En Mateo 5, Jesús explora cómo su pueblo reflejará Su realeza en sus vidas. Al hacerlo, enseña a sus oyentes cómo entender y aplicar la ley de Dios, dada en el Antiguo Testamento por medio de Moisés. Utiliza una serie de seis declaraciones contrastantes para señalar más allá de las formas comunes en que la gente entendía la ley hacia Su verdadera intención.
Mateo 5:31-32 establece el tercer contraste de Jesús (o “antítesis”), cuando aborda el tema desafiante del divorcio. La ley de Moisés permitía que un hombre se divorciara de su esposa, siempre y cuando le diera una carta de divorcio (Deuteronomio 24:1-4). Sin embargo, la ley no establecía por qué motivos un hombre podía emprender esa acción. Los maestros judíos en los días de Jesús no estaban de acuerdo con esto. Algunos llegaron a decir que un hombre podía divorciarse de su esposa si ella cocinaba una mala comida. Pero como anteriormente lo hizo, Jesús revela la esencia detrás de la ley del Antiguo Testamento: “Pero yo les digo que todo aquel que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de inmoralidad sexual, hace que ella cometa adulterio. Y el que se casa con la mujer divorciada comete adulterio” ( Mateo 5:32 RVA-2015). Esta es la verdad detrás del mensaje de Jesús:
El matrimonio fue idea de Dios, y es más que un pedazo de papel.
Este no es el único lugar en la Biblia donde Jesús enseñó sobre el matrimonio. En conjunto, sus declaraciones están arraigadas en la visión original de Dios para el matrimonio (Génesis 2:18-25) como una unión santa diseñada para bendecir a hombres, mujeres y sus hijos. En esta visión original, los cónyuges se ayudan, cuidan y se complementan mutuamente. Un hombre y una mujer se vuelven uno en todos los sentidos, formando una nueva unidad familiar. El plan de Dios para el matrimonio era “muy bueno” (Génesis 1:31).
Entonces, ¿por qué la ley del Antiguo Testamento permitía el divorcio? Jesús lo llamó una concesión al pecado humano y al quebrantamiento (Marcos 10:5). Sin embargo, cuando se le preguntó acerca del divorcio, Jesús no apoyó el statu quo judío. En lugar de eso, dirigió a sus oyentes al diseño original de Dios (Marcos 10:6-8). Citando Génesis 2:24, comentó: “… Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.” (Marcos 10:8-9).
Cuando las parejas casadas permanecen juntas, pueden experimentar todas las bendiciones que provienen de seguir el buen diseño de Dios.
El divorcio no es la salida fácil.
El divorcio prevalece en nuestra cultura actual, en parte porque muchas personas ven el divorcio como la salida fácil de una situación desagradable o inconveniente. Pero el divorcio rara vez es fácil. Incluso en las mejores circunstancias, trae consecuencias no deseadas. El divorcio provoca un efecto dominó que perturba a toda la familia.
Jesús da un ejemplo del daño que puede causar el divorcio: “un hombre que se divorcia de su esposa …hace que ella cometa adulterio…” (Mateo 5:32). ¿Por qué adulterio? Porque el divorcio no disuelve el matrimonio a los ojos de Dios. Cualquier unión sexual fuera del matrimonio es adulterio, ya sea que el matrimonio haya sido disuelto por el gobierno civil o no. Esto fue especialmente difícil para las mujeres en el primer siglo, cuando las mujeres solteras no tenían medios de subsistencia. Una mujer divorciada tendría que casarse. La acción egoísta de su esposo le traería daño al forzarla a pecar.
Esto resuena con la advertencia dada en Malaquías 2:15-16, donde Dios dice: “¡Odio el divorcio!” Una de las razones es el daño que hace a las mujeres. “Divorciarte de tu esposa”, declara Dios, “es abrumarla de crueldad” (Malaquías 2:16). Por ejemplo, en nuestra propia sociedad, el divorcio impone una presión financiera y un riesgo de pobreza mucho mayor a las mujeres que a los hombres. Hay una segunda razón. Las parejas que no se mantienen leales el uno al otro no pueden tener ni criar hijos justos como Dios desea (Mal 2:15). A la luz de estos problemas, la aplicación que sigue tiene sentido: “Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel…” (2:16).
Si bien los rabinos permitieron el divorcio por muchas razones, o sin ninguna razón, Jesús redujo la lista de excepciones a una sola: “a no ser por causa de inmoralidad sexual” (Mateo 5:32 RVA-2015). La inmoralidad sexual es muy amplia. No significa sólo adulterio, ya que hay una palabra específica para eso (como en el versículo 32). Los eruditos y los pastores no están de acuerdo sobre hasta dónde llega la “inmoralidad sexual” y, por lo tanto, qué acciones proporcionan específicamente una justificación para el divorcio. Pero aunque permite el divorcio en situaciones limitadas, Jesús nunca lo recomienda. Nunca es el Plan A. El enfoque general de Jesús es que el divorcio nunca debe considerarse como una opción moralmente neutral ordenada por Dios. Incluso un divorcio permitido no está libre de consecuencias perjudiciales.
Mientras tantos hoy en día buscan una razón para divorciarse, los seguidores de Jesús deberían buscar todas las razones para permanecer casados, tanto para experimentar la bondad del plan original de Dios como para evitar los resultados destructivos.
La manera de Jesús nos enseña a ser desinteresados y a luchar por nuestro matrimonio.
Una de las razones por las que la Biblia presenta una visión elevada del matrimonio es que el matrimonio ilustra vívidamente el amor y el compromiso de Dios por nosotros, su pueblo. Efesios 5:25-33 explica que el amor desinteresado de un esposo por su esposa modela el amor sacrificial de Jesús por su iglesia. Un matrimonio saludable es uno de los mejores ejemplos de amor profundo, abnegado y santo, porque cada uno de los cónyuges no piensa sólo en sí mismo, sino en las necesidades y preocupaciones del otro. De hecho, una abnegación moldeada por Jesús es la base para cualquier relación matrimonial rica y satisfactoria.
El pasaje de Efesios luego cita Génesis 2:24: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.”. Una vez más, el Nuevo Testamento se remonta, no a las disposiciones de la ley del Antiguo Testamento, sino al diseño original de Dios. Este “gran misterio” de la unidad del matrimonio allí establecido sirve como una ilustración de“la manera en que Cristo y la iglesia son uno” (Efesios 5:32). Tu matrimonio no solo te incluye a ti y tu cónyuge. Tiene un significado mucho mayor incluso que tu propia felicidad. El matrimonio es una imagen de algo increíblemente grandioso que el mundo necesita ver: el amor y la unión entre Jesús y su pueblo.
Una nota final: si estás divorciado,a necesitas estar seguro del amor infinito de Dios por ti. Aunque el divorcio lastima a muchas personas, no es un pecado imperdonable. A medida que estés de acuerdo con la perspectiva de Dios, reconoces cualquier parte que hayas tenido en el divorcio y te acercas humildemente a Jesús, él te perdonará y te restaurará.