios 9:7: “Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar; y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría”.  ¿Por qué? Porque ¡expresa el corazón que tenemos para Dios! ¡También muestra que estamos agradecidos por lo que tenemos financieramente considerando el hecho de que todo lo que tenemos nos lo han dado! Pablo pregunta en 1 Corintios 4:7: “¿Qué tienen que Dios no les haya dado?…” 

La respuesta adecuada es nada. Salmos 24:1 nos dice: “La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen.”. Nuestras donaciones financieras son una expresión de nuestro corazón y, por lo tanto, son una parte importante de nuestra adoración. Es inconsistente adorar al Señor alzando nuestra voz en alabanza e identificándonos públicamente como seguidores de Cristo y no adorarlo con nuestras finanzas.  Nuestro corazón no se puede dividir. ¡Servirá a Dios o a Mammón! (Mateo 6:24).

Una forma rápida de comprobar dónde está nuestro corazón es considerar estas tres preguntas:

• ¿Estamos dando consistentemente?

• ¿Estamos dando proporcionalmente?

• ¿Estamos dando con sacrificio? (¿Nos duele dar?)

La primera pregunta es: 

¿Estamos dando consistentemente?

Puedes decir ¿qué más da la frecuencia con la que doy, siempre y cuando de? Dar es un acto de adoración. ¿Vamos a la iglesia solo una vez al año? ¿Sólo alzamos nuestra voz a Dios una vez al mes, al año?

Queremos hacer estas cosas con frecuencia porque queremos expresar nuestro corazón a Dios. No debería ser diferente con nuestra donación financiera. Hay que dar con regularidad no cada luna llena

1 Corintios 16:2 (NTV) El primer día de cada semana, cada uno debería separar una parte del dinero que ha ganado. No esperen hasta que yo llegue para luego tratar de reunirlo todo de golpe.

Según, este versículo, puedes dar cada semana, si así te pagan o cada mes

La segunda pregunta es:

¿Estamos dando proporcionalmente?

En 2 Corintios, Pablo alaba a las iglesias de Macedonia porque en una gran prueba de aflicción rebosaba de gozo y de su profunda pobreza desbordaron en la riqueza de dar. Y anima a la iglesia de Corinto a hacer lo mismo. Y los exhorta a que den según lo que tienen 

2 Corintios 8:11 (NTV) …Den en proporción a lo que tienen.

Antes de eso, los había exhortado a que no solo abunden en su fe, conocimiento y en enseñar talentosamente, sino que también en dar

2 Corintios 8:7 (NTV) Dado que ustedes sobresalen en tantas maneras… —quiero que también sobresalgan en este acto bondadoso de ofrendar.

No hay nada sagrado ni místico sobre el 10% pero sí es bueno empezar en un porcentaje que sigues dando proporcional a lo que ganas. Si dieras el 10% y ganaras $70,000, eso significa alrededor de $7,000. Si estuvieras dando sólo el 5%, estarías dando $3,500, que es el 10% para alguien que gana $35,000 al año. Eso no es proporcional. Debes dar de acuerdo con lo que ganas. Si miramos las estadísticas, sólo el 20% de los que dan, lo hacen proporcionalmente. Debemos dar según lo que ganamos

La tercera y última pregunta que hay que hacernos al dar es:

¿Estamos dando con sacrificio? 

¿Nos duele dar? Como seguidores de Cristo, se nos dice que sufriremos. Al mismo tiempo debemos compartir la actitud de Pablo, quien dice que tengamos todo como gozo cuando suframos (Filipenses 2:17-18).

Deberíamos considerarlo una alegría cuando pagamos nuestros impuestos. No porque necesariamente creamos o apoyemos el destino de todos nuestros impuestos, sino porque debemos ser testigos de Jesús en esta tierra. También debemos considerarlo un gozo cuando damos al Señor sacrificialmente, no porque él lo necesite sino porque revela nuestro corazón. Mantiene nuestro corazón protegido de la avaricia y arrogancia. y nos llena de gozo. Las iglesias de Macedonia había aprendido este concepto de dar con sacrificio 

2 Corintios 8:1-2 (NTV) Ahora quiero que sepan, amados hermanos, lo que Dios, en su bondad, ha hecho por medio de las iglesias de Macedonia. 2 Estas iglesias están siendo probadas con muchas aflicciones y además son muy pobres; pero a la vez rebosan de abundante alegría, la cual se desbordó en gran generosidad.

Estas iglesias estaban sufriendo no les sobraba dice que eran muy pobres y esto no les quitaba el gozo. Al contrario, abundaban en gozo y este gozo desbordó en ser generosos. Vemos dos ejemplos de dar con sacrificio en el libro de Marcos. Uno ya lo hemos cubierto y otro lo veremos próximamente. 

Vimos al hombre rico a quien se le pidió que diera sacrificialmente y decidió no hacerlo. Luego tenemos a la viuda pobre que por su propia voluntad dio todo lo que tenía: dos monedas de cobre. Jesús dice, nadie dio más que esa mujer. Otros dieron de lo que les sobraba pero ella dio de su pobreza. ¿Estamos dando de manera sacrificial? La forma más fácil de responder a eso es nombrar lo que has sacrificado. Para los gastadores: auto nuevo, casa nueva, vacaciones, etc. Para los ahorradores: ahorros para la jubilación, inversiones, etc.

Para recapitular: ¿Tomas los impuestos más en serio que el diezmo? Tal vez no sean los impuestos, sino cualquier otra cosa que sea tu prioridad. Tú sabes que es lo más importante en tu vida, si los impuestos NO es lo que tomas mas en serio, sino tus vacaciones, o tus ahorros o lo que sea. Asegúrate de reconsiderar las cosas. Toma el dar como algo serio y que tu tesoro este en el lugar correcto

Mateo 6:19-21 (NTV) »No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. Almacena tus tesoros en el cielo, donde las polillas y el óxido no pueden destruir, y los ladrones no entran a robar. Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón.

Hoy, asegurémonos de darle a César no sólo lo que es de César, sino que le demos a Dios lo que es de Dios.