Esta es la tercera y última lección de la serie “Guia de supervivencia para la crianza”. Hemos visto dos principios: #1: Pon a Dios primero, #2: Disciplina con amor. Hoy veremos el principio #3: Afirma a tus hijos.
Este tercer principio es como el reves, asi como en una moneda, del principio #2. Porque a los hijos no solo se les disciplina, sino que se les elogia también. No solo se les castiga cuando se portan mal, si no hay que alabarlos cuando se portan bien. Se que a veces es más fácil disciplinarlos que alabarlos, Pero debemos aprender del mismo Dios, nuestro Padre Celestial.
Dios el Padre habló públicamente sobre el Hijo dos veces en el evangelio de Mateo. En ambas ocasiones fue para afirmarlo.
El primer ejemplo lo vemos en Mateo 3:17 cuando Jesus se bautizo. Mateo dice que se oyo “una voz dijo desde el cielo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo».” Nota como Dios el Padre no vacila en alabar a su hijo con palabras de afirmación. El Padre, enfrente de todos publica que Jesus es su Hijo amado y que le trae gran gozo.
Luego en Mateo 17, Dios el Padre nuevamente le repite las mismas palabras que en el capítulo 3: “No había terminado de hablar cuando una nube brillante los cubrió, y desde la nube una voz dijo: «Este es mi Hijo muy amado, quien me da gran gozo. Escúchenlo a él»” (Mateo 17:5). En este capítulo, Mateo cuenta el evento de la transfiguración. Y allí, en frente de sus discípulos, el Padre vuelve a afirmar a Su hijo con palabras de amor y elogio. Asi que que mas ejemplo queremos para afirmar a nuestros hijos con palabras de elogio que el ejemplo de Dios Padre
Si el perfecto Hijo de Dios recibió palabras de afirmación de su Padre, ¿cuánto más necesitan nuestros hijos imperfectos la afirmación de sus padres?
Jesus fue perfecto. Aun estando en la tierra en forma de hombre no pecó ni le faltó jamás al Padre. Y sin embargo, recibió palabras de afirmación de parte de Su Padre. Esto nos enseña a que nosotros como padres también debemos y tenemos la responsabilidad de hablar palabras de afirmación sobre nuestros hijos. Que aunque ellos sean imperfectos y quebranten nuestras reglas necesitan que los levantemos con palabras positivas. El mundo los bombardea continuamente con mensajes negativos. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad hablar de la vida en ellos.
Esta es la clase de disciplina que viene de Dios. No debemos ser consistentes con las consecuencias solamente, si no también que debemos ser consistentes con palabras de afirmación. Parte de la disciplina bíblica es elogiar a nuestros hijos. A esto se refiere Pablo cuando dice: “Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críalos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor” (Efesios 6:4). A veces los padres somos buenos para hacer enojar a nuestros hijos, pero qué tal si empezamos a ser menos negativos y más pocitos con la crianza. Hagamos lo que dice Pablo en Efesios 4:32: “Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.” Seamos amables y cariñosos con nuestros hijos, Pablo nos llama a serlo con los demás, y si somos llamados a hacerlo con otros, ¿cuánto más con los de nuestra casa?
Eso si, no nos confundamos cuando dice que nos perdonemos como Dios nos ha perdonado, pensando que no deben haber consecuencias cuando nuestros hijos nos desobedecen. Debemos perdonar en el sentido que no les guardamos rencor ni les sacaremos en cara lo que han hecho mal. Si no que perdonar, aplicar el castigo y elogiarlos más que criticarlos porque “Las palabras amables son como la miel: dulces al alma y saludables para el cuerpo” (Proverbios 16:24). Que bonito es que cuando le hablemos a nuestros hijos con palabras dulces estamos tanto llegando a sus almas como a sus cuerpos. ¡O sea que les damos vida al hablarles amorosamente!
Todo niño, incluso los más desafiantes, necesitan y merecen afirmación.
Este punto es muy difícil de llevar a cabo. Pero es muy importante. Todo niño necesita y merece palabras que lo afirmen. Palabras que lo hagan sentir especial, amado y protegido. TODO NINO. Es más fácil hacer esto con los hijos que se portan bien y siguen todas las reglas. Y a menudo, es a los bien portados que alabamos por sus buenas acciones. Pero, los niños que más mal se portan son los que necesitan ser afirmados aún más que los niños buenos. La rebeldía de estos niños, a veces surge del hecho de que quieren llamar la atención de los padres. Ellos están hambrientos de palabras amorosas en sus vidas. Necesitan saber que son amados a pesar de sus errores. Cuando hacemos esto, estamos modelando el amor de Dios para con ellos.
Muchas veces, estos niños de grandes, miran a Dios como el espejo de sus padres. Si en casa solo recibieron críticas, castigos, y desprecio por su comportamiento, llegan a adultos creyendo que Dios no los ama. Que los mira con desprecio y juicio. Y esto está lejos de la verdad. Al contrario, Dios es el mayor ejemplo de un Dios amoroso y perdonador. Recordemos al hijo pródigo de Lucas 15 que regresa a casa después de haber hecho y deshecho lo que quiso con el dinero. Fue lo más rebelde y desafiante que pudo ser. Sin embargo, cuando regresó a la casa de su padre, acabado, herido y cansado se encontró con un padre que lo esperaba con los brazos abiertos. Un padre que no lo juzgó ni lo hizo de menos. Encontró un padre quien lo abrazó, lo besó y lo llenó de amor. Esta es la actitud que Dios quiere que tengamos con nuestros hijos rebeldes. Que seamos doblemente cariñosos con ellos y busquemos hasta el más mínimo detalle para elogiarlos y hacerlos sentir que valen. Que nunca duden de nuestro amor.
