Como un misil apuntado y dirigido hacia un objetivo determinado la buena disciplina de los padres tiene un propósito y un resultado deseado en la vida de los niños.
Muchos padres disciplinan sin dirección
Para algunos padres, la disciplina es principalmente para arreglar alguna necesidad apremiante. Los niños se metieron en una pelea, por lo que la madre tiene que intervenir y separarlos. Su objetivo puede ser simplemente restaurar un poco el orden. Los chicos están haciendo ruido, así que papá no puede ver el partido. Su objetivo puede ser eliminar una distracción de su vida. Más allá de detener alguna actividad perjudicial, le dan poco pensamiento al cuadro más grande de lo que una buena disciplina trae a la vida de un niño.
Dios disciplina a sus hijos con un propósito
Nuestro modelo ideal para disciplinar a nuestros hijos de una manera mejor es Dios mismo.
Hebreos 12:7 Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre?
Hebreos 12 habla de las dificultades de la vida como la disciplina de Dios. Dios permite las dificultades por un fin, no al azar o sin pensar.
Hebreos 12:10-11 Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad.11 Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.
La disciplina siempre debe beneficiar al niño
La disciplina de Dios siempre es para nuestro beneficio (versículo 10). Sin embargo, cuando se trata de nuestros hijos, a veces los disciplinamos para nuestro beneficio más que para ellos. Queremos un poco de paz y tranquilidad, o sólo queremos estar en control. Cuando se aplica la disciplina, puede resultar en un beneficio adicional para ti. Es posible que los niños sean más cooperativos o que tengas una casa más ordenada. Pero si el propósito de la disciplina no es para beneficiar a tus hijos, estás actuando de manera equivocada.
Considera algunos de los beneficios que nuestros hijos pueden obtener de nuestra disciplina:
- Comienzan a desarrollar la autodisciplina interna.
- Ellos aprenden el bien del mal.
- Ellos saben que los amamos lo suficiente como para participar en su vida.
- Entienden la seguridad de tener límites claros.
Considera algunas maneras en que la mala disciplina no beneficia a los niños:
- Se sienten sin valor y degradado por las palabras hirientes de los padres.
- Se retiran o huyen de la relación con los padres.
- Ellos aprenden a desconectarse y hacer caso omiso de las personas con autoridad.
- Ellos sufren lesiones físicas.
La disciplina debe mejorar el carácter de un niño
La Biblia dice que Dios nos disciplina “para que nosotros participemos de su santidad.” El versículo 11 añade: “Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta”. En otras palabras, Dios tiene una imagen clara de cómo quiere que nuestras vidas cambien. Como padres, debemos tener una idea de cómo nuestros hijos se verán cuando están honrando y sirviendo a Dios. Esa es la trayectoria de nuestro objetivo cuando los disciplinamos.
Como el versículo 11 señala, la disciplina es dolorosa durante un tiempo. La buena disciplina le costará algo a un niño para que aprenda la lección – si se trata de unas nalgadas razonables o privarlo de privilegios. Si no es dolorosa, de alguna manera, es probable que no sea eficaz en la formación del carácter del niño. Pero existen límites. No queremos causar dolor de manera abusiva. Como sugiere el versículo 11, el dolor de la buena disciplina es temporal – y conduce a una recompensa tangible.
La disciplina debe ser un proceso de entrenamiento
Cuando Dios nos disciplina, las recompensas de su disciplina son cosechadas “para aquellos que están entrenados por ella.” La disciplina no es una serie de eventos no relacionados. Es un proceso de entrenamiento, donde cada evento se acumula constantemente sobre el anterior.
Parte del proceso es la comunicación. Dios se esforzó en Hebreos 12 para hacernos saber la naturaleza y el propósito de su disciplina en nuestras vidas. Del mismo modo, los padres deben tomar tiempo para hablar con sus hijos acerca de la disciplina. Explicarle por qué lo hace. Explicarle cómo se va a beneficiar – después de que el dolor inicial ha terminado. Ayúdales a ver que no se trata sólo de que mamá o papá se enojan o se molestan, pero hay un panorama más amplio.
Con demasiada frecuencia la disciplina de los padres es irregular, inconsistente, e impulsado por la ira o la frustración, y se centrada en las necesidades o deseos de los padres. Así no es como Dios nos disciplina como hijos suyos. Del ejemplo de Dios, aprendemos que la disciplina debe ser dirigida cuidadosamente e intencionalmente. Debe tener una dirección y un propósito para ser fructíferos en la vida de nuestros hijos.
Preguntas para comentar:
- Preparación: Ver el video juntos o invita a alguien para resumir el tema.
- ¿Cuál es tu reacción inicial al video/artículo? ¿Está de acuerdo con alguna parte? ¿Qué saltó a la vista?
- Piensa acerca de cómo tus padres te disciplinaron. ¿Se trataba más de como arreglar una necesidad apremiante, o estaba dirigida a un objetivo más amplio? Explica.
- Cuéntanos acerca de una vez cuando disciplinaste a tus hijos más por su beneficio que por el tuyo.
- Hebreos 12 dice que Dios nos disciplina para crear “una cosecha de una vida recta.” ¿Qué estás tratando de crear cuando disciplinas a tus hijos?
- ¿Estás de acuerdo que para ser eficaz, la disciplina tiene que ser dolorosa? ¿Por qué o por qué no?
- ¿Cuál es el límite entre la disciplina y el abuso?
- ¿Qué medidas pueden tomar los padres para comunicar el propósito mayor de la disciplina a sus hijos? ¿Cómo has hecho eso?
- Llévatelo: Escribe una medida de acción personal basada en esta conversación.
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