David sólo fue un gran músico sino que fue un gran estratega militar y un guerrero valiente quien, con la guianza de Dios, obtuvo muchas victorias militares.
La primera batalla del rey David que aparece en la Biblia se produce cuando no es más que un jovencito. Él mata a Goliat el gigante filisteo con nada más que una honda, algunas piedras, y una simple pero profunda fe en Dios (1 Samuel 17:26).
Después que el rey David se hace mayor, lleva a cabo una campaña contra los filisteos y los derrota .
1 Samuel 19:8 Entonces la guerra se desató nuevamente, y David dirigió a sus tropas contra los filisteos. Los atacó con tanta furia que todos huyeron.
Otra batalla se produce cuando invade la tierra poblada por los jebuseos, gezritas, de Amalec. Esta zona se encuentra al sur de la ciudad de Siclag. Su ataque tiene éxito a pesar de que la batalla en sí es bastante brutal y sangrienta (1 Samuel 27:8-9).
Un día la ciudad de Siclag es atacada por los amalecitas. Es quemada completamente y todas las mujeres de la ciudad se convierten en prisioneras. Entre las mujeres cautivas estaban dos de las esposas de David, Ahinoam y Abigail. Le pregunta a Dios, a través del efod del sumo sacerdote, si iba a salir victorioso contra los que allanaron la ciudad. Después de recibir una respuesta afirmativa, junta 600 hombres y se va tras de los amalecitas. Con la ayuda de un joven esclavo egipcio, por quien se entera de donde están los los que atacaron a Siclag. Los amalecitas pronto son atacados y encaminados. Todas las personas que fueron tomadas como prisioneros son liberadas y una gran cantidad de despojos son llevados a Israel. De hecho, ¡se tomó tanto de los amalecitas que no sólo los hombres de guerra de Israel, sino también al menos trece ciudades compartieron el botín de guerra!
1 Samuel 30:19 No faltaba nada: fuera grande o pequeño, hijo o hija, ni ninguna otra cosa que se habían llevado. David regresó con todo.
David reúne a todo Israel para atacar la ciudad de Jebús . Toma la ciudad, la renombra como Jerusalén, y la hace su capital (1 Crónicas 11:5).
Los filisteos, al enterarse de que David es el rey de Israel, lo atacan. El Señor, sin embargo, está apoyándolo y le da una victoria decisiva sobre sus enemigos (2 Samuel 5:17-21). Algún tiempo después, sin embargo, los filisteos luchan contra él de nuevo, pero esta vez junto con los de Moab, Soba, Siria, y Edom. Todos ellos son conquistados y algunos de ellos se convirtieron en sirvientes (2 Samuel 8: 2, 6,14).
Una de las batallas de David es el resultado de que un gobernante extranjero malentendiera totalmente una de sus acciones y provocando así una guerra que no tenía que suceder. Todo comenzó cuando el amonita gobernante, Nahas, murió. David, que era su amigo, envía mensajeros a Amón para transmitir sus condolencias. El hijo de Nahas, el rey Hanún, que ahora es el gobernante de los amonitas, recibe a los mensajeros. Los líderes amonitas, sin embargo, convencen a Hanún de que los mensajeros son realmente espías enviados para explorar la zona para lanzar un ataque. Hanún maltrata a los emisarios y los regresa. Poco después, los amonitas se dan cuenta del error que cometieron y que innecesariamente se han hecho a sí mismos enemigos de Israel. Contratan a 20.000 soldados adicionales para ayudarse a protegerse. Esto, sin embargo, es en vano ya que Israel ataca la capital amonita y es victorioso tanto contra los amonitas como con sus aliados sirios (2 Samuel 10).
Sorprendentemente, el rey David se va a la guerra y derrotas en batalla a los filisteos cuatro veces más (2 Samuel 21:15, 18, 19, 20).
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