Y para ayudarte a elogiar y a afirmar a tus hijos te damos los 3 “Se” para que se te haga más fácil recordar que debes hablar palabras amables sobre ellos.
Los 3 “Sé”: sé intencional, sé auténtico y sé único.
Como ya lo sabrás de primera mano, es más fácil castigar que afirmar a nuestros hijos con palabras amables y amorosas. Por lo tanto, te aconsejamos que seas intencional en elogiar a tus hijos. Trata de enfocarte en lo bueno y no en lo malo. Sé que es más fácil criticar lo malo que alabar lo bueno que hacen o que tratan de hacer. Mas asegurate que tu elogio sea auténtico. Tus hijos son muy inteligentes y notaran si estás siendo falso al alabarlos. Busca algo, no importa cuán mínimo sea, pero que aplique a ellos para elogiarlos. Además, sé único con su halago. Recuerda que él es único y el elogio que le das a su hermano no necesariamente va con él. Encuentra algo que solo él puede hacer, o sobresale haciendo y afirmarlo por ello.
Además, cuando emplees los 3 “Sé” usa el HTT de la alabanza.
El HTT: habla, tiempo y tacto.
La primera letra del acrónimo HTT representa la palabra habla. Esto te recuerda a que uses tus palabras para expresar amor y alabanza a tus hijos. Si te sientes orgullo por algo que ha hecho, dicelos. No asumas que tu hijo sabe que estás orgullosa de él o ella. Díselo con palabras: “Hijo, estoy orgulloso de ti por la A que sacaste en tu examen.” “Hija me enorgullece tanto saber que eres amable con tus compañeros dela clase.” “Papi, me haces tan feliz ver que sacas la basura sin yo pedirselo.” “Tesoro, como alegras mi dia al ver que te levantas tan contenta en la mañana.” Etc.
La segunda letra, la T, representa la palabra Tiempo. Y es que tienes que pasar tiempo con tus hijos. Demuéstrales que son una prioridad para ti. No te ocupes tanto en otras actividades o quehaceres del hogar que al final del día estás tan cansada que no te tomas el tiempo de preguntarles cómo les fue en el día. Aparta un tiempo para dialogar y enterarte de lo que tu hijo e hija está pasando en la escuela o en la misma casa, con los amigos o con los hermanos. Si no les dedicas tiempo hoy, cuando quieres hacerlo te darás cuenta que tus hijos han crecido y no tendrán lugar para ti. Así que sé intencional con tu tiempo. Dales tiempo de calidad. No solo estés presente, dales tu atención. Escuchalos. Hazle preguntas. Conoce a tus hijos y mantente al día con sus vidas. Si les das el tiempo para escucharlos, cuando crezcan, siempre vendrán a ti para contarte de sus vida.
Por último, la tercera letra, la T, es por Tacto. Tiene que ver con la acción de tocar. Muéstrale afecto a tus hijos. Abrazalos, acariciales el pelo cuando estén enfermos. limpiales las lágrimas cuando estén triste. Dales una palmadita en la espalda por un trabajo bien hecho. No te limites a solo usar tus palabras. Llénalos de caricias para que ellos se sientan amados por ti. Esto no solo les instará confianza y seguridad si no que también, les enseñara a ser padres amorosos en el futuro. Aprenderán a expresar sus sentimientos y a demostrar amor con sus hijos cuando sean padres. Ellos aprenderán de ti a disciplinar con amor a sus hijos, cumpliendo las consecuencias pero sobre todo, haciendo uso de la afirmación para alabar a sus hijos. No temas mostrarles amor que a veces una palabra amorosa y bien dicha puede más que un castigo.
Te hemos dado estos acrónimos (los 3 sé, la sigla HTT) para ayudarte a recordar los pasos que debes seguir para que se te haga más factible afirmar a tus hijos. No tengas miedo de llevar a la práctica estos consejos. Verás como tus hijos, hasta los rebeldes, se beneficiarán de tus palabras afirmativas, amables y amorosas. Los hijos que se portan bien florecerán más por tus palabras positivas. Los hijos rebeldes, poco a poco, empezarán a cambiar cuando te escuchen hablarles con palabras afirmativas. Se sentirán halagados cuando vean que te das cuenta de sus buenas acciones por más pequeñas que estas sean.
Si no eres una persona que tiene facilidad de palabra o fuiste criado a la antigua donde la vara hablaba más que tu boca, entonces pídele a Dios que te enseñe a afirmar a tus hijos. Pídele que te muestre los detalles que hacen a tus hijos únicos. Afirmamos hasta por el gesto más simple. Se intencional en buscar algo que puedas resaltar y afirmar en cada uno de tus hijos. Modélales el amor de Dios para con ellos dándoles palabras de afirmación que traen vida y no muerte.