En Marcos 11:12-25 Jesús relaciona una higuera infructuosa con el mayor símbolo de religión en la fe judía. En el proceso, redefine el papel del templo en la fe cristiana. Esto nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿Por qué los cristianos no adoran en los templos? La respuesta la encontraremos a través de la enseñanza de hoy.
La maldición
Jesús maldijo una higuera: el único milagro destructivo en los evangelios. Lo hizo para señalar cómo, en toda la actividad religiosa exterior de Israel, no lograron estar a la altura de las cosas que Dios realmente quería.
Marcos 11:12-14 (NTV) Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el templo. Después de mirar todo detenidamente a su alrededor, salió porque ya era tarde. Después regresó a Betania con los doce discípulos. A la mañana siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. Vio que a cierta distancia había una higuera frondosa, así que se acercó para ver si encontraba higos; pero solo tenía hojas porque aún no había comenzado la temporada de los higos. Entonces Jesús dijo al árbol: «¡Que nadie jamás vuelva a comer tu fruto!». Y los discípulos lo oyeron.
A muchos les parece irrazonable que Jesús marchitara la higuera solo porque tenía hambre y no tenía fruto. Especialmente cuando pasaron 2-3 meses antes de que normalmente diera frutos.Pero comienza a tener sentido, no como una historia independiente, sino cuando se la considera en una narrativa más amplia.
Visto como una historia continua a la luz de otros incidentes que la rodean. Las higueras de esa región alcanzan todas sus hojas en marzo/abril. Ellos pasan por la higuera una semana antes de la Pascua, por lo que lo más probable es que sea marzo. Y las higueras no dan frutos hasta junio.
Al pasar por allí, Jesús se dirigió directamente al árbol → realizó un milagro de destrucción El único milagro de destrucción atribuido a Jesús en los evangelios. ¿Por qué Jesús no usó su poder divino para forzar una cosecha de higos fuera de temporada sino que destruyó el árbol?
Marcos explica la situación: “no había comenzado la temporada de los higos”. “Este detalle es una pista para que el lector mire más allá del significado superficial y vea su significado simbólico. Esta acción no se trata de una higuera infructuosa en particular; tiene que ver con el templo”. (El comentario de la aplicación NVI)
El paralelo entre la higuera e Israel no es exacto, pero es instructivo. Esto convierte al milagro de secar la higuera en una parábola. La higuera no debería haber tenido frutos. Pero Israel debería haberlo hecho. Mostraron muchas “hojas” externas o sea toda su actividad religiosa al igual que la higuera, pero no mostraron ningún “fruto” real: las cosas que Dios estaba buscando y no encontraba en ellos. Israel pretendía llevar frutos de arrepentimiento pero su corazón estaba lejos de él (Marcos 7:6).
Y así como mandó juicio a la higuera y la secó, también juzga a Israel como lo vemos en los versículos 15-19. En esos versículos se ve el juicio de Jesús contra la comercialización del templo y los problemas en la vida de Israel a los que apuntaba este abuso del templo.
La limpieza
Una cosa que Dios realmente quería de Israel era un corazón dispuesto para él y para los de afuera. La limpieza del templo por parte de Jesús reveló cómo habían fracasado en ambos aspectos.
Marcos 11:15-18 (NTV) Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que compraban y vendían animales para los sacrificios. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les prohibió a todos que usaran el templo como un mercado. Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones». Cuando los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa oyeron lo que Jesús había hecho, comenzaron a planificar cómo matarlo; pero tenían miedo de Jesús, porque la gente estaba asombrada de su enseñanza.
Los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) tienen la limpieza del templo al final del ministerio de Jesús. Sólo Juan lo tiene al principio. Es posible que lo haya hecho dos veces.
El Comentario bíblico del expositor dice que “La limpieza del templo se intercala entre los dos incidentes de la higuera, un arreglo destinado a vincular los relatos. El juicio simbolizado por la maldición de la higuera se inicia con la limpieza del templo por parte de Jesús, y la limpieza del templo es profética de la destrucción de Jerusalén y del juicio escatológico (cf. Marcos 13)”. La limpieza del templo cumplió lo que se profetizó en Malaquías 3:1-3. Así, fue el segundo acto mesiánico de Jesús durante esta semana hasta el momento, junto con la Entrada Triunfal.
El Comentario Bíblico del Expositor comenta que “Los ganaderos y cambistas habían establecido negocios en el Atrio de los Gentiles para comodidad de los peregrinos,. Los animales eran vendidos para sacrificios. Era mucho más fácil para un peregrino en Jerusalén comprar uno que tuviera garantía kosher que tener que traer un animal con él y hacer que lo inspeccionaran para verificar que cumpliera con los requisitos kosher. El dinero romano que los peregrinos llevaban a Jerusalén debía cambiarse a la moneda de Tiro (lo más parecido al antiguo siclo hebreo), ya que el impuesto anual del templo debía pagarse en esa moneda. A menudo se cobraban precios exorbitantes por vender la moneda. Al volcar las mesas de los cambistas y los bancos de los vendedores de palomas, Jesús estaba desafiando directamente la autoridad del sumo sacerdote, porque estaban allí por su autorización. En el relato de Juan, Jesús los expulsó con un látigo hecho con trozos de cuerda. Marcos no menciona un látigo. Sin embargo, las palabras ‘expulsar’ y ‘volcar las mesas’ sugieren que Jesús usó la fuerza”.
