Es fácil resentirse con Dios cuando tu relación con él se define por tus expectativas no cumplidas.
Esta es la parte 3 de 4 en la serie Parábolas perplejas.
Muchas situaciones surgen en la vida donde Dios parece ser injusto. A menudo, este sentimiento es impulsado por la forma en que suponemos que Dios debería tratarnos. Estas expectativas, cuando no se cumplen, pueden crear enojo y resentimiento hacia Dios. Jesús contó una parábola en Mateo 20:1-16 que nos muestra que, de hecho, Dios es increíblemente generoso.
No nos daremos cuenta de esto, siempre y cuando tengamos falsas expectativas de él. La parábola señala tres errores en nuestra perspectiva de Dios que, si no se corrigen, seguramente nos llevará a la insatisfacción.
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No hagas responsable a Dios de promesas que nunca hizo
Creamos expectativas de Dios basándonos en lo que pensamos que él debería hacer, en lugar de lo que dijo. Los trabajadores contratados temprano en el día pensaron que el propietario debería actuar de una manera determinada (v10). Cuando no lo hizo lo acusaron de ser injusto (v13). Sin embargo, ellos recibieron todo lo que el dueño les prometió (v.14). Del mismo modo, Dios siempre cumple Sus promesas. Pero cuando él no hace lo que pensamos que debería, hacer. lo culpamos y criticamos en vez de estar agradecidos por todo lo que ha hecho.
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No asumas que Dios te debe por todo tu arduo trabajo
Dios no nos debe nada, excepto Su justo juicio por nuestro pecado. En cambio, él amablemente nos invita a entrar en relación con él (lo que la Biblia llama “pacto”), en lo que promete bendecirnos. Todo lo que Dios nos da es el resultado de su generosidad. Pero a menudo asumimos que lo que recibimos de Dios es el resultado de nuestro arduo trabajo o mérito. Este enfoque “transaccional” (de negocio) asume que Dios tiene una obligado con nosotros por lo que hacemos por él. Al igual que los trabajadores contratados temprano en el día (v.11), cuando Dios no nos da lo que pensamos que nos debe, nos volvemos en contra de él.
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No te quejes por cómo Dios bendice a otros
En Su generosidad, Dios ama bendecir a las personas más allá de lo que merecen (v.9). Sin embargo, creemos que la gente debe obtener sólo lo que se merecen. Así como los trabajadores contratados temprano en el día (v. 15), egoístamente nos ponemos celosos y nos quejamos cuando vemos cómo otros son bendecidos – especialmente en comparación con nosotros mismos.
¿Cómo respondes cuando Dios no hace lo que esperas que haga? ¿Cómo reaccionas cuando Dios bendice a otros (aparentemente) más de lo que te ha bendecido a ti? En realidad, Dios nunca es injusto con nosotros. En realidad, nosotros somos injustos con Dios cuando lo juzgamos por nuestras expectativas. Dios nos ha dado generosamente mucho más de lo que cada uno de nosotros merecemos. Llueva, truene o relampaguee, tenemos todas las razones para celebrar su bondad en nuestras vidas y en la de los demás.
Preguntas para comentar:
- Preparación: Ver el video juntos o invita a alguien para resumir el tema.
- ¿Cuál es tu reacción inicial al video/artículo? ¿Está de acuerdo con alguna parte? ¿Qué saltó a la vista?
- ¿Alguna vez has sentido como que Dios es injusto, o conoces a alguien más obsesionado con la idea de la justicia de Dios (o por la falta de ésta)? ¿Qué pasó?
- ¿Cuáles son algunas expectativas falsas de Dios que alguna vez tuviste y que han cambiado?
- Lee Números 23:19. ¿Qué nos enseña esto sobre las promesas de Dios? Y sí algo que pensamos que ha sido prometido sale diferente de lo que esperamos, ¿cuál debería ser la lección aprendida?
- Lee Mateo 20:11-14. ¿Nos da Dios lo que merecemos? Explica por qué sí o por qué no.
- Lee Mateo 20:15-16. Los judíos en la época de Jesús creían que las promesas de Dios eran solo para ellos. ¿Cual es la enseñanza de Jesús aquí a través de esta parábola?
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