1 Timoteo 4:8 NTV «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene».
Ir al gimnasio y ejercitarse 5 veces por semana es bueno para nuestro cuerpo y nuestra salud física. Pero hoy hablaremos de lo beneficioso que es entrenarse en las disciplinas espirituales que nos ayudan a mantenernos saludables espiritualmente. Tenemos que entrenarnos en estas disciplinas para que se vuelvan hábitos en nuestras vidas.
Sin más preámbulo, la primera disciplina espiritual que te ayudará en tu vida espiritual es:
La oración: Haz un hábito de hablar con Dios, construyendo una relación con él como con cualquier otra persona. Aparta un tiempo todos los días para la oración enfocada, pero también deja espacio para la oración espontánea. Recuerda que la oración trata de alinear tu voluntad con la de Dios, no al revés.
Empieza todos los días con un tiempo de oración. Esta oración puede ser enfocada. Un ejemplo de esto es seguir el formato de la oración AAPR (con sus siglas en inglés de PRAY, que es la palabra para “oración” y es un acrónimo para Praise (alabar), Repent (arrepentirse), Ask (pedir), Yield (rendirse)). En esta oración empiezas alabando a Dios (de allí la primera letra A)por lo bueno que es. Después de un momento de alabanza y adoración pasas a arrepentirte (la segunda A) de algo malo, o pecado que hayas cometido. Luego que te has puesto a cuenta con Dios puedes pasar a pedirle (la letra P), o sea a poner tus peticiones ante Él. Terminas rindiendo tu voluntad a Él (la R) y tomas un momento para callar y escuchar su voluntad. Usa este acrónimo AAPR (Alabar, Arrepentirse, Pedir, Rendirse) cuando necesites empezar orando enfocadamente.
Otro ejemplo de una oración enfocada es siguiendo el Padre nuestro que es similar a usar el AAPR. Si te fijas, la oración del Padrenuestro enseñada por Jesus, empieza dando alabanza a Dios: “Padre nuestro que estás en el cielo, Santificado sea tu nombre…”. Después pasa a rendir tu voluntad: “…hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.” Pasa a pedir: “el pan nuestro de cada día danos hoy…”. Dando lugar al arrepentimiento: “perdona nuestros pecado…”. Puedes empezar con este tipo de oración, y luego puedes seguir de manera espontánea.
La oración espontánea puede pasar a veces cuando vas manejando en el carro escuchando música que exalta a Dios. De repente, de ti fluye una oración a Dios. Otras veces, esta clase de oración nace cuando estás pasando un momento de necesidad y vienes a Dios en oración. De vez en cuando, junto con la oración se pueden practicar otras disciplinas espirituales como el ayuno. Así que, no tardes más. Haz de la oración un hábito en tu vida.
Sea cual sea de la manera que oras, trata de incorporar una oración enfocada. Esto te dará la oportunidad de meditar en Dios y en Su poderío y grandeza. También te permite tomar un momento para guardar silencio y dejar que Dios te hable en tu silencio.
- Si eres nuevo a esta disciplina, déjame decirte que no es nada del otro mundo. Orar es hablar con Dios. Háblale como le hablarías a un amigo. Haz un hábito de hablar con Dios, construyendo una relación con él como con cualquier otra persona. 1 Tesalonicenses 5:17 dice que “Nunca dejen de orar.” Además, cuando ores, ten en cuenta que la oración trata de alinear tu voluntad con la de Dios, no al revés. No es que porque ores, Dios hará lo que tú quieras o necesites ni te dará lo que le pidas. No. En la oración, tú te sometes a él y le entregas tu voluntad. Ejemplo de esto fue Jesús mismo, quien siendo Dios, se sometió a la voluntad del Padre por tan duro y doloroso que fuese. Esto lo vemos cuando él oraba en el Getsemaní cuando estaba a punto de ser arrestado y empezar su sufrimiento hasta llegar al Calvario;
Marcos 14:36 «Abba, Padre—clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
La segunda disciplina espiritual que debes practicar y convertirla en un hábito es:
El estudio bíblico : Lee la Palabra devocionalmente todos los días y reserva momentos especiales para una inmersión más profunda . Si eres nuevo en la Biblia, comienza con el libro de Juan. No te limites a leer la Biblia para el conocimiento de la cabeza; hazlo para encontrarte con Jesús y cambiar tu vida.
