En esta serie, hemos examinado cómo explicar la doctrina de la Trinidad tal como se revela en la Biblia. La Trinidad es difícil de entender pero fácil de expresar: hay un Dios que existe eternamente en tres personas. Tan misteriosa como es, la idea de la Trinidad no es solo una teoría teológica abstracta. Tiene el poder de dar forma a cómo los cristianos realmente viven todos los días. Entonces, consideremos tres aplicaciones de la Trinidad en la vida cristiana.
La Trinidad nos enseña a vivir en humildad.
La idea de la Trinidad ciertamente nos hace humildes ante Dios. El Dios tres en uno es un ser que no podemos comprender. Él es Infinito; nosotros somos finitos. Él es Poderoso; nosotros somos débiles Él es exaltado; somos humillados (en humildad). La expresión adecuada de esta humildad ante Dios es la adoración. El Salmos 99:1-5 nos llama a “Postrarnos ante sus pies porque él es santo”.
La Trinidad también nos invita a vivir en humildad entre nosotros o sea los unos con los otros. Las relaciones entre las tres personas de la Trinidad modelan el honor mutuo. Por ejemplo, el Espíritu Santo no se glorifica a sí mismo, sino al Hijo (Juan 16:13-14). El Hijo no se glorifica a sí mismo, sino que busca honrar al Padre, mientras que el Padre da gloria al Hijo (Juan 13:31-32). Cada uno de los tres busca honrarse y elevarse mutuamente, no a sí mismos. Expresamos este tipo de humildad cuando nos servimos unos a otros. Por ejemplo, en Juan 13, cuando Jesús habló de glorificar al Padre, acababa de lavar los pies de sus discípulos.
Esto lleva a la segunda forma en que la Trinidad es más que una simple teoría abstracta:
La Trinidad nos enseña a vivir en comunidad.
Porque Dios es tres personas en un solo ser, siempre ha experimentado la comunidad dentro de sí mismo. La relación está construida en la misma existencia de Dios. Obviamente, la comunidad de los cristianos no es la Trinidad. Los cristianos no somos uno en esencia y somos pecadores imperfectos. Pero el amor de Dios dentro de sí mismo es la base y el modelo del amor que los cristianos tienen unos por otros. Considera cuatro aspectos de la verdadera comunidad hacia la que Dios nos señala:
Amar sin reservas. 1 Juan 4:7 dice: “Sigamos amándonos unos a otros, porque el amor es de Dios”. La razón por la que nos amamos unos a otros es porque el amor es esencial para la Trinidad. Esto se debe al amor de Dios por nosotros (1 Juan 4:11), pero también al ejemplo del amor de Dios dentro de sí mismo.
Perdonar libremente. Los miembros de la Trinidad no necesitan perdonarse unos a otros, porque ninguno de ellos ha pecado jamás. Pero la forma en que Dios nos trata modela cómo nos acercamos a las personas en nuestras vidas que han pecado contra nosotros. Colosenses 3:13 dice: “Tengan en cuenta las faltas de los demás y perdonen a cualquiera que los ofenda. Recuerda, el Señor te perdonó, así que debes perdonar a los demás”.
Vivir en paz. Nunca hay conflicto dentro de la Trinidad. Asimismo, Colosenses 3:14-15 nos invita a vivir juntos “en perfecta armonía….Pues, como miembros de un mismo cuerpo, ustedes son llamados a vivir en paz.”. Vivir en paz y armonía significa que debemos trabajar para mantener relaciones reconciliadas entre nosotros.
Sirviendo en conexión. Las personas de la Trinidad trabajan juntas para cumplir diferentes roles dentro de una unidad mayor. 1 Corintios 12:12 usa una analogía similar para describir la unidad y la diversidad en la iglesia: “El cuerpo humano tiene muchas partes, pero las muchas partes forman un cuerpo entero.”. Cada parte representa una función vital y diferente que toda la iglesia necesita, pero dentro de una unidad mayor dentro de un solo cuerpo. Esta conexión más profunda es mayor que nuestros diversos antecedentes y orígenes (versículos 13-14), de modo que la iglesia, como la Trinidad, es una unidad con diversidad.
Entonces, el pueblo de Dios está llamado a vivir en una comunidad que refleje la Trinidad. Como cristiano, nunca fuiste llamado a estar solo. Necesitas conectarte con otros cristianos: a través de un grupo de conexión, en un equipo de servicio, invitando a otros a tu hogar o haciendo actividades juntos.
Una aplicación más importante surge de las relaciones entre las personas de la Trinidad:
La Trinidad nos enseña a vivir con misión.
Considerando los roles dentro de la Trinidad, la Biblia enseña que el Padre envía al Hijo (1 Juan 4:14). Juntos, el Padre y el Hijo envían el Espíritu (Juan 15:26). Nuevamente, este arreglo modela algo profundo para la vida cristiana, porque, habiendo sido enviado por el Padre, el Hijo envía a la iglesia con la ayuda del Espíritu.
Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, se apareció a sus discípulos y les dijo: “Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.” (Juan 20:21). El Padre envió a Jesús en su misión de ser el Salvador del mundo. De manera similar, Jesús nos envía a nuestra comisión para contarle a la gente sobre la misión de Jesús (Mateo 28: 18-20). Somos los mensajeros que difunden la buena noticia de que Jesús pagó por el pecado humano para que las personas puedan estar bien con Dios (2 Cor 5:18-21). Hacemos nuestra parte por el poder del Espíritu Santo (Hechos 1:8), quien vive dentro de nosotros.
Cada seguidor de Cristo es enviado y empoderado por los miembros de la Trinidad para dar a conocer la salvación a su creación caída. ¿Has aceptado tu misión? El Padre envió a Jesús desde su cómodo lugar en el cielo para entrar en nuestro mundo desordenado. No solo envió información. Envió a una Persona que comprometería a otros con actos de compasión y palabras veraces. De la misma manera, Jesús nos envía fuera de nuestra existencia cómoda para involucrar a nuestro prójimo en su mundo con compasión y verdad. Puedes hacer esto porque el Espíritu Santo te dará poder para traer a la gente a Jesús y a sus buenas nuevas.
La doctrina bíblica de la Trinidad puede ser difícil de entender, pero no es solo una especulación esotérica. Espero que la realidad de quién es Dios moldee la forma en que realmente vives como cristiano todos los días.