El segundo mensaje de Semana Santa se titula “Viernes Santo: El Camino al Gólgota.” Gólgota es donde Jesús fue crucificado. Para llegar allí, tuvo que caminar el camino que se conoce como “la via dolorosa”. Aquí es donde Jesús camina después de haber sido apresado, latigado y condenado a muerte. Durante este camino, Jesus, se encuentra con algunos personajes insólitos. Hoy veremos quienes son y lo que podemos aprender de ellos.
Simón de Cirene: A veces la vida trae sorpresas, y de repente nos encontramos frente a la cruz.
Cuando Jesus va camino al Golgota, cargando su propia cruz, vemos que ya no puede con esta. Él seguramente va super débil por la tanta sangre que ha perdido por los latigazos que ha recibido. Entonces, los soldados jalan a un hombre, Simon de Cirene, que venía del campo para que le ayudará. Lucas 23:26 dice que “sucedió que un hombre llamado Simón, que era de Cirene, venía del campo. Los soldados lo agarraron, pusieron la cruz sobre él y lo obligaron a cargarla detrás de Jesús.” Se podría decir que este primer personaje que se encuentra con Jesus, estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. En primer lugar, este hombre no era de allí, sino que provenía del norte de África. No estaba allí por los eventos que estaban pasando ni para ver a Jesús. Si no que fue obligado a participar en este trágico evento. Tal vez estaba solo de visita ya que la Pascua era un festivo y mucha gente venía de todas partes para celebrarla.Sea que estuviera allí por su voluntad o forzado a estar allí, ¡de repente se vio confrontado con la cruz! Y es que en Dios no hay equivocaciones ni casualidades. Dios permitió que estuviera allí para que se viera ¡Frente a la cruz!
Este hecho cambió el resto de su vida. Sus hijos llegaron a ser bien conocidos por la iglesia primitiva (esto lo deducimos porque cuando Marcos narra los hechos de la crucifixión los menciona y no da más explicación (Marcos 15:21). Dando a entender que los lectores estaban familiarizados con ellos). Esto nos enseña que a veces la vida trae sorpresas, y de repente nos encontramos frente a la cruz.
La multitud de mujeres: Cuando un sentido de pecado ha sido despertado en nosotros, lamentaremos – no por lo que Cristo ha sufrido, sino por lo que Él sufrió por nosotros.
Después que vemos a Simon ayudando a Jesus a cargar su cruz hasta el Gólgota, aparece el segundo grupo insólito: las mujeres. Los otros escritores de los evangelios no mencionan este hecho. Solo es incluido en el evangelio de Lucas (Lucas 23:27-31). Posiblemente, los otros escritores o se les pasó por alto o no lo consideraron como una prioridad.
El versículo 27 dice que muchas mujeres lo seguían y “lloraban desconsoladas” . Ellas estaban preocupadas por el sufrimiento de Jesús; pero Jesús estaba preocupado por el sufrimiento de ellas; por su futuro. Cuando él las oye llorar, se da la vuelta “les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos…” (v28-31). Es posible que siempre hayas visto el Viernes Santo como un día de luto, como una razón para estar triste por Jesús y por lo que tuvo que pasar. Más debe ser al revés. Hay que entristecernos porque no comprendemos completamente nuestro pecado, nuestra propia depravación. Nuestro futuro, si morimos en nuestros pecados y delitos, es la separación eterna de Dios e ir al infierno. Por ese futuro triste y lamentable fue por lo que sufrió todo maltrato y la muerte en la cruz. Fue por ti y por mí que Jesús sufrió.
Nosotros merecíamos morir en esa cruz. Entonces, cuando se despierte en nosotros un sentido de pecado, nos lamentaremos, no por lo que Cristo sufrió, sino por lo que Él sufrió por nosotros. Pero no nos lamentaremos para siempre y nos quedaremos tristes, sino que miraremos hacia la cruz, a Jesus, y le pediremos perdón por nuestros pecados. Así, llegaremos a estar bien con Dios por su gracia no merecida. Llegando a tener una vida eterna en Jesús y una vida de gozo completo en el cielo junto a Él..
Los dos criminales: todos somos criminales al pie de la cruz, y podemos responder a Jesús con escepticismo o creyendo.
Los últimos dos personajes que veremos son los dos criminales que estuvieron uno a cada lado de Jesus en la cruz (Lucas 23:32-33). Este hecho también, solo es mencionado en el evangelio de Lucas. El autor relata que estos dos criminales iban camino a su muerte. No sé si iban delante o detrás de Jesus, pero Jesús caminaba con ellos.
En la interacción de estos dos personajes con Jesús vemos dos respuestas distintas y opuestas a Jesús. Uno de los criminales respondió con escepticismo y el otro creyó.. El criminal escéptico lanzó insultos a Jesús. Burlonamente le dijo “¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote a ti mismo, ¡y a nosotros también!” (Lucas 23:39). En otras palabras, su fe en él era condicional. Si haces esto, entonces creeré.
En cambio, el otro criminal creyó sin condiciones. Entendió que merecían la muerte por sus acciones. Entendió que Jesús no merecía la muerte y entendió que él era el Cristo (Lucas 23:40-43). Este criminal humildemente y arrepentido de su vida pecaminosa le dice a Jesús: “acuérdate de mí cuando vengas a tu Reino” (v42). Jesús le respondió: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso” (v43). Y es que Jesús lo recibió en su gloria por el hecho de que reconoció que él sí merecía morir, mas Jesús no. Este criminal comprendió que Jesús moría por él y aceptó este regalo de salvación que Jesús le ofreció a él y a todos.
Aquí nos podemos ver reflejados nosotros porque ante Dios todos somos criminales, ya que todos hemos pecado delante de Dios. Es más, tarde o temprano todos vendremos ante la cruz de Cristo. Unos, como el criminal escéptico, vendremos con condiciones para creerle. Mas otros, vendremos a Jesus como el segundo criminal: con fe, creyendo incondicionalmente y recibiendo su regalo de salvación. ¿Cómo vendrás tú ante la cruz? ¿Morirías sin el perdón de Dios? O ¿aceptarás su sacrificio por ti en la cruz y lo aceptarás como tu Salvador?
Este Viernes Santo no solo te entristezcas por lo que Jesús sufrió. Si no, reflexiona por quien él sufrió todo este calvario. Y respóndele con una actitud humilde y cree en él y acéptalo como Señor de tu vida. Apartate de tu pecado y empieza a vivir para Jesus.