Jesús limpia el templo de todo lo inmundo que está sucediendo. Esto muestra dos elementos que Dios realmente quería de su pueblo. Primero, quería que tuvieran un corazón para él. El templo consistía en adorarlo y mantener una relación con él. Los responsables del templo lo convirtieron en un emprendimiento comercial.
En segundo lugar, quería que tuvieran un corazón para los forasteros. Dios hizo provisiones en el templo para que los gentiles se acercaran y adoraran como lo dice en el versículo 17, que a su vez está citando Isaías 56:7. Pero los líderes del templo tomaron el espacio dedicado a los gentiles y lo convirtieron en un mercado ruidoso y maloliente, obstruyendo así en la adoración de ellos hacia Dios. Los judios hacían ver como que el templo era solamente para ellos pero Dios les había prometido a todas las naciones un templo para adorar ( Isaías 56:1-8). Por eso es que Jesús tuvo que actuar tan violentamente. Él estaba limpiando su casa de oración para que los sacrificios ofrecidos a Dios fueran como ofrenda agradable y no una transacción comercial.
La lección
Lo que agrada a Dios es una doble actitud del corazón: confiar en Dios para todas nuestras grandes necesidades (fe) y perdonar a los demás de la misma manera que Dios nos ha perdonado a nosotros.
Marcos 11:19-21 (NTV) Esa tarde Jesús y los discípulos salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar junto a la higuera que él había maldecido, los discípulos notaron que se había marchitado desde la raíz. Pedro recordó lo que Jesús había dicho al árbol el día anterior y exclamó: —¡Mira, Rabí! ¡La higuera que maldijiste se marchitó y murió!
Estos versículos forman la segunda parte de la historia de la higuera, que rodea el relato de la limpieza del templo. Cuando todos vieron la higuera seca, Jesús no interpretó el acontecimiento. Sin embargo, el significado se destaca por si solo: el juicio predicho de Jesús sobre el templo ese mismo día (capítulo 13), y sus otras declaraciones de juicio contra Israel (capítulos 12) se cumplirán con tanta seguridad como la marchitación de la higuera.
El Comentario de Aplicación NVI nos explica ““Que una higuera con todas sus hojas se marchite completamente en un día es un milagro, y transmite que la condena del templo no es una medida temporal.. Es eterna. Este evento también contrasta la esterilidad del judaísmo del templo con la autoridad y el poder de Jesús.” En otras palabras, Jesús sí tiene poder y toda autoridad aun sobre la naturaleza. Su poder y autoridad si es verdadero no como el judaísmo que era ya sólo una religión y no el estilo de vida que Dios quería.
Como respuesta a la sorpresa de los discípulo y de Pedro por ver que si se secó la higuera, Jesús les respondió de la siguiente manera:
Marcos 11:22-25 (NTV) Entonces Jesús dijo a los discípulos: —Tengan fe en Dios. Les digo la verdad, ustedes pueden decir a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá; pero deben creer de verdad que ocurrirá y no tener ninguna duda en el corazón. Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han recibido, será suya. Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados.
El punto principal del episodio de la higuera es el juicio seguro de Dios sobre el templo y, en mayor medida, sobre Israel. Pero Jesús utiliza el incidente para enseñar también algunas lecciones sobre la fe y la oración. El poder demostrado por la destrucción de la higuera indica cómo responden los cristianos a ese mismo poder. Dios, quien es la fuente de poder, debe ser el objeto de nuestra fe.
Jesús está hablando en sentido figurado al mencionar la montaña. Esta montaña es un símbolo de las dificultades en la vida. Las mayores dificultades posibles pueden superarse cuando una persona tiene fe. La oración es eficaz cuando se hace con fe. Fe en el Dios Todopoderoso que obra milagros. Pero también debe ofrecerse con espíritu de perdón.
Entonces, dos condiciones para una oración eficaz son la fe y la voluntad de perdonar. La relación con Dios no se basa en sacrificios rituales, como en el templo, sino simplemente en la fe y el perdón. Dios no quiere que tengamos una religión que no da frutos de arrepentimiento. Jesús nos enseña que una relación con Dios se basa en la fe, la gracia y el perdón.
Es posible que el templo ya hubiera sido destruido para cuando Marcos escribió su evangelio. Marcos quiere que sus lectores sepan que este fue el juicio de Dios predicho por Jesús, y que el templo ya no era necesario para tener una relación real con Dios. Los sacrificios ya eran absolutos porque Jesús vino a ser el sacrificio perfecto que se hizo una sola vez y para siempre.
Hebreos 10:11-16 (NTV) Bajo el antiguo pacto, el sacerdote oficia de pie delante del altar día tras día, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez, los cuales nunca pueden quitar los pecados; pero nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre. Luego se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Allí espera hasta que sus enemigos sean humillados y puestos por debajo de sus pies. Pues mediante esa única ofrenda, él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos. Y el Espíritu Santo también da testimonio de que es verdad, pues dice: «Este es el nuevo pacto que haré con mi pueblo en aquel día, dice el Señor: Pondré mis leyes en su corazón y las escribiré en su mente».
Jesús es el Sumo sacerdote que presenta la ofrenda sacrificial ante Dios y él mismo también es esa ofrenda. Ahora vivimos bajo este nuevo pacto, el pacto que Jesús establece. La ley se cumplió en Él por lo tanto ahora podemos tener una relación directa con Dios. No tenemos que vivir bajo los rituales de una religión sino bajo la gracia de Jesús. No necesitamos visitar el templo para estar cerca de Dios; nos acercamos a Dios por medio de Jesucristo.
Ver también:
La Trinidad (serie)