Lee la Palabra todos los días. Puedes buscar un plan de lectura bíblico de los muchos que hay y hazlo un devocional diario. Pero reserva momentos especiales para una inmersión más profunda. Tomate un tiempo para profundizar en la Escritura. Toma una libreta que uses para ese propósito. Apunta las cosas que te llaman la atención o lo que no entiendes de la lectura para que después lo investigues. Usa un diccionario si acaso hay palabras que no entiendes. A veces, es bueno tener más de una versión bíblica para comprender mejor la Biblia. La Nueva Traducción Viviente es una versión con un español sencillo de entender. Puedes usarla junto con tu Reina Valera para tener una mejor comprensión de lo que lees.
Si eres nuevo en la Biblia, comienza con el libro de Juan. En Juan conocerás a Jesús de una manera más personal. Te parecerá que Jesús te está hablando a ti personalmente, y en cierta manera a si es. Al leer este libro llegarás a conocer el corazón tierno y amoroso de Jesús, entre otras cosas más.
Sea que seas nuevo en la Biblia o un lector experimentado, te aconsejo que no te limites a leer la Biblia para el conocimiento intelectual. Muchos estudian la Biblia para llenarse de datos, fechas, doctrinas, etc. y es bueno. Pero no se trata de ser un cerebrito bíblico. Se trata de tener una relación más estrecha con Jesús. Profundiza en la Biblia y empápate de todo lo que puedas pero hazlo para encontrarte con Jesús. Un encuentro con el Jesús de la Biblia cambiará tu vida. Deja que la Palabra te haga ver lo que está mal en ti y cambialo. No leas solo por conocimiento. Lee para vivir una vida que agrade a Dios. En el libro de Juan, Jesús, exhortó a los fariseos y les dijo lo siguiente:
Juan 5:39-40 »Ustedes estudian las Escrituras a fondo porque piensan que ellas les dan vida eterna. ¡Pero las Escrituras me señalan a mí! Sin embargo, ustedes se niegan a venir a mí para recibir esa vida.
Los fariseos estudiaban la Biblia pero querían pasar por alto que las Escrituras los llevaban a Jesús. Las leían para obtener solo conocimiento pero no para conocer y acercarse más a Jesús. El leer o “escuchar” las Escrituras debe provocar una respuesta única: el querer acercarnos más a Jesús. Eso fue lo que hicieron los de Berea cuando Pablo y Silas les hablaron de Jesus.
Hechos 17:10-12 (NTV) Esa misma noche, los creyentes enviaron a Pablo y a Silas a Berea. Cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga judía. Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de Pablo. Día tras día examinaban las Escrituras para ver si Pablo y Silas enseñaban la verdad. Como resultado, muchos judíos creyeron, como también lo hicieron muchos griegos prominentes, tanto hombres como mujeres.
Dice que día tras día estudiaban las Escrituras y ¡como resultado creyeron en Jesús! Esa es la respuesta que leer la Biblia nos debe causar: creer y acercarnos más a Jesús.
La tercera disciplina espiritual que nos beneficiará si la cultivamos es la:
Conexión: El cristianismo es un deporte en equipo, y no se puede honrar a Dios de manera aislada. Conéctate con el pueblo de Dios en tres ambientes: grande (iglesia), pequeño (grupos) e individual (mentoría). Identifica tus dones espirituales y comencemos a usarlos para el beneficio de la iglesia.
Siguiendo con la analogía del ejercicio que usa Pablo, dejame decirte que el cristianismo es un deporte en equipo. Y no se puede honrar a Dios de manera aislada. Como aprendimos en la lección anterior, una de las tres claves para vivir cristianamente es el pueblo de Dios. Si recuerdas, dice que dos son mejores que uno en caso de que uno cayere, el otro lo levantará. Nos necesitamos mutuamente para motivarnos y mantenernos de pie ante Dios.
