En el Sermón del Monte, Jesús explora cómo su pueblo reflejará su realeza en sus vidas. Dios dio su ley, a través de Moisés, para gobernar al pueblo de Israel. Jesús explica cómo sus propios seguidores cumplen en la práctica esta ley antigua. Estamos llamando a esto “A la manera de Jesús”.
En Mateo 5, Jesús enseñó cómo entender la ley de Moisés a través de seis antítesis u opuestos. Cada una de las seis declaraciones hace un contraste entre el enfoque antiguo de la ley y su propia intuición, expresada por la fórmula: “Ustedes han oído… pero yo les digo…”. Por un lado estaba la ley del Antiguo Testamento (y la actual interpretación judía de la misma). Por otro lado, estaba la aplicación de Jesús de la verdadera intención de la ley.
La primera antítesis hizo la conexión entre el asesinato y la actitud oculta de la ira. La segunda antítesis hace el mismo tipo de conexión entre el adulterio y la lujuria. El pecado sexual no es nada nuevo, pero la cultura hipersexual de hoy hace que las enseñanzas eternas de Jesús sobre este tema sean más relevantes que nunca. Con muchos líderes cristianos prominentes que han sido víctimas de mala conducta sexual en los últimos años, debemos entender que ninguno de nosotros puede darse el lujo de dar por sentado este problema.
Jesús reconoce, como lo hicieron los rabinos judíos, el mandamiento de Dios contra el adulterio. Pero adopta un enfoque radicalmente nuevo del problema. Va más allá del comportamiento adúltero para poner el reflector sobre los deseos que actúan debajo de la superficie, en el corazón humano.
El adulterio es solo la punta del iceberg de la lujuria, y todo se basa en ver a las personas como objetos.
En Mateo 5:27, Jesús comenzó citando uno de los Diez Mandamientos: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14). Él asume la validez de este mandamiento. El adulterio está mal. Pero luego nos señala hacia la intención más profunda del mandamiento: “ que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.” (Mateo 5:28). El acto físico del adulterio es solo la expresión visible de algo más profundo. Lo que impulsa el adulterio es la actitud del corazón de la lujuria (pasión sexual). Se podría decir que la lujuria es adulterio debajo de la superficie.
Un problema con el deseo lujurioso es que trata a las personas como objetos. Esto se insinúa en unas fuentes antiguas judías, donde el mandato contra el adulterio a menudo se trata como una forma de robo. Se referían tanto al robo de la esposa de alguien, como si fuera una mera propiedad, como a la pureza sexual. En Mateo 5:28, Jesús advierte acerca de mirar a una mujer con lujuria porque la lujuria visual generalmente se aplica a los hombres. Sin embargo, nuestra cultura sexualizada invita cada vez más a las mujeres a participar también en la lujuria. Pero la lujuria objetiviza a otras personas al verlas, no como propiedad, sino como un medio para cumplir un deseo. Uno de los problemas de la pornografía es que a una persona viva y única la reduce a una fotografía bidimensional con un solo propósito egoísta.
El pecado sexual sigue un patrón predecible: primero ojos, luego pensamientos y finalmente acciones.
Jesús habla de “el que mira con pasión sexual a una mujer” (Mateo 5:28) porque el pecado sexual a menudo comienza con lo que vemos. Una persona o una imagen atrae nuestra atención de manera sexual. (La forma en que Jesús dijo esto sugiere mirar por segunda vez o repetidamente). Mientras el rey Salomón instruía a su hijo sobre los peligros morales de la vida, advirtió: “Mira hacia adelante y fija los ojos en lo que está frente a ti. Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro.” (Proverbios 4:25-27). En el Antiguo Testamento, Dios instruyó a los judíos para que crearan recordatorios visuales en la vida diaria que, vistos con los ojos, los alentaría a ser obedientes a él (Números 15:37-39).
Una vez que el ojo se queda viendo, el corazón se involucra después (Mateo 5:28). El corazón es el centro de los pensamientos, las emociones y las decisiones de una persona. Así, el adulterio del corazón ocurre cuando elegimos contemplar la imagen que hemos visto, dándole vueltas a la idea en nuestra mente y cultivando ideas y sentimientos que intensifican nuestro deseo. Es por eso que Salomón también le dijo a su hijo que esté atento a aquello en lo que permitimos que nuestros pensamientos se detengan (Proverbios 4:23).
Al final, lo que hemos estado pensando encuentra expresión en cómo actuamos. Santiago 1:15 nos recuerda que los deseos conducen inevitablemente a las acciones. Advierte más seriamente: “y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte.”. Pero el punto de Jesús no es solo preocuparse por evitar ciertas acciones. Él quiere que sepamos dónde nacen y se reproducen esas acciones.
Jesús nos enseñó a eliminar radicalmente la amenaza.
¿Cuál es la respuesta al problema del corazón de la lujuria? Si estás perdiendo la batalla, corta lo que desencadena la tentación. Piensa en las fuentes de estimulación lujuriosa en tu vida. Pueden ser los sitios web que visitas, las películas y videos que ves, o lo que ves en las redes sociales. Para desarrollar la pureza sexual, es importante tratar decisivamente con las fuentes de la tentación. Jesús fue tan lejos como para decir: “Si tu ojo… te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo…. Si tu mano te hace pecar, córtala” (Mateo 5:29-30). Pero antes de hacer algo precipitado, nota que Jesús está exagerando para que entiendan la seriedad de la pureza sexual. En el pasado, algunas personas tomaron esto literalmente y se mutilaron. Pero una gran parte del punto de Jesús en estos versículos es que el pecado sexual no es solo un problema físico. Es por eso que una solución puramente física no da en el blanco. Después de todo, una persona aún puede cometer adulterio en el corazón sin una mano o un ojo. Jesús usa esta ilustración para denotar que la pureza sexual merece un enorme sacrificio. No se puede lograr con medidas a medias o con intentos a medias.
Eliminar verdaderamente la amenaza del pecado sexual también implica volver a entrenar el corazón para tener nuevos pensamientos y cultivar nuevos deseos. Esto sucede cuando nos adentramos en la Palabra de Dios, la Biblia, permitiendo que su verdad remodele nuestra imaginación (Colosenses 3:1-2; Filipenses 4:8). Confiamos en el Espíritu de Dios, a través de la oración y la adoración, para recibir el poder interior que necesitamos para pensar y vivir de una manera diferente (Gálatas 5:16). Recurrimos a la ayuda del pueblo de Dios, alentando y recibiendo aliento mientras compartimos las cargas espirituales de los demás (Hebreos 3:13; Gálatas 6:2).
Los cristianos son seguidores de Jesús. Él es nuestro Rey, por eso queremos vivir a su manera. El Camino de Jesús es una vida de pureza sexual que se extiende más allá de las acciones en las que nos involucramos o de las que nos abstenemos. También cambia la forma en que pensamos, lo que deseamos y cómo miramos a los demás.