Así que conéctate con el pueblo de Dios. Lo puedes hacer en tres ambientes. En un ambiente grande o sea dentro de la iglesia. Lo puedes hacer en un ambiente pequeño como siendo parte de un grupo de conexión. En un grupo de conexión, ya sea que se reúnan en la casa de alguien o en la iglesia, aprenderás más de Dios y podrás hacer preguntas. En el mensaje del domingo no puedes preguntar, solo oír el sermón. Pero en un grupo encuentras un ambiente más personal donde puedes llegar a conocer a los demás cristianos y crear conexiones de por vida. El último ambiente es individual y tiene que ver con la mentoría. Esta es una relación uno a uno donde tienes un mentor que te ayude a caminar con Dios y a crecer espiritualmente. Tal vez, tú puedes ser el mentor que ayude a alguien más a empezar o a crecer en su búsqueda con Dios.
No te quedes fuera de ninguno de los tres ambientes. Tampoco pienses que porque eres parte de un grupo de conexión o te reúnes con un mentor puedes dejar de ir a la iglesia. El apóstol nos exhorta en el libro de Hebreos a que no lo hagamos.
Hebreos 10:25 Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.
Así que, se parte de una iglesia. Busca tu lugar y conectate para servir. Hay muchas oportunidades para desarrollar el don que Dios te ha dado. Tal vez te guste trabajar con niños ; únete al equipo de niños. Quizás, tu don es de servicio, entonces únete al equipo de limpieza. A lo mejor tu don es cantar, pues únete al Grupo de adoración. Pueda que digas que ninguna de esas cosas es lo tuyo, pero te gusta la tecnología – hay un lugar para ti con la computadora o el sonido. Lo importante es que no solo asistas a la iglesia. Identifica tus dones espirituales y comienza a usarlos para el beneficio de la iglesia y de otros cristianos.
La cuarta “grande” disciplina espiritual que debe volverse un hábito en tu vida es:
Dar: Dar debe ser periódico, proporcionado y un poco doloroso Da generosamente a tu iglesia local y a otros misioneros y organizaciones cristianas. Crece en la gracia de dar y trabaja hacia el punto de referencia del 10%.
Esta es una de las cosas con las que muchos luchan. Creemos que porque damos de nuestro tiempo para servir en la iglesia ya cumplimos con esta disciplina. Y si. Dar de tu tiempo es muy importante. Pero también lo es dar monetariamente. Recuerda que todo en este mundo requiere de recursos financieros para poder mantenerse abierto. Es gracias a tu generosidad que podemos proveer un lugar para que otros puedan ser salvos. Es gracias a ti que podemos ayudar a la comunidad y a varios ministerios dentro y fuera de este país. Así que te animo a que no dejes de dar y si no has empezado a hacerlo, que hoy tomes la decisión de empezar.
Dar debe ser periódico, proporcionado y un poco doloroso. La Biblia dice en 2 Corintios 8:11 que “Den en proporción a lo que tienen.” Si no ganas mucho, entonces da según puedas, pero si ganas muy bien, entonces da conforme a eso. Sé que a veces dar lo que das te dolerá. Y está bien, pero que eso no te detenga de dar. Da con entusiasmo (como sigue diciendo Pablo en 2 Corintios 8:12) por que das de lo mucho que Dios te ha dado.
Recuerda que Dios es el dueño del oro y de la plata. Por lo tanto, da generosamente a tu iglesia local y a otros misioneros y organizaciones cristianas. Primero debes dar a tu iglesia local ya que es allí donde te congregas. Apoya a tu iglesia con lo que puedas para que sigan haciendo la obra de Dios aquí en la tierra. Es a través de personas como tú que la obra de Cristo se lleva a cabo aquí en la tierra.
Dar es un hábito que te ayudará a crecer en tu fe como las otras disciplinas espirituales. Crece en la gracia de dar y trabaja hacia el punto de referencia del 10%. El diezmo, como lo conocen algunos, o sea el 10% de lo que ganas es solo una base de referencia. Como hemos dicho en unos párrafos anteriores, se da conforme a lo que tenemos. Pero anteriormente a esto, Pablo le había dicho a los corintios que:
2 Corintios 8:7 Dado que ustedes sobresalen en tantas maneras—en su fe, sus oradores talentosos, su conocimiento, su entusiasmo y el amor que reciben de nosotros —quiero que también sobresalgan en este acto bondadoso de ofrendar.
En otras palabras, Pablo los insta a que crezcan en dar. Que no se estancaran dando una cierta cantidad si no que sobresalieran también en ofrendar. Que crecieran en todas las áreas de sus vidas por igual. Dar nos ayuda a crecer en nuestra fe también porque le estamos confiando nuestro dinero a Dios.
La última disciplina de las “grandes” cinco es la
Mentoría: Jesús nos llamó a hacer discípulos, y se trata de ayudar personalmente a alguien a buscar de Dios. Este es el hábito que la mayoría de los cristianos han ignorado a lo largo de la historia. La mayoría de la gente no sabe cómo hacerlo, y es por eso que existen los recursos en buscadeDios.org.
Antes de partir al cielo, Jesus nos dio la Gran Comisión (Mateo 28:19-20).
Mateo 28:19-20 Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 20 Enseñen a los nuevos discípulos a obedecer todos los mandatos que les he dado. Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos».
Esta comisión es la de ir y hacer discípulos. Parte de esta comisión es la mentoría. Jesús nos llamó a hacer discípulos, y se trata de ayudar personalmente a alguien a buscar de Dios. Conviertete en un mentor, en una persona que trabaje con alguien uno a uno. Al hacer esto, estarás discipulando a alguien para que esta persona eventualmente se convierta en un discipulador también.
Este es el hábito que la mayoría de los cristianos han evitado hacer a lo largo de la historia. La mayoría de los cristianos están muy contentos dentro de la iglesia cantando y/o sirviendo en un equipo. Tal vez formas parte de un grupo de conexión o hasta tengas un mentor que te ayuda en tu vida cristiana pero hasta allí. Sin embargo, ya es hora de dar el siguiente paso e ir a discipular a alguien. Siendo un mentor ayudarás a otros a venir a Jesús y crecer en su fe. Estarás cumpliendo la Gran comisión que Jesús nos dejó.
Si nunca has discipulado a alguien, ahora es el momento. Tal vez no lo has hecho porque no te sientes capacitado para hacerlo. No eres el único. La mayoría de la gente no sabe cómo hacerlo, y es por eso que existen los recursos en buscadeDios.org. En nuestra página web, encontrarás los recursos necesarios para poder hablarle a alguien de Cristo. Hay una variedad de artículos basados en diferentes temas. Escoge uno y compártelo con alguien. Luego júntate con esta persona (por teléfono o en persona) y comenten el artículo. Ora antes de reunirte con la persona que el Señor ha puesto en tu corazón mentorear para que sea él quien te guíe a cómo hablarle. Recuerda que será una conversación. Deja que la otra persona haga preguntas y si no sabes la respuesta a algo, que no te de pena decir: “en este momento no se la respuesta pero lo averiguaré y la próxima vez lo hablamos.” Haz de la mentoría un hábito en tu vida. Haciendo esto, crecerás tú y la otra persona.
Entrénate en las disciplinas espirituales. Haz que estas disciplinas se vuelvan un hábito en tu vida diaria. Pronto verás como avanzas en tu vida cristiana y en tu fe. Haciendo un hábito de estas disciplinas te ayudará en esta vida y en la que vendrá. Asi que si no has empezado, empieza hoy. Y si de repente fallas en hacerlas, no te desanimes. Vuelve a empezar. No será fácil pero practicalas día a día y pronto serán parte de tu vida diaria.
1 Timoteo 4:8 «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene».